En el espectro filosófico, epistemológico y lógico una falacia es un razonamiento que, a pesar de contar con un argumento válido, en realidad no lo es. En este sentido, una falacia es un razonamiento erróneo, y las inferencias o conclusiones que emanen de estos no pueden ser aceptadas.
En el escenario político contemporáneo abundan las falacias en los discursos y en las narrativas, como herramientas discursivas o, generalmente, por ignorancia.
Existe una taxonomía amplia de falacias: Ad Antiquitatem; Ad Baculum; Ad Consequentiam; Ad Crumenam; Ad Hominem; Ad Ignorantiam; Ad Lazarum; Ad Misericordiam; Ad Nauseam; Ad Novitatem; Ad Numerum; Ad Odium; Ad Populum (sofisma populista); Ad Silentio; Ad Verecundiam; Afirmación del Consecuente; Ceteris Paribus; Falso Dilema o Bifurcación; Francotirador o Pistolero; Hombre de Paja; Ignoratio Elenchi; Non Sequitur; Post Hoc, Ergo Propter Hoc; Tu Quoque; entre otros. Veamos algunos casos aplicados:
Falacias no formales: son razonamientos en los cuales lo que aportan las premisas no es adecuado para justificar la conclusión a la que se quiere llegar. Se quiere convencer no aportando buenas razones sino apelando a elementos no pertinentes o, incluso, irracionales. Ejemplo: “Cualquier producto se puede comprar con monedas. El Bitcoin es una moneda virtual. Luego, puedo comprar con el Bitcoin cualquier producto”.
Falacia ad ignorantiam: Esta falacia intenta dar por hecha la veracidad de una idea por el simple hecho de que no se puede demostrar que es falsa. Ejemplo: “Nadie puede comprobar que el gobierno de El Salvador no pueda hacer un aeropuerto en oriente. Luego, este aeropuerto se construirá”.
Falacia ad verecundiam: vincula la veracidad de una proposición a la autoridad de quien la defiende, como si eso proporcionase una garantía absoluta. Ejemplo: “El presidente ha dicho que tendremos el hospital más grande de Latinoamérica. El Hospital de El Salvador es el más grande porque el presidente así lo ha dicho”.
Argumento ad consequentiam: En este tipo de falacia se intenta hacer ver que la validez o no de una idea depende de si aquello que se puede inferir a partir de ella resulta deseable o indeseable. Ejemplo: “El Alcalde no puede estar en la Lista Engel ya que no hubiese ganado las pasadas elecciones”.
Generalización apresurada: Es una falacia que se comete al inferir una conclusión general a partir de una prueba insuficiente. Ejemplo: “En el país han bajado los homicidios, hemos comprado camas para todos los hospitales, hemos entregado computadoras a los estudiantes. Luego, todos los indicadores del país han mejorado”.
Falacia anecdótica: En esta falacia el problema está en que partimos de observaciones anecdóticas para llegar a conclusiones. Aquí el problema no es tanto la falta de información, tal y como ocurre en la generalización apresurada, sino más bien la mala calidad de la información de la que se parte. Ejemplo: “La gente ya no migra por que están bajando los homicidios y porque somos el país que más vacunamos”.
Falacia del hombre de paja: En esta falacia no se critica las ideas del oponente, sino una imagen caricaturizada y manipulada de estas. Ejemplo: “Llamen a las potencias mundiales, el loco de la Gavidia dice que en julio se termina la pandemia” (Lo que pronosticaba el fin, era el modelo Mathlab de Milan Batista, cargado con la basura de datos que ponía el gobierno en la página oficial).
Post hoc ergo propter hoc: Es una falacia que consiste en hacer creer que una cosa es causa de otra por el hecho de suceder antes. Ejemplo: “Compré 100 dólares en Bitcoin hace una semana y ahora tengo 150; seguiré comprando y en un par de años seré millonario”.
Falacia ad hominem: Por medio de esta falacia se niega la veracidad de ciertas ideas o conclusiones resaltando las características negativas (más o menos distorsionadas y exageradas) de quien las defiende, en vez de criticar la idea en sí o el razonamiento que ha llevado a ella. Ejemplo: “El presidente no se graduó de ninguna carrera. Luego no puede pensar ni hacer nada bueno”.
Falacia de punto medio: En la falacia de punto medio, se adopta una posición pretendidamente equidistante sin tener en cuenta si toda la información considerada es igualmente válida y consistente. Ejemplo: “Todos los políticos de derecha son corruptos. Todos los políticos de izquierda son corruptos. Sólo los que no tienen ideología son honestos”
Falacia tu quoque: En este tipo de falacia informal se crea la ilusión de refutar un argumento señalando que la persona que lo propone no actúa de manera consecuente con esa idea. Ejemplo: “Ustedes nombraron a sus propios Magistrados para defender sus intereses. Hicieron las cosas peores que nosotros…”.
Falacia de composición: Es un error que consiste en inferir que algo es verdadero acerca de un conjunto o grupo solo porque es verdadero acerca de una o varias de sus partes o componentes. Ejemplo: “Si un político es honesto puede ganar la presidencia. Si todos los candidatos son honestos pueden ser presidentes”.
Falacias formales: Las falacias formales lo son no porque el contenido de la premisa no permita llegar a la conclusión a la que se ha llegado, sino porque la relación entre las premisas hace que la inferencia no sea válida. Ejemplo: “Si no usa mascarilla puede contagiarse de Covid. Hoy no usé la mascarilla. Seguro ya tengo Covid”.
Falacia de Término medio no distribuido: En esta falacia el término medio de un silogismo, que es el que conecta dos proposiciones y no aparece en la conclusión, no cubre en las premisas a todos los elementos del conjunto. Ejemplo: “Todos los seguidores en Twitter del presidente tienen Wallet. El periodista “X” sigue al presidente. Luego el Periodista “X” tiene Wallet”
Ejemplos sobran para comprender en falaz mundo de la política. Pero lamentablemente también tenemos que decir un par de palabras sobre la ausencia de la “lógica” de los contenidos curriculares del sistema educativo. Muchos de nuestros políticos -además de su inmoralidad notoria- no saben diseñar o elaborar ideas coherentes y sufren de esta doble traición: la ética y la ignorancia…
Investigador Educativo/opicardo@asu.edu