En vísperas del 15 de septiembre, fecha gloriosa en que celebramos los 200 años de nuestra Independencia, en el corazón de todos los salvadoreños que amamos a esta tierra que nos vio nacer, surge una plegaria ferviente para que Dios salve a esta Patria, tan ofendida e irrespetada en sus símbolos y en su pueblo por esos malos hijos que han vilipendiado nuestra Constitución y pretenden hacer historia, fundando una nueva Patria.
Para desagraviar a la Patria herida, cito una poesía del insigne poeta Don Francisco Gavidia, quien tomando voz de abuelo se dirige a sus nietos, exaltando el valor de aquellos héroes que lucharon denodadamente contra las tropas mexicanas que pretendían la anexión al Imperio de Iturbide, y encarando a las nuevas generaciones exhortándolas a luchar para defender a la Patria en peligro.
“EL ABUELO Y LOS NIETOS” (FRANCISCO GAVIDIA 1863-1955)
“Vamos a ver, ¿qué dices de los que así te oprimen?
¿Qué dices, ciudadano, de los hijos del crimen?
¿No ves, no oyes, República, que lloran y que gimen
Los hijos de los héroes que guiaba Morazán?
La justicia está muerta. La ley escarnecida.
La conciencia, jadeante, muda, entenebrecida.
Las costumbres impuras y la Patria sin vida.
Las almas sin virtudes, y las bocas sin pan.
El tirano está puesto, semejante a una araña,
En el centro domina, traiciona, roba, engaña,
Su red sólida y firme tiene una urdimbre extraña,
Monstruosa, en que las almas se enredan y él apaña:
Dinero, fe y conciencia con el bien, con el mal.
Él es justicia y jueces, pues los ha sobornado.
Dice: “Yo soy la Ley y yo soy el Estado:
Soy la Moral, la Historia porque yo la he comprado.
Si el que apalea y mata es grande: yo he matado
Salve al becerro de oro, hosanna al dios puñal.”
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“Aquéllos eran otros, vosotros no sois ellos.
Ellos eran sublimes, libres, gigantes, bellos.
Su cólera, relámpagos, sacrificio, destellos:
Hacían de la Patria su Dios, su Religión.”
“Vosotros, descendientes de todos esos bravos
Que probaron no siendo ha poco, sino esclavos,
Que tenían derecho a la Cruz y a los Clavos,
Hijos de aquellos mártires: veneráis a un traidor.”
Las palabras del poeta nos animan a luchar denodadamente por defender esas libertades conseguidas con dolor y sangre durante los 12 años de la guerra fratricida, y que por fin logramos con los Acuerdos de Paz, que fueron los pilares en que volvió a reconstruirse nuestra débil democracia. Debemos luchar por ella, sabiendo que es la salvaguarda para tener un futuro de paz y prosperidad. En las gloriosas estrofas de “La Oración a la Bandera”, David J. Guzmán nos recuerda que la Patria es el aire, la tierra, la familia, la religión, rodeada de lagos y volcanes, bajo cielos de púrpura y oro.
Hagamos nuestra esa oración: “Patria, en tu lengua armoniosa pedimos a la Providencia que te ampare....” “Bandera de la Patria, símbolo sagrado de El Salvador, te saludan reverentes las nuevas generaciones...” Y luchemos, cada uno en el lugar que le corresponde, trabajando con esfuerzo y tesón, para poder exigir con la fuerza de las leyes, y de los profesionales del Derecho dispuestos a defender, a pesar de los peligros y amenazas, la Constitución Política, actualmente en peligro de muerte. El Divino Salvador del Mundo y la Virgen de la Paz, nuestra Patrona, bendigan y protejan a El Salvador, en este Bicentenario de la Independencia.
Maestra