Cuando comenzó a enfocarse en su pasión por la actuación, el actor salvadoreño José Rolando Menéndez Castro jamás imaginó que se convertiría en el referente de una leyenda, una que causó furor en la década de los 90 gracias a un programa de televisión.
Más de 30 años han pasado desde que “Las aventuras del Cipitío” se lanzara en la pantalla chica a través de Canal 10. Su personaje principal, inspirado en un personaje legendario de origen náhuat, pronto llegó al corazón del público.
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De baja estatura pero enorme sombrero, con panza prominente y sandalias tradicionales, El Cipitío apareció en la televisión para dar consejos y enseñar moralejas a través de historias para niños. Cada capítulo siempre tenía un trasfondo educativo.
“La verdad, confieso que para mí fue algo sorpresivo que El Cipitío llegara a convertirse en un personaje admirado en aquella época, principalmente por los niños y las niñas. Yo como artista, como actor, cantautor, no me imaginaba de que pudiera tener tanta repercusión en la cultura salvadoreña”, expresó Menéndez, en entrevista exclusiva para elsalvador.com.
Admitió que en ese tiempo su rol fue muy popular, tanto así que ejerció una “influencia bien positiva”. Antes de llegar a la pantalla chica, él ya se disfrazaba de la leyenda y no causaba mayor impresión en los infantes; tras lanzarse el programa, todo cambió de manera increíble.
“Los cipotes se me quedaban viendo con una gran extrañeza, el personaje no tenía para ellos esa atracción como cuando comenzaron a salir las aventuras”, añadió el actor, quien ahora tiene 69 años.
Menéndez nació un 2 de febrero de 1952 en Juayúa, en el departamento de Sonsonate, y la forma en que se expresa de su infancia denota la razón por la que dio a su personaje un carácter tierno, educado y con una picardía sana.
Creció con sus cuatro hermanos, “junto a mi papá Salomón y mi madre Cordelia. Vivimos una vida muy tranquila, ellos se trataban muy bien, con todo respeto, sin decir malas palabras y dándonos el ejemplo en todo”.
Sostuvo que desde pequeño se le inculcó el trabajo y el cumplimiento de sus tareas escolares.
“Otra satisfacción que vivimos es que practicamos los juegos tradicionales que antes se jugaban, como el capirucho, el trompo, las chibolas o canicas como le dicen, el yoyo, todos esos juegos. Y como hemos vivido en una zona cafetalera, en las vacaciones, después del periodo escolar, nos íbamos a cortar café a la finca”, manifestó Menéndez, quien ahora está jubilado pero que sigue trabajando en proyectos educativos.
“El domingo nos daban unas chirilicas para comprar ropa, pantalón o cualquier cosa con la que nosotros pudiéramos sentir el gusto de que nos habíamos ganado eso. Así transcurrió nuestra infancia, viendo la televisión en blanco y negro (...) pero primero nos tocó ir donde el vecino, después Don Salomón y la niña Cordelita compraron un televisor”, explicó. Destacó que entre sus caricaturas favoritas estaban “Popeye” y “Los Picapiedra”.
Pronto comenzó a sentir un fuerte interés por las artes escénicas, le gustaba actuar, declamar y cantar. Inició cantando temas de diferentes artistas, como Julio Jaramillo y su canción “Chica linda”, aunque explicó que casi dejó de interpretarla, por “andar cantando esa canción hasta me habían puesto ese apodo mire, ‘Chica linda’”, detalló con gracia.
Pronto se integró a agrupaciones musicales; luego nació una notable atracción por la actuación, por lo que decidió estudiar el bachillerato en Artes Escénicas en el Centro Nacional de Artes (Cenar).
En los tiempos de la guerra civil salvadoreña él componía temas de inspiración folclórica, en esa etapa escribió canciones para leyendas como La Siguanaba o El Cipitío.
“Quien diría que yo al tiempo iba a encarnar al personaje del Cipitío, cuando nos inventamos en el Canal 10 con Maurita Echeverría, la gran poetisa salvadoreña de literatura infantil y que era directora de ahí, hacer el programa de ‘Las aventuras del Cipitío’, allá por 1990”, dijo.
“Después de haber visto que yo había hecho unas apariciones en otros programas como El Cipitío, fue que me dijeron ‘vos lo vas hacer’, porque habíamos pensado que mi hijo Álvaro hiciera el personaje. Les gustó la actuación de él, pero en un casting me dijeron ‘no, vos te vas a encargar de eso’. Entonces me montaron en el caballo y ahí empecé a interpretar a el personaje de forma sistemática desde el año de 1990”, añadió.
También en la rama musical
Desde temprana edad también le dio un vistazo a la música. Antes de llegar a la pantalla chica ya tenía discos grabados de “contenido social, dedicadas a personajes populares de El Salvador (...) en ese entonces compuse ‘Paco cajón’ y también la canción ‘Arrevesada’, la canción al revés, pero fue antes de interpretar al Cipitío que grabamos el disco con los Hermanos Flamenco”.
Incluso realizó una popular colaboración con Broncco, legendaria banda de rock salvadoreña, juntos grabaron “No somos diferentes”, dedicada a las personas con capacidades especiales.
Rolando es un hombre con muchos talentos, además de componer y grabar temas inspirados en los protagonistas de “Las aventuras del Cipitío” también hacía las voces de ellos en las canciones, modulaba su voz para dar vida al reparto.
“Me tocaba poner en práctica aquellas clases de expresión oral que me enseñaron en el bachillerato en artes, para hacer otras voces en la canción”, manifestó.
Cuando se le preguntó qué pensaba de la situación actual del tema cultura en el país, señaló que existe una gran necesidad de que en las escuelas se fomente el arte.
Uno de sus aportes se encuentra en construcción, un proyecto que tiene como objetivo llevar el arte hasta los centros escolares.
“Hace como un año y medio, artistas, algunos nuevos y otros como su servidor con alguna experiencia, creamos un proyecto que se llama ‘Por un nuevo Cuscatlán’, a través de este queríamos cambiar la realidad que se vive actualmente con los niños a nivel de lo que es cultura”, indicó emocionado.
“Los niños desde años anteriores pues no han tenido un acceso masivo a las presentaciones de obras teatrales, de ballet, de música, de diferentes géneros”, señaló.
“Ojalá que un día las autoridades puedan retomar este proyecto que precisamente tiene la intención de cambiar la realidad a nivel de la cultura en nuestro país, específicamente en el público infantil. Los niños ahora están embelesados viendo celulares, si no se les controla pueden estar viendo programas que no están adecuados a la edad de ellos”, sostuvo el también especialista en Letras.
Además, como alternativa para divulgar diferentes temáticas, en especial la folclórica y cultural, creó la Cipibanda.
En su canal de YouTube, “Las aventuras del Cipitío”, se encuentran algunas de sus presentaciones. También hay entregas del programa original; de acuerdo al artista, son 80 episodios los que componen esta producción televisiva.
Menéndez ha logrado cumplir su objetivo principal a través de su rol: promover los derechos de los niños. “El programa se empezó a crear cuando en la ONU se decretaron los derechos del niño, en 1990, a través de la UNICEF (...) cada programa contenía un valor específico”, aseveró.
Rolando, aunque está jubilado, sigue activo con su personaje, ese que llevó su ceniza mágica hasta los hogares salvadoreños.
Una de sus nuevas metas es crear la Fundación Cipitío, para promover el arte en Juayúa y la cultura salvadoreña.