Mujer encuentra hijo que suegros le robaron hace 19 años

Fue una casualidad lo que permitió poner fin al curioso rapto. Lo que no está resuelto es el conflicto que provocó el caso

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elsalvador.com

Por Agencias

2013-01-17 4:50:00

Cuenta Richard Hartner que su mujer, Lisa, se convirtió en “la mujer más feliz de la Tierra” una tarde de hace pocos días. “Se puso a dar saltos, sobrecogida de alegría”, añade, cuando se enteró de que su hijo Richard Wayne, cuyo rastro había perdido hacía 19 años, estaba vivo y sano y viviendo a 1,100 kilómetros de distancia.

Richard Wayne Landers, el chico en cuestión, estaba en Long Prairie, Minnesota (Estados Unidos), todavía viviendo con los abuelos paternos que se lo habían llevado, sin avisar y sin volver a contactar a la madre, un día de 1994. Según parece haber dicho el ahora veinteañero, no tiene nada claro que su madre biológica fuera la mujer más apta para criarlo.

Fue una casualidad lo que permitió poner fin al curioso rapto. En 1994, los abuelos del pequeño Michael (cinco años en aquella época) fueron al banco una mañana, a pedir un crédito de 5,000 dólares y a desayunar después. Nunca más se les volvió a ver. A su nieto tampoco. “No tuvimos pistas de nada de lo que hicieran en cuanto salieron del restaurante”, confiesa el abogado Richard Muntz.

Siguieron años de desesperación: de que Lisa trabajara incansablemente junto a la policía para encontrar al hijo que le habían robado. De emitir órdenes de detención hacia los abuelos, que se habían cambiado el nombre legal. El tiempo pasó. El pequeño Michael alcanzó la mayoría de edad y también se cambió el nombre.

Pero entonces, en septiembre de 2012, el nuevo marido de Lisa, Richard Hartner, dio casualmente con la solución: encontró la vieja tarjeta de la Seguridad Social del niño. Usándola, la policía pudo encontrar a alguien que estaba usando exactamente los mismos dígitos: un niño de Minnesota que, a juzgar por su foto en el carnet de conducir, se parecía considerablemente al pequeño Richard. El misterio había sido resuelto.

Lo que no está resuelto es el conflicto que provocó el rapto. El niño era hijo de Lisa y su marido, un hombre con una leve discapacidad mental por la que tuvo que ser ingresado en un centro que no admitía niños. Ya que Lisa no tenía trabajo para mantener al pequeño y él tampoco, el marido cedió la custodia a sus padres de forma temporal y le pidió el divorcio a su mujer.

Siguió entonces una comprensible pero cruenta batalla legal por la custodia del niño entre Lisa y sus suegros. Empezaron a llover acusaciones. Los abuelos aseguraron, por ejemplo, que Lisa no tenía casa y que vivía en un coche. El abogado de Lisa, Richard Muntz, matizó que solo había pasado tres días en el coche y era cuando todavía estaba casada.

El juez decidió devolverle la custodia del niño a su madre pero siempre y cuando se volviera a casar. Fue entonces cuando los abuelos decidieron llevarse al niño. “Son buena gente”, explica John Russell, que pasó años trabajando en el caso con la oficina del sheriff del condado de LaGrange en Indiana. “Lo que hicieron está mal pero entiendo por qué lo hicieron. Tampoco creo que el niño sufriera ningún peligro con ellos”.

El protagonista de la historia, el ya no tan pequeño Richard Wayne, parece estar de acuerdo. Si bien no ha comentado abiertamente la historia, publicó un estado en su perfil de Facebook el viernes que decía: “Para la gente que juzga deberíais conocer toda la historia. Estuve donde tenía que estar. Mis abuelos hicieron lo correcto y me da igual lo que piensen los demás”.