“Todas las formas de pastas deben ser tratadas con la misma dignidad y cada forma tiene una salsa que combina”, sostiene el chef italiano Massimo Bottura.
Cocinar este platillo puede estar ceñido a ciertas reglas, pero también a la intuición y el buen gusto.
En el mercado hay una amplia variedad de pastas, pero básicamente se dividen en dos grupos: las cortas, que son las de menor tamaño y a veces tienen cavidad interna, y las largas que también suelen ser finas.
Las variedades son: el fusili, que tiene forma helicoidal y es de cuatro centímetros de largo, perfecto para ensaladas. El farfalle, que parece un corbatín o mariposa, es muy ligero y sirve para combinarla con verduras. El rigatoni, grande y en forma de tubo. Las caracolas en forma de concha, que como el raviolini y el tortellini sirven para hacer rellenos, y el espagueti y los tallarines, que son muy populares en la cocina.
Para conseguir un excelente platillo “debe existir un equilibrio entre la salsa, el condimento y la pasta”, sostiene Bottura. Él aconseja que al momento de prepararlas hay que seguir las instrucciones del paquete para aprovechar las propiedades de las harinas que los componen (integral, de sémola, a base de huevo, etc).
“Cocinen la pasta con un cronómetro en mano, no pierdan la olla de vista y cuando esté lista hay que colarla inmediatamente y jamás la enfríen con agua”, asegura. Estas instrucciones son valiosas para no cortar la cocción.
Detrás de ello también está el arte de combinarlas con las salsas. Si lo consigues, tus comensales estarán encantados.
Lo apropiado es comer pastas suaves con salsas fuertes, entre las que destacan la boloñesa, la cuatro quesos o la de setas. Mientras que las suaves como la fileto van muy bien con las pastas con relleno potente. No combines las pastas rellenas de carne o quesos fuertes con salsas de pescado y mariscos.
El queso es un ingrediente que se disfruta con las pastas, pero solo algunos tipos dan el toque especial a un platillo.
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El parmesano se come rallado junto a la pasta y provee de un sabor intenso. El pecorino, uno muy duro similar al parmesano, tiene un sabor picante y da intensidad a algunas salsas. Y el ricotta por ser muy suave y de consistencia cremosa se usa para rellenos.
Si quieres hacer algo más espectacular, imita las especialidades de pastas originarias de la cocina italiana como el “fetuccini alla puttanesc”, que se servía en los años 50 en restaurantes con casas de citas y es originario de Nápoles. Un auténtico manjar. O el espagueti a la boloñesa, un plato internacionalizado y con cientos de variantes, pero que originalmente tiene como ingrediente principal carne cocida en vino blanco y leche.