La mañana del 4 de junio, Julio César Barrientos, de 58 años, sacó a pastar sus vacas, como de costumbre, en una de las calles lodosas del cantón Llano doña María, en Ahuachapán, cuando a la salida de su casa se encontró con su vecino Jaime Adalid, quien anteriormente le había advertido que no pasara por la calle con el ganado, porque hacía lodo y dejaba estiércol, lo que le ha afectaba cuando él pasaba con su vehículo.
Jaime Adalid, de 31 años, hizo el reclamo días atrás, pero esa mañana se originó una nueva discusión, pero esta vez terminó en un acto de intolerancia: Jaime Adalid desenfundó su arma de fuego y mató a Julio César, según consta el requerimiento (acusación formal) judicial.
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Jaime Adalid Salvin Conrado, quien es agente activo de la Policía Nacional Civil, según él mismo documento judicial, compareció en audiencia inicial el 10 de junio en el Juzgado Segundo de Paz del municipio de Ahuachapán, donde fue acusado de homicidio agravado y por el cual puede enfrentar una pena de entre 20 y 30 años de prisión.
Según el relato de los hechos, tras recibir los cuatro disparos, don Julio César fue trasladado al hospital más cercano en Ahuachapán, donde horas más tarde murió.
El documento judicial establece que el policía huyó del lugar del crimen, pero luego fue localizado y capturado por otros policías de la zona. En las investigaciones iniciales no se detalla si el policía tenía aún su arma, con la que mató a su vecino y si está era la asignada por la corporación policial.
El cantón Llano de Doña María es un lugar muy pacífico y durante muchos años sus vecinos nunca habían presenciado un hecho de violencia como el de ese día. Por eso a muchos les causó indignación y denunciaron el hecho en redes sociales. “Como cantón estamos dispuestos a apoyar a la familia doliente. Llevamos años conociendo a don Julio y pedimos que la persona que le quitó al vida pague por lo sucedido, sin favorecerlo por ser integrante activo de la Policía” se lee en una publicación de Facebook de un perfil de la comunidad.
La captura del agente como único sospechoso del homicidio no fue publicado en la cuenta de Twitter de la Policía, a diferencia de cuando realizan la detención de un pandillero o persona particular.
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El caso fue informado por la denuncia ciudadana a través de redes sociales de cuentas comunitarias.
La huida y el temor de dos familias
Julio había vivido toda la vida en el cantón y llevaba muchos años pastoreando su ganado junto a otros agricultores en los terrenos cercanos, donde abunda el pasto en época de invierno, según narran los residentes de Llano de doña María, quienes aún no dan crédito a lo que pasó.
En el cantón cualquier residente comenta sobre la tragedia, excepto los familiares de la víctima, que en un ambiente de dolor y tristeza se limitaron a decir “que dejarían las cosas así”. En un predio junto a la vivienda, se observan varias reses encerradas, eran las que don Julio César dejó.
A unos 800 metros de la casa de la familia doliente, está la casa de Jaime Adalid, al pie de unos cerros y cuya una única salida a la calle principal es frente a la casa de Julio.
La vivienda protegida con un cerco de alambres de púas y un portón de lámina, está vacía y sólo se encuentra un perro abandonado, que cada vez que alguien pasa por el lugar, se acerca a la entrada con la esperanza que sean sus dueños.
“Ahí no hay nadie, se fueron todos desde que pasó el problema”, comenta un vecino que transita por el lugar.
Los restos de Julio fueron sepultados dos días después del crimen. Jaime fue enviado a prisión mientras sigue el proceso judicial en su contra.