Moluscos vuelven a colonizar Golfo de Fonseca, a dos años de mortandad masiva en esa zona

Verificaciones realizadas por un biólogo apuntan a que ya hay presencia de por lo menos seis especies del golfo unionense.

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El doctor José Enrique Barraza, biólogo marino, realizó en diciembre dos incursiones a la zona del golfo de Fonseca, en La Unión, en donde identificó por lo menos seis especies de moluscos que habían desaparecido en los últimos dos años. FOTOS EDH / Cortesía

Por Susana Joma

2022-01-02 8:00:29

El 2021 cerró con buenas noticias para el medio ambiente. El doctor Enrique Barraza, reconocido biólogo marino salvadoreño, afirmó que varias especies de almejas, conchas, ostras y mejillones (churrias) que se vieron diezmadas en 2019 de las aguas del Golfo de Fonseca, en La Unión, a raíz de una mortandad masiva, ya han comenzado a repoblar la zona.

En su momento el también biólogo Armando Navarrete dijo que la muerte de los bivalvos estuvo vinculada a la presencia del protozoario Perkinsus marinus. que se reportó por primera vez en el país y es altamente letal para los recursos costeros, sobre todo aquellos más vulnerables que habitan en los manglares. Sin embargo, esos resultados quedaron pendientes de verificación.

Barraza explicó que en estos dos años, 2020 y 2021, ha realizado viajes bimensuales de reconocimiento y en dos de sus últimas jornadas ha logrado identificar algunos ejemplares.

Para el caso, en una incursión que hizo el 7 de diciembre en las islas Periquito y la Bahía de La Unión, y luego en otra del 20 de diciembre en las islas Pirigallo y Meanguera, al sur del golfo.

Entre las especies que ya se han comenzado a encontrar nuevamente están el mejillón Mytella guyanensis; una ostra pequeña aplanada y ovalada como es la Crassostrea columbiensis; otra ostra denominada  Sacostrea palmula; también encontró almejas juveniles Leukoma aspérrima, así como los famosos ostiones que son ofrecidos en los mercados de la localidad.

Ostras (Crassostrea columbiensis) sobre la parte baja de un tronco de árbol de manglar, en la isla Periquito. FOTOS EDH / Cortesía

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El biólogo marino, quien es investigador asociado del Instituto de Investigación Ciencia y Tecnología ICTI, de la Universidad Francisco Gavidia (UFG), ha subrayado la importancia de los bivalvos por su valor ambiental, alimenticio y comercial para los residentes de las islas del golfo, quienes a raíz de la mortandad de hace dos años vieron afectada su situación económica y se vieron forzados a buscar otras alternativas económicas.

“Están comenzando a repoblarse los hábitat donde solían habitar estos bivalvos que son importantes para el ecosistema, para peces, para otros organismos marinos, para la alimentación, trabajo y comercio de estos mariscos”, celebró el experto.

Otras de las especies que ya volvieron a colonizar son la Larkinia grandis, más conocida como Casco de burro, que habita en playones estuarinos intermareales y se caracteriza por tener una concha dura, gruesa, de color blanco con una capa negruzca y suele alcanzar hasta 14 centímetros de longitud.

Durante la visita realizada en diciembre contó con el apoyo de Óscar Ramos, un pescador local que junto a su familia le ayudaron en la extracción de algunos de los ejemplares de almejas y mejillones del fango del playón intermareal aledaño a la ciudad de La Unión.

En el golfo también se ha vuelto a reproducir la Magallana gigas, conocida como ostra japonesa o del Pacífico, comentó Barraza.

Venta reciente de ostiones (churrias) en salmuera (agua con sal) dentro de bolsas plásticas en mercado de mariscos de La Unión. FOTO EDH / Cortesía.

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Sin embargo, Barraza afirma que hay especies de bivalvos que aún no se han vuelto a encontrar, entre ellas el ostión, ostra Crassostrea corteziensis, que tiene valvas gruesas, a veces ovaladas, otras alargadas; tampoco la conocida como almeja miona (Iliochinoe subrugosa).

Más allá de la influencia del mortal protozoario, en los últimos años tanto Barraza como Navarrete han mostrado preocupación por la elevada contaminación con heces fecales que tienen las aguas del Golfo, algo que contribuye a la desaparición de las especies.

Barraza no descarta que el fenómeno de mortandad masiva podría volver a ocurrir, como sucede en otras partes del mundo, al señalar que no hubo profundización sobre este fenómeno, que él califica como enfermedad y peste.

Los biólogos han coincidido al señalar que la desaparición de las especies, entre ellas la ostra ostión, incluso habría comenzado en 2013 o 2014, cono resultado también de la sobreexplotación, así como por la situación de lluvias extremas que han afectado al país en distintos periodos y que alteran la química del agua y favorecen el crecimiento de patógenos.

“La recolonización, que tomó 2 años y apenas comienza, requiere que las autoridades pertinentes procuren el uso sostenible de estos bivalvos”, subrayó el biólogo marino.

Entre las especies que aún no aparecen está el ostión ostra Crassostrea corteziensis que se caracteriza por tener un color marrón en la parte externa. FOTO EDH / Cortesía