Ido Avigal, un niño de 5 años, quería vivir, cuando fue muerto por un misil lanzado por Hamás. Eli Kay, un joven recién inmigrante de Sudáfrica, deseaba vivir, cuando un hombre armado de Hamás le disparó, al dirigirse al Muro Occidental. Khalil Awad y su hija Nadin, de 16 años, querían vivir, cuando un misil de Hamás lanzado desde Gaza impactó directamente en su casa. Los adolescentes israelíes Eyal, Gilad y Naftali, ciertamente deseaban vivir, cuando fueron secuestrados y asesinados por agentes de Hamás.
Hamás, fundada hace 34 años, es una organización terrorista islamista radical, y es el equivalente palestino del ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria). Aspira a tomar el control e imponer la ley de la Sharía, la ley islámica, en todas las zonas de la Autoridad Palestina. Hamás se opone firmemente a la paz y a la coexistencia y su objetivo declarado es la destrucción de Israel. En lugar de velar por el bienestar de los ciudadanos de Gaza, Hamás utiliza sus recursos para incrementar su capacidad militar, beneficiar a sus propios miembros y perseguir su objetivo de borrar del mapa al Estado judío.
La Franja de Gaza fue tomada en control por Hamás en el 2007 en forma despiadada, mediante un golpe de Estado violento y sangriento, con el fin de consolidar su propio poder. En los catorce años transcurridos desde entonces, a los palestinos de Gaza se les han arrebatado prácticamente todos sus derechos democráticos y humanos. Las protestas contra la economía fallida y la escasez de electricidad, provocadas por Hamas, son respondidas con palizas, arrestos arbitrarios y torturas.
En su carta fundacional, la cual es antisemita y antioccidental, Hamas deja escalofriantemente en claro, que su objetivo principal es “borrar” a Israel “a través de la “Yihad” y ampliar su ley islámica “desde el río hasta el mar”. A fin de conseguirlo, Hamás ha lanzado más de 27,000 misiles y bombas de mortero contra civiles israelíes, desde 2001, incluidos más de 4,300 solamente en mayo de 2021. Hamás no sólo ataca deliberadamente a los civiles israelíes, sino que también lanza sus misiles desde zonas residenciales de Gaza. Disparar contra civiles desde áreas pobladas constituye un doble crimen de guerra escandaloso, y Hamás lo hace por una sola razón: maximizar las muertes palestinas, con el fin de provocar condenas erróneas del Estado judío e instalar un sentimiento antiisraelí en todo el mundo.
Israelíes y palestinos merecen vivir en paz. Hamás, sin embargo, se posiciona firmemente contra los valores de la paz y la democracia y continúa obstinado en la destrucción de vidas y el futuro de ambas partes. 34 años después de su establecimiento, y luego de 14 años desde su violenta toma de control de Gaza, Hamás aún representa uno de los obstáculos más importantes para lograr la paz y la seguridad regional.
Todo aquel que aspire a la paz, debe comprender y reconocer que Hamás es una tragedia. Sencillamente, no podemos dejar Gaza en manos de Hamás.
Embajador de Israel - Residente en Guatemala, Concurrente para El Salvador.