El pasado 10 de octubre se celebró el Día Internacional de la Salud Mental. Por desgracia, estos temas no suelen ser discutidos como se debería, especialmente en Latinoamérica; sin embargo, es tiempo de que se abran espacios para hablar de ellos. Para discutir sobre esta situación tuve el privilegio de hablar con Álvaro Morales, psicólogo salvadoreño reconocido por su trabajo con niños, quien explicó algunos aspectos sobre el tratamiento de la salud mental en El Salvador.
Nuestro estado mental es tan importante como cualquier otro aspecto de nuestra salud. Según la Asociación Mexicana de Investigación Farmacéutica (AMIIF), “la salud mental es un fenómeno complejo determinado por múltiples factores sociales, ambientales, biológicos y psicológicos, e incluye padecimientos como la depresión, la ansiedad, […]”. Morales dice que, para poder vivir una vida lo más completa y estable posible, “es necesario que tengamos acceso a la salud mental”. Ello nos permite desarrollar nuestras potencialidades vitales que influyen en cada ámbito de nuestro día a día.
Como se mencionó antes, el trastorno de ansiedad es una de las afecciones más comunes en materia de salud mental; según la OMS, más de 260 millones de personas en todo el mundo padecen de él. Lastimosamente, en muchos de nuestros países latinoamericanos impera la desinformación, lo que genera que la salud mental sea vista de menos y dificulta que estas enfermedades sean correctamente atendidas.
En mi experiencia personal, por casi diez años, mi mamá y mi abuela buscaron explicaciones para esas palpitaciones tan fuertes donde, como ellas lo describen, parecía que “se me salía el corazón”; mis gritos desesperados y mis ataques de pánico no cesaron, hasta que me llevaron con una psiquiatra quien me diagnosticó con ansiedad. Desde ese momento, pude acomodarme de algún modo a mi condición y saber que tener esa sensación es completamente normal. Si mis pobres madres hubiesen sabido desde el principio que los problemas mentales pueden afectarnos tanto como lo hacían en mi infancia, se hubieran ahorrado preocupaciones.
En países como El Salvador, la falta de conciencia sobre estas problemáticas propicia la estigmatización contra personas que padecen de alguna condición mental. Gracias a este fenómeno, se les niegan a muchos servicios de sanidad mental e, incluso, se les discrimina. Cuidados vitales como ir a terapia, visitar al psiquiatra o tomar medicamentos suelen confundirse con locura y muchos, por eso, se privan de esos derechos (aunque también depende de factores económicos y sociales).
En este sentido, le pregunté a Morales: “¿Qué tan importante crees que es para nosotros como sociedad salvadoreña conocer acerca de la salud mental?”. Él respondió: “Yo creo que los salvadoreños tenemos que entender que la salud mental es parte de un proceso más amplio, que es la salud integral”. Comprender esto es fundamental para que se le dé la importancia debida a estas cuestiones.
Además, Álvaro agrega: “En El Salvador, está fallando el acceso a la salud, y si apenas tenés acceso a un médico en el sistema público, es más difícil acceder a un profesional de la salud mental”. Así, muchas personas de escasos recursos pueden estar sufriendo de un padecimiento mental sin siquiera saberlo por el acceso reducido que tienen a la salud.
Debemos tener presente que los temas de salud mental no nos son ajenos, pues siempre absolutamente todos tendremos la necesidad de una vida emocional estable. Es por eso que urge visibilizar las problemáticas relativas a la salud mental. Además, el gobierno debe procurar que los salvadoreños tengamos acceso a los servicios necesarios para prevenir enfermedades mentales, así como facilitarles la rehabilitación a las personas que sufren de estos padecimientos.
Estudiante de Ingeniería de Negocios, ESEN
Miembro del Club de Opinión Política Estudiantil (COPE)