Pétreas, es decir, grabadas en piedra, para que no puedan borrarse. Como los Diez Mandamientos de la Ley, que Dios dio a Moisés en el Monte Sinaí y siguen vigentes, sin que nadie se haya atrevido jamás a modificarlos. Y es por eso que en nuestra Constitución son cláusulas pétreas, las que se refieren a la forma de gobierno (republicano), sistema de gobierno (democrático y representativo) y alternabilidad en el ejercicio de la presidencia (no reelección).
Pero los funcionarios de Bukele, demostrando una vez más ignorancia supina, falta de patriotismo y vergonzoso sometimiento a los caprichos del gobernante, están dispuestos a pasar encima de esas cláusulas, que reflejan su falta de respeto a nuestra Carta Magna y su desprecio hacia su condición de abogados y diputados, que juraron defender el Estado de Derecho y las leyes de la República.
El equipo encabezado por el vicepresidente Ulloa, que desde que ostenta ese cargo ha olvidado los criterios que anteriormente externó en defensa de la institucionalidad, no es plural ni representativo, como lo han expresado prestigiosos jurisconsultos que defienden lo expresado en las cláusulas pétreas. El equipo inicial ya se vio disminuido por la renuncia de algunos de sus miembros, quedando reducido al vicepresidente y dos abogados más, que parecen no poseer los perfiles académicos requeridos para realizar un verdadero estudio de la Constitución.
La falta de ética de algunos candidatos a magistrados de la CSJ quedó demostrada en las entrevistas, al afirmar que favorecen cambiar las cláusulas pétreas y apoyan la destitución de los magistrados. Otros funcionarios justifican la reelección presidencial (de Bukele, por supuesto) o consideran el plebiscito y el referéndum como ejercicios importantes para escuchar la voz del pueblo. Olvidan que precisamente el gobierno representativo permite que el pueblo (que no entiende de leyes) elija, por medio del voto, a personas idóneas para que lo representen.
Recordemos que en Austria, por medio de un referéndum, el pueblo decidió unirse a la Alemania de Hitler, creyendo que era lo mejor. En Costa Rica, se hizo un plesbicito para preguntar al pueblo si convenía firmar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, habiendo ganado el SI porque así lo demostró la publicidad. Pocos votantes se tomaron la molestia de leer el larguísimo y complicado documento. Pero el proceso costó varios millones de colones.
Recientemente don Dagoberto Gutiérrez afirmó que la Constitución no era asunto de jurista, sino de políticos, y que era importantísimo escuchar la voz del pueblo en un referéndum. No podemos olvidar que precisamente ese pueblo dejó escuchar su voz de manera aplastante al elegir como presidente a Nayib Bukele y nuevamente le dio carta blanca con una abrumadora mayoría en la Asamblea Legislativa, dando jaque mate a la separación de poderes, que garantiza la salud de la democracia. Las acciones realizadas por esa bancada cyan son una muestra de la calidad de personas que el pueblo eligió y que debutaron el 1M con la destitución de los magistrados de la Sala lo Constitucional, del Fiscal General, de enviar al archivo cientos de iniciativas de ley, en espera de las órdenes del Presidente. Todo con dispensa de trámites y sin análisis ni discusión alguna.
Una prueba de la ignorancia de muchos diputados sobre la Ley del Bitcoin, que ellos aprobaron y ni siquiera leyeron, al declarar que su uso era opcional y voluntario, aunque en el artículo 7, en menos de dos líneas, dice claramente que su uso es obligatorio. Hay que evitar a toda costa este atentado de atreverse a borrar lo imborrable, porque esas cláusulas están inscritas en piedra.
Maestra