El 2020 significó oscuridad y zozobra, el séptimo arte no escapó a ese año histórico e inolvidable. Y entre los aires de desánimo que atestaban el mundo, Óscar Torres logró espantar los que se colaban en su atmósfera, y fue así como logró que se rodara en la ciudad de Los Ángeles, en plena pandemia, la primera película. Era su historia.
El largometraje se presentará el próximo 2 de junio en el Teatro Chino TCL, y con él se inaugurará el prestigioso Latino International Film Festival de Los Ángeles, que este año se desarrollará de manera presencial y virtual por las vigentes medidas sanitarias.
Torres no es el director de esta producción, es el creador del guion y se involucró en el rodaje para que su narrativa no sufriera cambios drásticos en el camino. Así que ver a “7th & Union” en una imponente pantalla y estar protagonizada por el famoso actor mexicano Omar Chaparro será un sueño más cumplido.
Torres conversó con El Diario de Hoy vía Zoom, desde Los Ángeles, y profundizó en este filme donde volvió a colocar sus raíces salvadoreñas en el núcleo.
¿Cómo la cinta “7th & Union” logra ser escogida para participar en este festival de Los Ángeles?
Es una bendición. Ese festival es muy grande para el mundo latinoamericano por muchas razones: es el único y el más grande que tiene Los Ángeles. Yo tengo un trato personal, así como materializo un espacio en un estacionamiento también lo hago con mis proyectos. Con mis filmes voy con eso en la mente, y no es para impresionar, si no para decir que todos somos capaces. Entonces, cuando empiezo un proyecto siempre pienso que lo voy a llevar lo más alto que pueda. Esta cinta es un homenaje a Los Ángeles.
El nombre es por una calle, por la que yo pasaba de la casa a la escuela y de la escuela a casa. En ese tiempo esa zona era muy dura, era de pandillas. En la Union comenzó la 13, yo vivía en la calle 12, y al otro lado de la calle comenzó la 18. Esa era la zona donde desgraciadamente nos tocó vivir. Tenía que pasar corriendo a diario, huyendo de las pandillas, y yo no quería meterme en eso. Y siempre tuve la intención de contar una historia sobre Los Ángeles, y esta es mi primera película rodada aquí a pesar de que he vivido aquí 30 años. En ese vecindario fueron mis años de formación, y tuve la espinita de querer contar la historia de estos inmigrantes, que éramos nosotros. Y quise meterle algo entretenido, que era esta historia de boxeo. Al verla, el festival reconoce que es un homenaje a la ciudad y a los latinos, creo que por eso nos escogieron.
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¿De qué trata este filme que tú escribiste? ¿Es una historia real o hay mucha ficción?
La historia es ficción, pero tiene muchos elementos de la vida personal del creador. Me fijé que en las historias de familia que he contado en las cintas siempre faltaba el papá o la mamá, y en esta por primera vez, después de ocho años de terapia y hacer paz, finalmente hago una historia donde están ambos padres. Y el boxeo representa esto que traemos de niños, soñando que nuestros papás luchen por nosotros. A nivel consciente es una ficción creada alrededor del vecindario.
Es sobre un afroamericano, retirado del boxeo, que peleó con los grandes en su juventud; pierde su trabajo y está en una muy mala racha y termina pidiendo trabajo en una esquina con los inmigrantes latinos. Así es cómo se conocen Omar (Raymundo) y este exboxeador, y hacen una unión muy bonita, porque los dos están tratando de mantener una relación familiar a flote y ganándose el pan de cada día. Se unen en el momento en el que ambos necesitan sentirse vivos y resolver sus dilemas emocionales. En ese aspecto, la comparo mucho con “Rocky” y el entrenador Micky.
¿Qué tanto cambió el guion con las visiones del escritor Alexander Robb y el director Anthony Nordolillo?
Todo inició con Álex, reuniéndonos en 2007. Él tenía la idea de una historia de un afroamericano y mi idea era contar algo de Latinoamérica y así es como unimos las dos narrativas: este exboxeador y los latinos migrantes. Él es mánager de talento, no es escritor, pero tiene muy buenas ideas. Las ideas son nuestras y el guion es mío. Desde 2008 he estado escribiendo, guardaba y escribía, y lo volvía a guardar. Y por esas cosas de la vida, en el 2020, empezando la pandemia, encontramos financiamiento y dijimos ‘o esperamos a que pase todo esto o nos la aventamos’. ¡Y nos la aventamos! Y así fuimos la primera película autorizada para rodar en Los Ángeles durante el COVID-19.
En esta producción, ¿tu trabajo terminó al entregar el guion o te has involucrado en la producción?
Un maravilloso escritor mexicano, Vicente Leñero, me dio un consejo una vez que estábamos rodando ‘Voces inocentes’: ‘Sé más inteligente como escritor y no te aparezcás en el set, porque te ponen a trabajar y gratis, porque ya te pagaron’. Pero como soy salvadoreño, metiche, terco y perfeccionista... Una vez vendí dos guiones que se hicieron películas y no me gustaron como habían quedado porque entraron el productor y el director a cambiar el guion durante el rodaje, y ninguno de los dos eran escritores. Desde ese día me prometí aprender a producir y estar en el set, y yo pongo a trabajar al guionista, que soy yo mismo ja, ja, ja... Entonces vamos cambiando y adaptándonos. En este rodaje hubo momentos donde ya no pudimos tener a una gran cantidad de gente en una locación, así que cambiamos locaciones y escenas, entonces me sentaba a reescribir. Eso pasó con ‘Voces inocentes’ y ‘No se aceptan devoluciones’, donde teníamos que adaptarnos al momento; y a veces los actores cambian, no se sienten bien o el director tiene una buena idea y hay que adaptar. Así que tener al escritor en el set es muy importante porque eso de que alguien que no es escritor empiece a cambiar cosas, ahí es donde las cintas empiezan a bajar la calidad. El escritor debe ayudar a mejorar las circunstancias.
¿Incidiste en la selección de Omar Chaparro? ¿Por qué él?
Con Omar trabajamos en “Amor a primera visa”, y para mí, él se robó esa película y todas las escenas donde apareció. Conocí a Omar por medio de Eugenio Derbez, pero cuando salió la idea de esta película a Omar lo tenía en la cabeza. Lo que él hace con la comedia es magnífico. Hacer llorar es fácil, pero hacerte reír solo un buen actor lo puede hacer, y a mí Omar se me hacía un gran actorazo. Cuando llegó la idea del personaje de Raymundo, el actor principal que llevé a la mesa fue el nombre de Omar, pero todos dijeron que era un comediante, pero para mí traía algo, y yo no lo había visto fuera de la comedia. No había necesidad de hacerle casting. A los inversionistas les gustó que tenía muchos seguidores y ya era una celebridad. Ganábamos los dos. Presentamos el guion a Omar y una cosa que nos dijo era que siempre había querido hacer una historia de un boxeador. Hay entrevistas de él diciéndolo, porque él es cinta negra en artes marciales.
¿Cómo fue la selección del resto de actores y cómo ha sido todo este compartir con el staff de este proyecto?
Todos los demás actores audicionaron. Mi querida amiga Carla Hool, directora de casting de “Coco” y “Narcos”, fue la encargada de audicionar a todos y ella nos ayudó a preseleccionar y nos trajo estos preciosos actores. Para el personaje del boxeador afroamericano (Arthur), hicimos ofertas a diferentes actores de renombre, eso es lo ideal para que venda, y todos nos dijeron que no. Al final fue aceptado por Grey Daniel. Este señor audicionó y nos hizo sentir cosas maravillosas, nos ganó el corazón. Y cuando lo conoces entiendes por qué es así, tiene una humanidad maravillosa.
¿Estará “7th & Union disponible en salas de cine o en streaming? ¿Podrán los salvadoreños verla?
La meta es estrenar en cines aún con la pandemia. Gracias a Dios la terminamos hace dos meses y ya se empieza a negociar muchas cosas. Ya hay distribución en Estados Unidos con la empresa Lionsgate y estamos negociando para Latinoamérica y Centroamérica. Tenemos dos ofertas grandes para plataforma y otra para cine. El plan, según escucho, es estrenar en el otoño de este año.
¿Cómo te sientes a pocos días de que se estrene este nuevo filme donde está tu talento?
Este festival tendrá una combinación de proyección virtual y presencial. Nuestra película que inaugura se proyectará en la sala del Teatro Chino de Hollywood, que sienta a 1,200 personas. Con que nos permitan a 200 o 300, no sé cuántos permitirá el condado, nos sentiremos bien porque arrancamos esta normalidad. Para nosotros es maravilloso, hay una emoción por el festival en general. Pero es maravilloso que un trabajo más se concrete en un momento donde empieza a normalizarse lo que ya conocemos.
¿Cómo evolucionan los sentimientos profesionales y personales cuando un guion tuyo termina siendo una cinta con buen recibimiento? ¿Es el mismo? ¿Hay más presión y desafíos?
Acabo de ver un show de televisión que se llama “Designated Surviver”, con Kiefer Sutherland, y hay una escena donde le preguntan si sigue sintiendo lo mismo trabajando en la Casa Blanca. Él responde que no, nunca siente lo mismo. Y es cierto, cada día es diferente pero no pierdes este sentimiento de incredulidad y decir: ‘¿Yo estoy haciendo esto? ¿Estoy en medio de esto?’. Empiezas trabajando de abajo, y estoy seguro que tú y todos podemos relacionarnos con esto. Cuando comienzas algo y no tienes idea de lo que estás haciendo, sabes que quieres ser parte de algo. Yo empecé siendo asistente de producción, estaba detrás de las escenas. Era el primero que llegaba y el último en irme, me iba a ver las producciones, y sueñas con ser parte de eso; no con ser el dueño ni el mejor, si no con parte de. Sigue siendo el mismo sentimiento. Ya aprendí a producir y ahora estoy por hacer mi primer largometraje, y esa va a ser otra experiencia maravillosa. Y creo que todos tenemos esta capacidad. Eso nos identifica como salvadoreños, querer aprender y hacerlo. Y no, no hay manera de que se sienta igual, jamás, siempre es emocionante y no lo crees y cuando estás solito te pellizcas y dices: ‘ay, soy el jefe y todos dependen de mí’.
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Generalmente los reflectores se ponen en los protagonistas y en los directores, pero la historia nace de las mentes creativas y brillantes, ¿Cuál debe ser el peso y trascendencia del guionismo en el séptimo arte?
El escritor siempre es visto como lo más bajo de todo. Lo brillante llega porque le metes tiempo, paciencia, dedicación y compromiso. Porque empezar un guion para mí es casarme, es un matrimonio de principio a fin. Yo llevo guiones de 12 años. “Amor a primera visa” fueron nueve años, la de Eugenio Derbez fueron, de mi parte, siete años. Son compromisos en los que te metés y tenés que finalizarlos. El guionista es visto como lo más bajo, pero sin él no hay nada. Pero sin el director tampoco, sin el actor menos. No hay nadie más que nadie, me gustaría que se viera mejor a los escritores y que se nos pagara mejor.
Para mí deberíamos de explorar todas las ramas. Es importante si querés dirigir, saber escribir, trabajar detrás y frente a cámaras. Un artista debería explorar todas esas facetas porque te hace un mejor colaborador, porque entendés lo que hace la otra persona. Los desconectados de la realidad son aquellos que nunca se atrevieron a hacer lo que el otro hace. Y no lo entiende, por eso demanda. Y hay un proceso y entenderlo es muy digno, ese proceso es respeto y te va a hacer mejor. Creo que todos deben hacer de todo.
¿Qué otro proyecto está en camino? ¿En qué más está concentrado?
Estoy concentrado en dos cosas: en crear un guion de absoluta acción por primera vez en mi vida. Es una mezcla de “Taken” y “Hombre en llamas”, y he aprovechado los viajes que he tenido para hacerla global, donde el personaje principal va en busca de hacer un rescate alrededor del mundo. El estudio más le vale que ponga $100 millones porque así está de grande esto… Y me estoy divirtiendo mucho porque es la primera vez que me doy permiso en hacer algo donde no quiero moralejas, aún así no me escapo de ellas, pues porque esta historia va sobre el trato de personas. Y finalmente estoy escribiendo una novela (libro) que siempre quise escribir. Empieza alrededor de mi perro que murió hace 2 años y la historia se enfoca en el mejoramiento personal.