Mujeres representan el 25% de los cortadores de caña: “Tenemos la capacidad de trabajar en esto”
Muchas de las rozadoras de caña no terminaron sus estudios básicos y son madres solteras. El trabajo agrícola es para ellas su única fuente de ingresos.
El cultivo y la corta de caña de azúcar es un trabajo pesado, el cual por tradición ha sido desempeñado solo por hombres, sin embargo, al menos tres de cada 100 puestos de trabajo lo desempeñan mujeres. El dato es una estimación hecha en observación de campo, ya que la Asociación Azucarera no tiene un registro al respecto.
Roberto Ibarra, uno de los ingenieros responsables de la Hacienda de Compañía Azucarera Salvadoreña (Grupo CASSA), que integra al ingenio en Central Izalco en Sonsonate y al Chaparrastique en San Miguel, comentó que en el venir de los años más mujeres se están integrando en el cultivo y corta de caña, ya que se tienen más confianza y además los ingenios azucareros las apoyan.
“En esta zona que manejamos la representación de mujeres respecto a la de hombres puede andar en un 36 % ”, estimó Ibarra, sin embargo a nivel global este dato no está registrado oficialmente en la Asociación Azucarera Salvadoreña.
Sin embargo, en estas tareas hay apertura para que más mujeres accedan a un empleo en la temporada o como permanentes en todo el ciclo agrícola de la caña.
“Este trabajo no es para todas, solo para las caprichosas que no le tienen miedo al sol, ni al trabajo de la tierra y quieren salir adelante y si andamos mujeres aquí es porque tenemos la capacidad hacerlo”, expresó sonriente Sandra Martínez, rozadora de caña de azúcar en Sensunapán, Sonsonate.
Sandra tiene 36 años y al menos 15 años de trabajar en el cultivo y corta de la caña de azúcar. Es una de las pocas mujeres que trabajan en esta actividad económica, ya que por tradición ha sido una tarea desempeñada por hombres, ya que requiere mucho esfuerzo físico, fuerza y resistencia.
Pero para Sandra esto no es dificultad, ella empezó en el cultivo y corta de caña desde muy jovencita, pues aunque ella dice que hubiera querido ir a la escuela nunca tuvo la oportunidad de estudiar, lo que le ha bloqueado poder aplicar a otro tipo de empleo, sin embargo, asegura que disfruta el trabajo agrícola.
“Ando aquí porque me gusta este trabajo y se gana un poquito y además uno tiene hijos que mantener y no hay trabajo donde quiera; porque hay empleos buenos pero para quienes tienen bachillerato, pero uno que no tiene estudios (no los hay); pero yo me siento bien cortando caña”, dice Sandra.
El día de Sandra, como el de las otras mujeres que trabajan en esta actividad agrícola comienza entre las 3:30 y 4:00 de la madrugada; se alistan para irse a las fincas, los caporales les dan las charlas sobre el uso del equipo y los cuidados que deben tener en la corta y luego las trasladan, al igual que a todos los hombres, y les asignan las tareas a sacar en el día.