Ilusión

Lo más seguro es que, a la vuelta de un año o dos o tres, según las ilusiones que se vendan, las personas se desencantarán del coach, consejero o político que les quiera hacer creer que las cosas “se dan” porque uno quiere que se den.

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Los cuatro cuerpos fueron llevados aye a Medicina Legal luego de las diligencias correspondientes donde fueron hallados. Foto EDH / Francisco Rubio

Por Jorge A. Castrillo H.

2021-07-16 9:50:41

Ella vive ilusionada con encontrar al hombre que la hará feliz. Mientras éste llega, ella se ocupa de su apariencia, de sus maneras, de su formación. Penélope, casada y con hijos, se aferra a la ilusión de que su amado esposo volverá y habrán de retomar la vida en el punto exacto donde la dejaron cuando él se fue ilusionado a buscar otros horizontes en los que pueda sentirse útil y productivo después de haber intentado infructuosamente casi todo lo que se le ocurrió hacer en su suelo para conseguir el dinero necesario para vivir. Aquél se ilusiona cada vez que piensa en lo bien que lo pasará cuando llegue ese golpe de suerte y pueda salir de deudas. Siempre que termina un año, el estudiante crea la ilusión que el próximo sacará las mejores notas porque quiere obtener esa beca que le permita continuar con sus estudios. El novel emprendedor se ha creído que si piensa que su producto es bueno y que lo produce y sirve de la mejor manera, la única opción para su naciente emprendimiento es el crecimiento continuo. El trabajador agrícola asume que el sol saldrá cada día del próximo año, que el agua bañará sus tierras limpias, trabajadas y sembradas de las semillas que planta con la ilusión de verlas florecer y fructificar libres de plagas, sequías, inundaciones y latrocinio. Los docentes se ilusionan pensando que su cotidiano trabajo producirá hombres y mujeres de bien en el futuro mediato. Nuestro buen amigo dice que la ilusión es 1. Esperanza, con o sin fundamento real, de lograr o de que suceda algo que se anhela o se persigue y cuya consecución parece especialmente atractiva. 2. Sentimiento de alegría y satisfacción que produce la realización o la esperanza de conseguir algo que se desea intensamente.
Las ilusiones son importantes para la vida. Proveen de las energías que necesitamos para actuar. Ilusionados tenemos más ganas de trabajar, de inventar, de probar cosas nuevas. Pero no podemos sólo vivir de ilusiones. Porque no todas se cumplen. Sobre todo, si por mucho ilusionarnos “nos empiscuchamos” y no pasamos de la fase de trabajar por lo que creemos. Muchas veces, todos lo sabemos, no es suficiente nuestro empeño, por mucho que pongamos en nuestra acción, si las condiciones externas no nos son favorables. Si el estudiante no estudia, por mucho que lo desee no aprenderá. Si no lo hace regularmente, sino que lo deja todo para último momento e improvisa, no siempre aprobará la materia. Por eso es que las desilusiones son tan impactantes. Nos hacen volver a la realidad, nos hacen poner los pies en la tierra y, lamentablemente, darnos en los dientes con las piedras. “El que vive de ilusiones muere de desengaños”, dice el dicho.
Muchos de los actuales charlatanes que abundan hoy en las redes, quieren hacer creer a sus lectores (escuchas/ fans o como los quiere llamar), que una ilusión es lo que se debe tener, que hay que ilusionarse y creer con fuerza para que ¡zas! por arte de magia las cosas sucedan. Es lo que hacen los ilusionistas. Hacer creer a las personas que lo importante es lo que ellas piensen y deseen. “Visualice sus metas” les dicen, “si así lo hacen es seguro que logrará todo lo que se proponga”. Pero lo más seguro es que, a la vuelta de un año o dos o tres, según las ilusiones que se vendan, las personas se desencantarán del coach, consejero o político que les quiera hacer creer que las cosas “se dan” porque uno quiere que se den. El fútbol salvadoreño es una de las mejores escuelas para la ilusión. Cada cierto tiempo veo que se contrata a un mago operativo de quien se espera que, en unos meses, haga magia con lo que encuentre. No se nos ocurre ponernos a trabajar –ilusionados- para el mediano y largo plazo. Urgentistas como somos, todo lo queremos para ya, y creemos que lo que tenemos será suficiente. Ojalá que esta vez se pueda, sinceramente lo deseo. La política es la otra de esas escuelas por excelencia.
Iluso llama el DRAE a la 1. “persona que se deja engañar con facilidad, generalmente porque cree que todo el mundo actúa con buena voluntad (¡qué dura esta última parte pero qué real: No todos actuamos de buena voluntad!) y también a la 2. Persona que tiende a hacerse ilusiones con facilidad y sin fundamento para ello.
Tenemos que pasar de ser un país de ilusos a un país de ilusionados trabajadores.

Psicólogo/psicastrillo@gmail.com