El nombre científico del árbol es Pouteria campechiana, pero en Mesoamérica se le conoce como guaycume, canistel, mante, zapote amarillo o borracho.
Es una especie vegetal de la familia de las Sapotaceas y es un árbol perennifolio, es decir, que siempre mantiene su follaje.
Esta especie frutal puede llegar a medir hasta 25 metros de altura y su fruto es muy apreciado por su dulce sabor.
Este último es de forma ovoide, con cáscara delgada y lisa, que puede tener color amarillo, naranja, café o verde oscuro. La pulpa es amarilla y muy olorosa. Puede tener de tres a cinco semillas. Por su color parecido a la yema del huevo, también se le conoce como fruta huevo. Es rica en vitaminas A y B, así como minerales.

Hace un par de años, en la red social Steemit, el usuario @galberto compartió una publicación con sus miles de seguidores sobre su experiencia con esta deliciosa fruta 100 % cuscatleca.
El internauta explica a sus followers que fue su papá quién le habló sobre lo que el llamaba guaycumes. “Mi padre me explico que cerca del riachuelo cuando el era joven disfrutaba unos frutos ricos azucarados, que eran de color amarillo cuando maduros y verdes cuando estaban tiernos...”, indica en su publicación.
El biólogo amateur, como él se firma, se internó en una zona boscosa del territorio salvadoreño y llegó a la zona que su progenitor frecuentaba, ahí, buscando en el suelo, se encontró con esos frutos que está seguro son de los que oía hablar a su padre.
El amante de la naturaleza compartió en su perfil varias fotografías del árbol, el cual se cultiva desde México hasta Brasil, pero también se consume en países tan lejanos como Filipinas y Malasia. La madera se usa en construcción y con la fruta se hacen mermeladas, crepes y harinas.

Es muy apreciado en Florida, Estados Unidos, y las islas del Caribe.
Si no los conocías y eres salvadoreño, este es otro de los regalos del ecosistema cuscatleco que crece en suelos secos de forma natural.