La expansión comercial de China en América Latina en las últimas décadas ha pasado de ser de $7,000 millones a $64,000 millones, pero se vaticina que al ritmo que va puede llegar a ser de $700,000 millones en los próximos 13 años.
Eso es lo que plasma un reciente análisis del Centro de Estudios Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Chile (CEIUC) sobre el auge del país asiático en el continente.
“Uno de los fenómenos regionales del último tiempo es el ascenso de China en ALC (América Latina y el Caribe). China no sólo se ha transformado en el principal socio comercial de una decena de países, sino también ha aumentado significativamente su inversión en distintos sectores, incluyendo áreas estratégicas como recursos naturales, infraestructura y telecomunicaciones”, dice en el documento del Centro de Estudios.
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Los analistas hacen referencia a datos del Foro Económico Mundial, el cual apunta que “el comercio de China con el hemisferio creció 26 veces entre el 2000 y 2020, esperando se duplique al 2035 a más de $700,000 millones”.
Datos incluidos en el estudio, retomados de la Cepal ( Comisión Económica para América Latina y el Caribe), un ente de Naciones Unidas, reseñan que las inversiones de China han mostrado un crecimiento sustancial, pues entre 1990 y 2009, las inversiones extranjeras directas provenientes de China a Latinoamérica fueron cerca de $7,000 millones, pero desde 2010 a 2015 superaron los $64,000 millones.
Confrontación con EE.UU.
El Centro de Estudios también destaca que la mayor presencia china en la región se da en un contexto de una mayor confrontación estratégica con Estados Unidos, cuya “rivalidad” solo parece profundizarse.
“Si hace dos décadas Estados Unidos era el principal socio comercial de nueve de doce países de Sudamérica, en la actualidad China lo ha sobrepasado con excepción de Ecuador, Colombia y Paraguay”, apunta.
Una de las estrategias usadas por el país asiático ha sido criticar la “escasa atención de Washington hacia el hemisferio”, mientras avanza en la firma de acuerdos comerciales, como en el caso de Ecuador y como quiere hacerlo con Uruguay, países a los que ha manifestado su interés de formar parte del Acuerdo Transpacífico, conocido como TPP11. “Estos avances se sumarían a los tratados ya suscritos con Chile, Perú y Costa Rica”, se añade en el documento.
El guiño a El Salvador
El Salvador no escapa a esos guiños, pues China le ha hecho ofrecimientos de donarle obras como un estadio y proyectos de inversión como un nuevo Aeropuerto en la zona oriental-propuesto desde el inicio de la presidencia de Nayib Bukele-, así como la operación del puerto de La Unión y un parque de diversiones paralelo al malecón del puerto de La Libertad.
Paralelamente, el gobierno de Bukele ha elevado el tono de confrontación con Estados Unidos, país donde residen millones de salvadoreños, quienes además han incrementado el envío de remesas.
Según el análisis del Centro de Estudios Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Chile, la inversión de China se va caracterizando por su diversificación, que va desde el sector extractivo, agro-industrial hasta una progresiva participación en sectores estratégicos como el de energía.
Y agrega que dicha inversión ha ido acompañada en muchos países con financiamiento de su banca, en algunas ocasiones bajo su proyecto global One Belt One Road (la Franja y la Ruta).
Para el caso salvadoreño, analistas internacionales como Mary Anastasia O’Grady, columnista del prestigioso medio Wall Street Journal, han advertido que “China está merodeando Centroamérica como un buitre”, pues considera que el país asiático podría tener intereses geopolíticos en el Golfo de Fonseca, un enclave compartido entre El Salvador, Honduras y Nicaragua.
O’Grady afirma que “Bukele está cortejando a Pekín y coqueteando con matones”.
Al mismo tiempo de esas advertencias, un grupo de empresarios chinos está interesado en explotar los recursos marinos de la costa salvadoreña, según lo confirmó el embajador salvadoreño en China, Aldo Álvarez a un medio local.