A estas alturas, después de 2 años de pandemia, creo que todos estamos desesperados por volver a la normalidad. Considero que muchos de nosotros nos hemos arriesgado a proseguir, ya vacunados, con mascarilla-alcohol gel y evitando aglomerarnos. Hemos tratado de dejar de lado nuestro miedo para continuar y seguir adelante. Sin embargo, el aparecimiento de nuevas cepas y mutaciones del virus, como la variante Delta, la Ómicron, ahora la IHU, y mañana serán otras, nos entristece, porque parece que esto nunca va a acabar.
Desde que comenzó esta peste allá por Wuhan, China, y muy a pesar de que ya nos vacunamos al menos con dos dosis de inyecciones de cualquiera de las marcas de vacunas disponibles en el país, hay un millón de personas que no se han inmunizado y por eso siempre escuchamos que la gente se contagia, o acaba en casa recluida con tratamientos caseros tratando de sobrevivir a tal enfermedad.
La posibilidad de seguir adelante con nuestras vidas solo será posible cuando las poblaciones podamos confirmar que aun si nos llegamos a enfermar, nuestros organismos podrán batallar la enfermedad cual una simple gripe y un reposo natural discrecional de recuperación para evitar seguir contaminando a otros. Mientras no tengamos la certeza de que estamos inmunizados y persista el peligro de que el covid-19 nos matará o nos enviará a una Unidad de Cuidados Intensivos, todos debemos ser precavidos en cuanto a nuestras interacciones sociales con los demás. La alternativa de contar con la disponibilidad de una dosis de pastillas para aporrear los síntomas del covid-19 es la promesa más anhelada, ya que ese evento nos daría la seguridad completa de que, aunque nos enfermemos, podemos continuar.
Cada diciembre y enero, El Salvador recibe alrededor de un millón de compatriotas (aproximadamente). La mayoría residen en Estados Unidos. En las vacaciones de fin de año, es una tradición que las playas de La Libertad parezcan barras de estadios de personas amontonadas entre sí. Este año, no ha sido la excepción. ¿Qué consecuencias tendrá esto en los próximos días? No me atrevo a responder...
En otro campo, la educación presencial ha sido verdaderamente atacada por este padecimiento. Aunque soy fiel partidaria de asistir a clases y formarnos en un aula, es muy sabio también tomar la decisión de retornar despacio. No podemos irnos de un solo viaje a esta modalidad, sino que paso a pasito. Midiendo y controlando, creando pruebas piloto para entender si ya estamos fuera de peligro. Probablemente sea una buena idea continuar con una educación híbrida, o semipresencial y con aquellos profesores ya inmunizados que han sobrevivido a la enfermedad. Primero Dios, prudentemente y poco a poco, en unos meses más podremos retornar al ciento por ciento a las entidades educativas que se han preparado para elevar la calidad de sus programas, y que utilizaran la educación digital vía internet como un adyuvante complementario de refuerzo a los estudiantes.
Si nuestra meta es retornar a convivir, en aquellas industrias que persisten la sociabilidad y cercanía, es notable recordar a otros sectores que van más allá de la educación. Por ejemplo, todas las industrias concernientes al entretenimiento, iglesias, recreación, convenciones y eventos de turismo masivo. Es crucial que nos aseguremos primero de que el covid-19 ya no mata a los vacunados, y que tenemos disponibles todas medicinas seguras y simples (como una dosis de pastillas o jarabes) que permitirán que volvamos a estar juntos de nuevo.
Mientras tanto, no olvide su mascarilla cada vez que va a salir o a interactuar con alguien.
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