No destruyan nuestro Centro Histórico ni perjudiquen más a su gente

La gracejada del régimen afecta a los comercios de la zona y, con ellos, a sus empleados, a sus proveedores, a toda la cadena económica del país, a lo que se suma la interrupción del tráfico en la Avenida España /Avenida Cuscatlán e intersecciones vecinas, ¡por tres años!

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Por El Diario de Hoy

2021-10-13 7:27:35

La construcción de una nueva Biblioteca Nacional, que puede durar hasta tres años, implica la destrucción de una parte importante del Centro de San Salvador y el cierre del eje Avenida España/Avenida Cuscatlán.

De entrada los comercios de la zona, en su mayoría medianos establecimientos que a fuerza de sacrificios han logrado sobreponerse a las duras condiciones resultantes de la pandemia, además de superar los imparables torrentes de ocurrencias del régimen, prácticamente estarán forzados a cerrar. Son fuentes de trabajo que se pierden en un momento en que más y más salvadoreños están cayendo en la pobreza.

Hay que recordar que el comercio tradicional del Centro Histórico ya tuvo que soportar el desorden instaurado a mediados de los años 80 por el régimen democristiano, que prometió establecer “zonas peatonales” atractivas en las calles Delgado/Arce, pero que sólo terminó de convertir al corazón de San Salvador en un mercado persa, con ventas ambulantes bloqueando negocios formales, calles inviables para el tránsito de vehículos y suciedad por todos lados.

En esta ocasión, pudieron haber buscado otro lugar para la obra que no afectara ni un edificio protegido del Centro Histórico ni al comercio de la zona ni constituyera un tiro de gracia para negocios, compradores y visitantes. Nadie gana pero el país y nuestra ciudad pierden, cuando lo que necesitamos es que en algo los salvadoreños puedan estar mejor que antes o, al menos, no continuar en la ruta al descalabro.

Además y como ya hemos anotado, no se puede hacer buena y menos excelente arquitectura basándose en fotografías, a menos que se trate de un concurso internacional para diseñar una catedral, un centro de convenciones, puentes o estructuras, lo que es usual en todas partes...

Pero un centro histórico es otra cosa, por lo que el proyecto del régimen para “sacarle la lengua” a los estadounidenses es, no solo inaudito, sino que se hace a un enorme costo de la gente, de la vida comercial, del aspecto de nuestra ciudad.

Que el conglomerado, “el pueblo”, no está nada contento con los desmanes del régimen lo evidencia la multitudinaria marcha espontánea del 15 de septiembre, fecha en que Bukele creyó que iba a presentar una “nueva constitución” para perpetuarse hasta que San Juan bajara el dedo, pero que no pasó de una ceremonia privada frente a Casa Presidencial en la que se cuenta que se tuvo al Cuerpo Diplomático de pie por más de una hora, acto que luego se pasó por cadena de radio y televisión forzada.

Pero bien se dice: se puede engañar a toda la gente parte del tiempo, a parte de la gente todo el tiempo pero no a toda la gente todo el tiempo, como se puso en contundente evidencia el 15 de septiembre, el Doscientos Aniversario de la Independencia de Centro-América, una fecha que ha demostrado tener su propio Ángel de la Guarda, su “férrea barrera” que le protege “contra el choque de ruin deslealtad”, como dice el Himno Nacional.

No les importa arruinar al país pues ya tienen arregladas sus vidas

La gracejada del régimen afecta a los comercios de la zona y, con ellos, a sus empleados, a sus proveedores, a toda la cadena económica del país, a lo que se suma la interrupción del tráfico Avenida España /Avenida Cuscatlán e intersecciones vecinas, ¡por tres años!

¡Nada menos que eso!

Pero la terquedad es terquedad, granítica terquedad, cuando no afecta al terco. Que se hunda el Titanic si el terco ve la tragedia desde un peñón seguro para él y sus allegados...
Destruir un Centro Histórico es una muestra de que al régimen le importa un bledo el bienestar y la seguridad de los salvadoreños...