El Reino de Guatemala en tres mapas ingleses del siglo XVIII

En la Europa de la Ilustración, debido a las enemistades políticas que afectaban a las ciencias, aún era frecuente encontrar errores geográficos plasmados en los mapas.

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Mapa de Bowen de 1747, grabado al metal. Imagen digitalizada procedente de las colecciones especiales de la Universidad de Texas en Arlington.

Por Carlos Cañas Dinarte

2022-01-08 5:57:45

Con escala 1:11,000,000, medidas de 35.0 por 42.0 cm y longitud occidental basada en el meridiano de Londres, el galés Emanuel Bowen (1714-1767) trazó un mapa a lápiz y tinta, en 1747.

Ese trabajo cartográfico fue grabado en bronce, impreso en forma monocromática e iluminado a mano a partir de 1752 (véanse las dos copias incluidas), en el taller tipográfico abierto en la City londinense por los obreros William Innys (1711-1756), John Knapton (1696-1770), Paul Knapton (¿1735?-1770), Thomas Longman (1731-1797) y otros.

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Después, ese trabajo cartográfico fue incorporado a los 22 mapas grabados y reunidos en Navigantium atque Itinerantium Bibliotheca, or A Complete Collection of Voyages and Travels, de John Harris (dos tomos, Londres, T. Woodward, A. Ward, S. Birt et al., 1744-1748).

El mapa de Bowen también fue usado como placa número 58 del primero de los dos tomos de A Complete Atlas, or, Distinct View of the Known World, del propio autor (Londres, taller de William Innys et al, 1752), obra monumental con 79 nuevos mapas en los que el galés retomó los conocimientos cartográficos del alemán Hermann Moll (1654-1732).

Publicadas en 1752, estas dos versiones del mapa de Bowen fueron coloreadas a mano para trazar los límites internos y externos del Virreinato de la Nueva España y del Reino de Guatemala.

Bowen fue un cartógrafo, grabador y librero galés, reconocido por sus atlas y mapas sueltos de diversos países. Fue el cartógrafo oficial de dos monarcas europeos: George II de Inglaterra y Louis XV de Francia. Aunque murió en la pobreza, su trabajo cartográfico ha sido reconocido y justipreciado, pese a sus múltiples errores. Su casa editorial afincada en Londres fue retomada por su hijo Thomas Bowen, quien tuvo entre sus aprendices de taller a Thomas Kitchin y Thomas Jeffreys, después destacados fabricantes de mapas, así como a Mary Cook, Margaret Jermyn y Hannah Bailey, geógrafas cofundadoras de la escuela cartográfica de Tottenham, en la que sus manos trazaron diversos mapas de amplia difusión durante la Europa de la Ilustración.

Pese a las intenciones de Bowen, no siempre sus anotaciones y observaciones fueron completas o acertadas, sino que muchas veces se dejó llevar por su “imaginación geográfica”. Otra característica evidente en sus mapas fue su temor al “horror al vacío”, por lo que aprovechaba cada espacio disponible para rellenarlo con apuntes históricos o de carácter topográfico.

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En este mapa de 1747 y sus variantes polícromas de 1752, el cartucho donde aparece el título de México y la Nueva España muestra a un europeo que mantiene cautivos y sometidos a unos nativos americanos, en consonancia con la leyenda negra de la conquista expandida por la Europa de los siglos XVI al XVIII. Bowen retomó esa imagen del mapa novohispano creado por el geógrafo, librero y editor neerlandés Peter Van der Aa (1659-1733) en La Geographie Moderne (Leiden, 1729) del alemán Abraham du Bois (Mannheim, 1657-New York, 1731).

En el mapa principal de Bowen y sus dos variantes, la costa y el resto del territorio ahora perteneciente a la República de El Salvador aparecen desdibujados, incorporados al Reino de Guatemala y éste, a su vez, figura dentro de la comprensión administrativa y jurisdiccional de la Nueva España.

Muchas de las distancias asignadas por Bowen aparecen erradas (como la de Acajutla a Sonsonate), mientras que diversos topónimos figuran consignados de manera errónea. Entre ellos se encuentran Axacutla por Acajutla, Sansonate por Sonsonate, Toncla por Tonalá, Costa Elvasama por Costa del Bálsamo. Sacatecoluco por Zacatecoluca y Amapalla por Amapala.

Además, Bowen registró un volcán de Izalcos (sic) aunque cabe la posibilidad de que el nombre le fuera asignado al cono del San Marcelino -cuya última erupción ocurrió en 1722- y no al llamado “Faro del Pacífico”, por entonces considerado una fumarola sin cono y cuya mayor actividad comenzaría casi 20 años más tarde, para no detenerse hasta en 1966.

También en el mapa figura registrada la isla de San Juan del Goco (sic: península de San Juan del Gozo), pero sin mención alguna de la bahía de Jiquilisco y con un extremadamente deficiente trazado de la bahía de Amapala o golfo de Fonseca, en donde situó Amapala, pero dentro de la tierra continental y no como el municipio portuario ubicado en la isla hondureña del mismo nombre.