La Navidad, a comparación de otros años, se acerca bajo un entorno incierto, en donde aún persiste la pandemia que ha ocasionado el covid-19. Se habla da nuevas variantes como la delta, ómicron, por mencionar algunas. Lo anterior se suma a la búsqueda de respuestas para nuestra sociedad en general de los diversos desafíos que como seres humanos hemos tenido que enfrentar este año 2021, sin mencionar los temas de país y los matices que estos han traído consigo el año que esta pronto a culminar y lo que pueda traer consigo el año 2022 que está prácticamente a la vuelta de la esquina.
Sin embargo, es necesario no olvidar lo que en realidad significa la Navidad. La palabra Navidad procede del latín nativ?tas, nativ?tis que significa “nacimiento”. Alrededor del mundo, los cristianos conmemoramos el Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, acontecimiento importante para quienes profesamos esa religión. Por otra parte, la Navidad no únicamente debe instarnos a ver su significado e importancia bajo el punto de vista religioso. La Navidad también debe vivirse como un espacio en el que se puede compartir con la familia, y me refiero familia a ese núcleo de personas que bajo un mismo techo comparten un espacio físico o que talvez no compartiendo dicho espacio, poseen un grado de consanguinidad o afinidad que los une bajo un cariño, respeto y lealtad los unos con los otros.
La Navidad no debe vivirse únicamente para abrir y obsequiar regalos. Es una época en donde el afecto y la solidaridad se fomentan, logrando un acercamiento y afecto mayor entre los seres queridos. Es un momento en el que se reúnen diversas generaciones, experiencias, historias, que son reflejadas y manifestadas por cada persona que integra esa familia que convive con plenitud y alegría esta fecha tan importante todos los años. La Navidad también se presta para ser un espacio de recuperación de ese tiempo perdido que, por cualquier circunstancia, no pudo ser aprovechado de manera certera a lo largo del año, permitiéndonos poder desarrollar diversas actividades en conjunto y unidos, alimentando nuestra autoestima.
Además, este momento de la vida al que nos acercamos permite poder fomentar aún más la felicidad entre nuestros miembros de la familia, logrando también llenar de paz y alegría ese entorno que se pueda llegar a compartir en la manera de lo posible, sin descuidarnos ni olvidarnos que aun existe una pandemia que nos acecha y sigue latente en nuestro medio. Por lo tanto, motivemos a nuestro núcleo familiar y a nuestros seres queridos en general a vivir con plenitud, resiliencia y fe de esperanza esta fecha del año, mostrando actitud amorosa, generosa y alegre.
No olvidemos que el milagro de la Navidad es que haya amor y alegría en el corazón, más allá de las dificultades y desafíos. Es un tiempo para poder renacer con sinceridad mediante un cambio honesto y permanente, para poder iniciar a preparar un año venidero con optimismo y esperanza, pero en especial y citando las palabras del Papa Francisco: “La Navidad es alegría, alegría religiosa, una alegría interna de luz y de paz”. Vivámosla con esa alegría, pero al lado de la familia.
Master en Tributación Internacional y Asesoría Jurídica de Empresas, Decano de la Universidad Nueva San Salvador