Coleccionar billetes es una práctica desconocida entre los salvadoreños pero que de a poco ha tomado fuerza, sobre todo, por un legado familiar o simple curiosidad de tener parte de la historia en sus manos. Uno de los salvadoreños que más conoce y se apasiona en el tema es Rogelio Gallardo, de 41 años.
Él recuerda cuando su papá viajó a Guatemala y a su regreso le dio varios quetzales, en ese entonces tenía 12 años, pero desde que vio aquellos billetes diferentes a los colones los guardó como un tesoro preciado.
“Cada vez que viajaba un tío o un vecino le decía que me trajera billetes y así cada vez tenía más y más”, rememora Gallardo.
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Al principio los acumulaba en sobres pero con los años fue especializándose más en el área conocida como numismática, que es el estudio y coleccionismo de monedas, billetes, medallas y fichas.
En la actualidad tiene 3,725 billetes de 177 países, que resguarda cuidadosamente en pesadas carpetas diseñadas exclusivamente para protegerlos de la humedad o cualquier otro material.
En total, tiene 20 carpetas seleccionadas por regiones, una es exclusiva de países suramericanos, otra de Europa, Asia y así hasta recorrer todo el mundo.
Aunque no da una cifra estimada del valor monetario de toda su colección dice que, por lo menos, en tres folios hay $10,000, ya que cada billete tiene su historia y dependiendo del año en que se imprimió así será su valor, detalla.
Piezas son un tesoro
Mientras abre una de sus carpetas, Rogelio hace énfasis que los más difíciles de conseguir son los billetes de África, porque no hay muchos viajeros a ese continente. Él los colecciona por fecha y firma y, los identifica con las banderas, aunque sabe el nombre de todos, desde el som, de Kirguistán hasta el forinto, de Hungría.
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Cada vez que puede manda a traer más ejemplares y lo hace por medio empresas de envío, junto a otros coleccionistas. “Esto (coleccionismo) me llena de satisfacción, uno pensaría que solo gente que tiene dinero lo hace, pero no, cualquiera lo puede hacer, siempre y cuando tenga el interés”, agrega.
Además añade que muchos coleccionistas empezaron por un regalo de algún familiar o porque viajaron a un país y, de a poco acumularon el dinero.
Esa misma pasión hizo que otros salvadoreños se unieran y crearan formalmente en el 2019 la Asociación Numismática de El Salvador (ANEL), hacen reuniones el último sábado de cada mes para compartir las nuevas piezas que han conseguido, para exponer sus colecciones o para intercambiar.