Nadie elige vivir; es la vida quien nos elige. Tampoco elegimos dónde nacer, vivir, morir, nombre ni a quién amar. Según algunos, eso lo decide el “destino”, también llamado fatum, hado o sino. Tratamos de elegir qué vida y cómo vivirla (lo que no siempre es posible). De no lograrlo, nos conformamos con “vivir por vivir”, cuando no hay una razón que nos haga hacerlo a plenitud. Una forma de morir es seguir viviendo sin vivir, lo que no es ciertamente vivir. Somos dueños de la vida cuando ella es dueña de nosotros. La misma que -además de ser prestada por el gran Espíritu- suele ser arrebatada por la realidad del mundo o del mismo “destino”, opuesto al libre albedrío o libertad. “El destino es quien baraja las cartas pero somos nosotros quienes las jugamos”, dijo Shakespeare, el inmortal. Según el llamado “Determinismo” todo acontecimiento y acciones humanas son determinados por la ley de “Causa y efecto”, según la cual el “hoy” determina nuestro futuro. Éste, como producto de nuestras decisiones previas. Vivir o morir la vida es nuestro gran desafío. Si amamos la vida, ella nos amará; si la conquistamos, ella nos conquistará. De lo contrario, seremos tan sólo títeres del Hado inmemorial. Viviendo sin vivir el divino prodigio. <“La Felicidad es Cuento” C. Balaguer-Amazon>
Vivir o morir la vida

2021-07-28 5:47:02