El 8J los diputados levantaron la mano para aprobar una ley cuyo contenido totalmente desconocían: el Bitcoin se convertía en moneda de curso legal. Y cuando Rodrigo Ávila, ante la seriedad y complejidad del tema pidiera la llegada de expertos a la comisión, William Soriano N cuestionó: “¿Leer, analizar proyectos de ley y llamar expertos? Para qué los vamos a llamar si no conocen sobre el tema?”.
Pregunta: “¿Va a ser obligatorio?”. Héctor Rosales N contestó: “No será una obligación: quien no lo quiera usar no lo hará”. Misma respuesta de Gallegos: “Aquí no se va a obligar a nadie: el que quiera lo va a hacer y el que no quiera no lo va a realizar”. Hasta que el amo los corrigió: “Sí es obligatorio, (...) como moneda nacional y todo mundo tiene que aceptarlo”. Sus ignorantes diputados no entendieron que el artículo 7 de la ley que recién aprobaron dice claramente que es obligatorio.
Presidente Bukele, ¿si a Ud. se le ocurre que las pensiones de las AFP se paguen en bitcoins, al ser obligatorio, yo no tengo el derecho a elegir que me paguen en dólares? Este es un derecho que me da el ejercicio de mi libertad, y no veo por qué esta ley me puede obligar a recibir mi pensión en bitcoins. ¿Si soy empresaria, me niega también el derecho a no recibir bitcoins?
Y como es sumamente sospechoso que ningún país del mundo lo haya adoptado como moneda de curso legal, en este artículo me voy a permitir citar únicamente los comentarios que han sido vertidos por ciudadanos preocupados por esta decisión que viene a agravar la ya difícil situación económica del país.
La participación de Karim Bukele, hermano del presidente, en un espacio de conversación digital que provee Twitter, en inglés, donde se refería al país como “Salvador” y donde participaron más de 8 mil personas, extranjeros aficionados al Bitcoin, Karim aseguró que “El Salvador es un laboratorio donde estamos probando la escalabilidad”.
También Nayib, en un “Space” de Twitter, también en inglés dijo: “No sé realmente los límites de esto. Las cosas están pasando, estamos aprendiendo cada minuto. Realmente no sé qué significa, ni cuáles son los límites”. Y ante la pregunta de un tuitero si piensa minar Bitcoin en el país dijo: “Nunca pensé al respecto. Karim dice que todos los días saldrán nuevas ideas. No estamos pensando en minar, pero podríamos hacer algo para promoverlo”. Y menos de 24 horas después, Bukele anunciaba que “ponía a disposición los recursos del país para minar Bitcoin”.
Aunque estamos lejos de entender el alcance de estas conversaciones, lo que sí queda clarísimo es que una vez más se está improvisando, y el Presidente trata de jugar a la ruleta, como en Las Vegas o en Montecarlo, pero especulando con fondos públicos, con el apoyo de unos diputados que en cada plenaria dan muestras de su ignorante sumisión.
Preocupa que BANDESAL será la casa de cambio, y que “si la señora de la fruta, recibió su pago en bitcoins, el Banco le dará el equivalente en dólares, y asumirá el costo si la volatilidad de la nueva moneda la ha hecho perder su valor”. ¿Será que los comerciantes informales tendrán que ir todos los días a hacer cola al Banco para realizar el cambio? ¿Y un fideicomiso de $1.5 millones será suficiente para absorber las pérdidas? Manuel Enrique Hinds advierte que en muy poco tiempo esos $150 millones pueden devaluarse hasta un 40%. Seguro peligro que los Bukele parecen no advertir.
Una mala decisión cuando el país carece de una economía sólida, así como la afirmación atrevida de crear un sistema satelital que será ejemplo para el mundo, para que todo el país tenga acceso a esta tecnología hará que el PIB aumente un 25%. Y aunque economistas experimentados y organismos internacionales advierten que además de facilitar el lavado de dinero, disminuirá la recaudación fiscal, ni el Presidente ni sus asesores han explicado qué beneficios traerá para El Salvador, además de habernos convertido en el hazmerreír del mundo.
Maestra.