Los salvadoreños en el exterior han sido una pieza fundamental para el nacimiento, el desarrollo y el fortalecimiento de Nuevas Ideas, el vehículo que ha acompañado a Nayib Bukele desde que era alcalde.
Ya sea mediante la recaudación de fondos para su campaña, la movilización de salvadoreños a mítines y a votar, o el facilitamiento de contactos para el ahora presidente en Estados Unidos, algunos de los principales líderes de la diáspora fueron parte clave del ascenso político del mandatario.
Pero esa relación está en un punto muy tenso y ese ha sido uno de los puntos políticos más importantes de todo 2021.
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El presidente de la República no solo está quemando puentes con el gobierno de Estados Unidos, su principal socio y cooperante. También está debilitando la importante relación que alguna vez tuvo con muchos de los salvadoreños que viven en ese país.
Muchos de los líderes de la diáspora están ahora del otro bando. Pasaron de apoyar al presidente y comprometer recursos a su crecimiento y su carrera política, a expresar temor, rechazo y hasta condena a sus acciones.
De socio y amigo a férreo crítico de Bukele
Estas tensiones de los otrora financistas y seguidores de Bukele fueron confirmadas a El Diario de Hoy por uno de los fundadores de “Nuevas Ideas USA” y uno principales líderes del movimiento que le apoyó en su camino a la cima política.
Desde el mismo restaurante donde se fundó Nuevas Ideas USA, en el corazón de Washington DC, lugar donde se reunió en varias ocasiones con Bukele, el empresario Luis Reyes habló con El Diario de Hoy. En la conversación, afirmó que él y muchos otros salvadoreños en el exterior fueron amigos del presidente y creyeron en lo que les prometió. Hoy, afirma, se dieron cuenta que les vendió “humo”.
Al preguntársele por qué apoyó a un mandatario a quien ahora critica duramente, Reyes dijo a El Diario de Hoy que “en ese momento, había una desencanto con los partidos tradicionales. Entonces vino Nayib y confiamos: es una persona joven, creímos que iba a venir con las nuevas ideas, es una persona muy elocuente, decía lo que las personas querían escuchar y fue así como nos involucramos y nos entusiasmamos con su mensaje”.
Él y otros miembros de la diáspora destacaron que el ahora presidente hizo algo que nunca habían visto antes: se atrevió a criticar a los políticos tradicionales de derecha y de izquierda.
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En un país polarizado, esto supone una profunda novedad. Bukele rompió el sectarismo y el sentimiento tribal en la política salvadoreña. Ya no se trataba de defender a un grupo de corruptos, el propio, mientras se denostaba a los contrarios. Él atacaba a todos por igual y eso les gustó.
Además, les prometió un país moderno, próspero, con oportunidades para todos. “Nos entusiasmó la idea de un país donde emigrar fuera una opción, no una obligación como nos tocó a finales de los setentas y ochentas”, dijo.
El desencanto
Rápidamente las promesas del joven mandatario se transformaron en humo y la esperanza de la diáspora, en profunda decepción.
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El desmantelamiento institucional, la militarización creciente del país, las violaciones a los derechos humanos y hasta la imposición de candidatos en las primarias de Nuevas Ideas empujaron a muchos líderes de la diáspora a romper filas con Bukele.
Pero lo que más le recriminan es que esté rompiendo vínculos y tensando la relación con Estados Unidos, país al que afirman deberle muchísimo y que les ha ayudado a ellos a crecer y a sus familias a subsistir.
Asimismo, existe el temor de que la deriva autoritaria y la retórica antiestadounidense del presidente ponga en riesgo la frágil situación migratoria de cientos de miles de salvadoreños.
En resumen, la diáspora resiente que mientras el presidente continúa su pleito con Estados Unidos, los afectados son ellos y sus familias.