Dentro de las cosas que se han puesto de moda desde hace años están las predicciones de la muerte del dólar y de la globalización, que supuestamente serían ejecutados por las dos potencias iliberales, Rusia y China, con todo su poder militar y económico, que mucha gente piensa que es mucho mayor que el de Occidente porque éste está en una decadencia terminal mientras que los otros están cada vez más fuertes. Como resultado de esta decadencia, a Occidente le iba a faltar coraje para enfrentar a Rusia o a China y eso iba a acentuar la caída del primero, especialmente porque Rusia y China, férreamente aliados, combatirían juntos cualquier guerra militar o diplomática. La guerra de Ucrania está develando la falsedad de las suposiciones en las que se apoyaban estas ideas.
Primero, por supuesto, está el colapso de la pretendida invencibilidad de las fuerzas armadas rusas, que se suponían que tenían mejor equipo que todo el Occidente junto y mucho mejores y mejor entrenados soldados que los occidentales. La falsedad de esto ha quedado demostrada en Ucrania. A pesar de su enorme inferioridad en personal y equipo, el ejército ucraniano no sólo ha frustrado la invasión de su país por los rusos sino que también está comenzando a contraatacar, haciendo que Putin se desdiga de lo que había planteado como el objetivo de su ataque, que ahora dice que no era (como lo dijo tantas veces) traer a Ucrania entera al seno de la Madre Rusia, sino sólo hacer lo mismo pero sólo con una pequeña parte de Ucrania. En su desesperación por ganar, los rusos han cometido lo que sólo puede ser llamando genocidio. Y han dejado en el camino cientos de sofisticados y carísimos tanques y vehículos blindados destruidos por unos proyectiles bien baratos llamados NLAW, diseñados por la empresa Saab de Suecia y proporcionados por el Reino Unido. Analistas militares de todas las potencias explican que el problema no está en el equipo sino en la falta de profesionalismo del ejército ruso.
Por otro lado, el Occidente, en vez de salir corriendo, como mucha gente pensó, ha actuado estratégicamente y ha impuesto graves sanciones económicas sobre Rusia que la están ahogando gradual pero inexorablemente. Rusia, que por tanto tiempo se mostró despreciativa del dólar, dando a entender que lo iba a deshacer mientras acumulaba reservas de dólares, ahora está desesperada por dólares, o euros porque nadie en su sano juicio acepta pagos en rublos y Rusia es un país desesperadamente dependiente de importaciones industriales porque su economía se basa primordialmente en productos primarios—petróleo, gas, metales y agricultura. Su industria militar, aunque fuerte, es una parte pequeña de su economía y también depende en mucho de tecnologías occidentales.
Por supuesto, Rusia todavía tiene sus bombas nucleares y puede desatar el apocalipsis para el Occidente y para Rusia misma y para China y todos los demás, en un suicidio que sería solo explicable si todos los rusos fueran sicópatas y lo dejaran hacer.
Esta es una razón por la que la idea de que la unión de China con Rusia es férrea está probando ser falsa. China no ha apoyado la invasión de Ucrania en las votaciones de las Naciones Unidas sino que se ha limitado sólo a no condenarla. Ese no es un aliado férreo. Ha ofrecido ayuda económica a Rusia en algunos rubros pero con mucho cuidado porque no quiere caer bajo las sanciones económicas impuestas a Rusia, que se transmiten a los que comercian con ella, porque, contra todo lo que muchos dicen, ellos también necesitan dólares o euros—y tecnología occidental. Y no quiere recibir ataques atómicos o meterse en una guerra convencional por la egolatría genocida de Putin.
Todo esto apunta a que, sin duda, la globalización se ha terminado…para Rusia. Con el boicot creciente de los productos rusos, Rusia está siendo aislada del mundo entero— con la excepción de algunos países, todos muy subdesarrollados y con economías débiles, que todavía apoyan el genocidio. Esto también detiene a China de darle un apoyo decidido a Rusia: no quiere caer afuera del mundo globalizado, que afuera de Rusia sigue funcionando y cada vez mejor en el nuevo mundo que está emergiendo después del genocidio ruso en Ucrania.
En contra de lo que obviamente pensó Putin que sucedería, el Occidente se ha unido, no dividido, y está dispuesto a luchar junto. Hay muchos que dicen que los occidentales están siendo tontos porque con las sanciones a Rusia están sufriendo también penurias económicas. Pero es que en términos humanos las sanciones económicas son una manera menos costosa de ahogar a Rusia que confrontarla en una guerra militar. Esa posibilidad está abierta si Rusia ataca a la OTAN, pero por el momento la penuria económica es mejor que la humana. Y, en el proceso, sus economías se van a unir más para enfrentar al enemigo común. La globalización sigue, y más fuerte, sin Rusia, el antiguo socio que ha quedado aislado.
Máster en Economía
Northwestern University