En el cementerio general de la ciudad de La Unión se encuentra, desde hace 146 años, la tumba donde fueron enterrados los restos del doctor John Félix Flint, cónsul de los Estados Unidos en El Salvador, quien murió el 17 de agosto de 1875.
Al diplomático le sobreviven tres miembros de la familia de la cuarta generación, que son los encargados de mantener el recuerdo y llevarle flores cada 2 de noviembre a la sepultura de su tatarabuelo. La tumba del diplomático es de cemento y la plancha del frente es de mármol.

José Alberto Flint vive en La Unión y conserva una fotografía de su tatarabuelo, así como el acta de defunción, la cual registra que su pariente falleció tras ahogarse en la playa de Punta Gorda (donde ahora es el puerto de La Unión), al intentar rescatar a una señora que se estaba ahogando.
En esos años los consulados estaban en los puertos, en el caso de aquí era el puerto de Cutuco, la oficina estaba en la ex punta la Rábida donde ahora está un restaurante. El cónsul se casó con una mujer de La Unión y procrearon dos hijos, un varón y una mujer.
José dice que, según la historia del fallecimiento del cónsul, se encontraban con un grupo de personas de la sociedad que habían llegado de diferentes partes del país a bañarse a Punta Gorda, y de repente una señora se estaba ahogando.

Fue entonces cuando “el cónsul se metió a sacarla, y al parecer le dio una indigestión y fue la causa por la que murió, nosotros conservamos esa acta de defunción”, agregó José Alberto.
Pocos conocen la historia que encierra esta tumba de color amarillo en medio del cementerio unionense, una historia de solidaridad y sacrificio.