Francisco Morazán, el eterno olvidado en los cementerios de San Salvador

A lo largo de los años han ocurrido fenómenos curiosos en el Cementerio de los Ilustres. En 1964, por ejemplo, le colocaron muchas flores al fundador de Alcohólicos Anónimos en El Salvador, y a la tumba del General Francisco Morazán, primer mausoleo del Cementerio General, tan solo una.

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Esta imagen data de 1963 y forma parte del archivo histórico de la capital. Foto EDH/ Archivo Histórico

Por Kevin Rivera

2019-11-05 7:28:51

El 2 de noviembre se conmemora el “Día de los difuntos” en El Salvador. Esta es una fecha importante para los salvadoreños, ya que refleja el profundo sentimiento de recordar a los seres queridos que ya partieron.

En San Salvador, cada año se concentra una gran cantidad de personas en los tres cementerios más importantes: el Cementerio General, Cementerio “Los Ilustres” y el Cementerio “La Bermeja”. Ahí, visitar las tumbas con arreglos florales, adornos y otro tipo de ornamentos es parte de la tradición. Sin embargo, pocas personas saben qué acontecimientos dieron paso al surgimiento de estos lugares que guardan tantos sentimientos.

Morazán, el hombre que dejó sus restos como señal de esperanza para Centroamérica

Mario Díaz, guía cultural de la Secretaría de Cultura de San Salvador e investigador de sucesos históricos y de patrimonio de San Salvador, basado en investigaciones de maestros de arte, de cultura y personas que estudian la arquitectura de cementerios en El Salvador, narra que el Cementerio General surgió en 1842 con el fusilamiento del General Francisco Morazán. Este hombre de orígenes hondureños, que fue presidente de las provincias unidas y presidente de 4 países en la región, viajó a Costa Rica para establecer su poder ahí, lo cual no cayó muy en gracia en los costarricenses. Como causó descontento, condenaron a Morazán a ser fusilado el 15 de septiembre de 1842.

Sin embargo, en su testamento, al parecer, uno de sus hijos encontró un atestado que decía que su último deseo era legar su cuerpo al pueblo salvadoreño porque era el que más se asimilaba a tener los ideales para que Centroamérica fuera unida de nuevo, que era el sueño de Francisco Morazán.

“Entonces, lo que hacen es enviar el cuerpo a San Salvador. Ya estando acá la Iglesia a la que le habían encomendado darle sepultura no se hizo cargo, y se entierra el cuerpo de Francisco Morazán en un cuerpo baldío que existía en San Salvador. Desde ese momento empieza la historia del Cementerio General”, agregó Díaz.

No obstante, en 1842 esto no era reconocido como un cementerio, sino que se reconoce 8 años más tarde hasta que el obispo viene a bendecir el cementerio. Antes de ello, las personas solían enterrar a sus seres queridos en el patio de su casa o en el de la Iglesia.

Según la Alcaldía de San Salvador, los primeros datos que se tienen de un cementerio son del Cementerio General de San Salvador en 1850 en un boletín del ejército que hace la siguiente referencia: “En 1850, San Salvador había alcanzado una longitud máxima de 1500 mts cuadrados, y contaba con 15,500 habitantes. El cementerio actual estaba más o menos bien ubicado al suroeste y fuera de edificación urbana”.

San Salvador iba creciendo a ritmo acelerado y el Cementerio General se conformaba como un lugar de enterramiento de personajes célebres, teniendo, además, un área destinada para los pobres. A partir de 1920 debido al desarollo económico y a raíz del aumento de los precios de café la ciudad de San Salvador creció aún más rápido. De tal manera que en ese mismo año el Cementerio General comenzó a ser envuelto por la ciudad. En 1948 quedó completamente absorbido, al igual que el de “La Bermeja” que había aparecido no hacía mucho tiempo.

El cementerio La Bermeja surgió ante el acelerado crecimiento poblacional de San Salvador, que dio como consecuencia la saturación del área del cementerio General. Este se encuentra en el Bulevar “Venezuela”, en un área de 9.8 manzanas de terreno y con una capacidad de 20 mil 137 lugares de enterramiento. Actualmente, por concentrarse el desarrollo del país en la ciudad capital, la población del municipio ha crecido inconteniblemente, trayendo como consecuencia la saturación y próxima caducación del cementerio destinado a los pobres de San Salvador.

Cementerio La Bermeja en los años 60. Foto EDH/ Archivo Histórico

En el Cementerio General, descansan los restos mortales de hombre ilustres, filántropos, historiadores, poetas y escritores, unionistas y célebres músicos salvadoreños. Tiene un área de 19.2 manzanas de terreno, con 35 mil puestos de enterramiento.

Dentro del Sector de “Los Ilustres” se observan lápidas con inscripciones de la segunda mitad del siglo XIX, entre otras, la del coronel Maximiliano Menéndez, que se encuentra en el cuadro “D”, y la del Capitán General Gerardo Barrios, que data de 1865. Lastimosamente, varios de los estilos arquitectónicos con influencias españolas, italianas y francesas de las capillas y mausoleos fueron dañados por el terremoto del 86.

Entre los lugares más acogedores se encuentran el Cuadro Israelita, en la esquina nor-poniente del camposanto, donde abundan jardines y lápidas con la estrella de David y sin un monumento; el Cuadro Loba, de la beneficencia italiana; el Círculo Militar; la capilla de Roberto Edmundo Canessa; los monumentos declarados históricos, como la tumba del general Francisco Morazán, el Cuadro de Alberto Masferrer.

Algunos de los ex-presidentes de la República enterrados en el sector de “Los Ilustres” son el general Francisco Menéndez, doctor Rafael Zaldívar, doctor Manuel Enrique Araujo, general Antonio Gutiérrez, Capitán General Gerardo Barrios, doctor Eugenio Aguilar, doctor Pío Romero Bosque y general Salvador Castaneda Castro.

Asimismo reposan allí los restos del humanista Alberto Masferrer, el unionista Francisco Morazán, de los filántropos Benjamín Bloom y José Rosales, los historiadores David J. Guzmán y Jorge Lardé. En el Cuadro “L” están enterrados los restos de los músicos Felipe Soto y Juan Aberle; los escritores Salvador Salazar Arrué y Arturo Ambrogi, y de los poetas Juan José Cañas, Vicente Acosta, Mercedes Martí de Luarca y Alfredo Espino.

Cabe destacar, que el mausoleo del General Francisco Morazán es el punto cero del Cementerio de los Ilustres. El que está actualmente es el segundo que se levanta, ya que el primero se cayó por consecuencias de un terremoto.

Díaz nos comenta también que “por un tiempo se llamó el ‘Panteón de los Grandes Hombres Ilustres’ y ahora lo conocemos como ‘Cementerio de los Ilustres’, donde no solo hay hombres importantes, sino también mujeres y personajes que no solo son nacidos en El Salvador”.

Fotografías en cementerios: reflejo de la tradición

En los años 60, el Diario de Hoy capturó imágenes sobre costumbres y fenómenos muy particulares que se dieron en ese entonces. Dichas fotografías nos dan una idea de la devoción con la que se conmemoraba el Día de los Difuntos en años pasados y nos permite comparar cómo se realiza en nuestros días. Te mostramos algunas de ellas.

Una diferencia notable entre años pasados y la actualidad es la concurrencia con la que las personas asistían a los cementerios. En el archivo del Diario de Hoy se encuentran evidencias de una asistencia masiva, situación que, según Díaz, se mantiene, pero que ha decrecido un poco.

En 1960, por ejemplo, millares de personas visitaron el Cementerio General de San Salvador para adornar las tumbas. Foto EDH/ Archivo histórico

 

En 1961 se publicó esta foto donde se muestra una costumbre antigua que aún se lleva a cabo el 2 de noviembre: la venta de Hojuelas, un rico platillo hecho con harina el cual es hueco por dentro. Foto EDH/ Archivo histórico

 

En 1963, de igual manera, se presentaron varias personas tanto de la capital como del interior del país que llegaron a remozar las tumbas en el Cementerio General. En la fotografía se puede ver cómo todo está repleto de flores y coronas. Foto EDH/ Archivo Histórico

Una de las diferencias que Mario Díaz resalta es que estamos adoptando costumbres mexicanas en la celebración del Día de los muertos, “estamos adoptando una cultura más mexicanizada porque ya no solamente es hacer el altar de flores, como era típico de nuestro país, como poner fotografías, limpiar la cruz, se reunía toda la familia. Ahora estamos pensando en hacer altar de muertos, ofrendas que se pueden llevar. Creo que esos elementos sí han cambiado, sin embargo, se mantiene la tradición tal cual se hacía especialmente en todas las personas ya de edad avanzada, que han sido educadas de esa forma”.

El olvido adornaba las tumbas de los ilustres

En 1964 ocurrió un fenómeno curioso: en el Cementerio de Los Ilustres, en horas de la mañana, mientras un reportero de El Dario de Hoy recorría el lugar, notó con sorpresa que en las lápidas del General Francisco Morazán, paladín de la Unión Centroamericana y por quien se construyó el cementerio, había una sola corona. En cambio, en la tumba de Edward T. Fitzgerald, precursor de Alcohólicos Anónimos en El Salvador, las ofrendas florales llovieron todo el día. Foto EDH/ Archivo Histórico
En 1695, un fotógrafo de EDH capturó una fotografía en el momento justo en que doña María Gavidia, hija del Maestro Francisco A. Gavidia, visitaba junto a sus nietos la tumba de su padre. Sin embargo, pese a ser considerado ese año, el “Año de Gavidia y Barrios”, no hubo demostraciones especiales de parte del Gobierno, migueleños, ejército u otras entidades. Foto EDH/ Archivo Histórico
Al Capitán Gerardo Barrios nadie llegó a colocarle una flor tampoco, en 1965. Foto EDH/ Archivo Histórico
Sin embargo, la tumba de Enrico Massi, uno de los pioneros de la aviación salvadoreña, ese mismo año fue de las tumbas más visitadas. Foto EDH/ Archivo Histórico

 

En 1967 se repitió lo ocurrido en 1964: tan solo dos coronas fueron puestas en el lugar donde estaban los restos del General Francisco Morazán. Foto EDH/ Archivo Histórico

Alrededor de la historia, según Mario Díaz, quien lleva 8 años siendo guía cultural e histórico, han habido varios saqueos a las tumbas y mausoleos. Aunando a eso, casi nadie recuerda ni lleva flores a los grandes ilustres como el General Francisco Morazán, de quien fue el primer mausoleo de San Salvador y el detonante para el surgimiento de los Cementerios de la capital.

“Eso se debe a la poca educación histórica que se ha recibido a lo largo de los años. Por ejemplo, al General Morazán se le ha dado poca importancia en la enseñanza de historia en nuestro país, pocos son los que lo conocen y los aportes que tuvo”. Expresa que la mayoría de personas que vienen de otros países, buscan específicamente el mausoleo de Morazán, personas de Honduras que le colocan placas conmemorativas, pero en El Salvador no se le ha dado tanta relevancia.

También, explica que en su experiencia, mucha gente de otros países han venido a visitar las tumbas de Agustín Barrios Mangoré, gran guitarrista paraguayo; gente nicaraguense que viene a buscar a la primera esposa de Rubén Darío; ha venido gente europea, italianos, españoles, que no experimentan estas manifestaciones culturales en sus países.

“Esto es nuestro patrimonio, es lo que deberíamos inculcar en nuestras nuevas generaciones. Nosotros somos muy ricos en cultura, pero no nos hemos dado cuenta”, concluye.