María Ester Portillo de 82 años, fue encontrada sin vida en el fondo de un barranco de hacienda la Gloria, cantón El Banco, entre los límites de los municipios de Berlín y San Agustín en Usulután. Fuentes de Comandos de Salvamentos indican que el cuerpo estaba a unos 20 metros de profundidad.
En el lugar el médico forense estableció que el cuerpo presentaba múltiples traumas, sin embargo, fue llevada a las instalaciones de Medicina Legal para realizar los respectivos estudios.
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Mientras tanto, el jefe policial de Berlín, un subcomisionado, detalló que el cadáver tenía un golpe en la nariz, uno en el codo y otro en el cuello, pero que mientras el Instituto de Medicina Legal no hiciera los exámenes correspondientes, no se podría afirmar o descartar si hubo o no mano criminal.
“Todo esto está bien raro porque no escuchamos al Oso ladrarle si es que ella regresó. Tampoco creemos que alguien se haya metido a la casa porque el perro no dejaba que nadie se le acercara” .
María fue vista con vida por última vez el domingo 6 de junio, cuando salió de su casa cerca de las 4:00 de la madrugada acompañando a una familiar a tomar un autobús. Hay gente que la vio en ese lugar, despidiéndose de su pariente.
La Policía baraja la posibilidad, según dicen parientes, de que María regresó a su casa, en Quintas Solórzano, en la periferia sur de Berlín, pero los familiares no creen que eso haya ocurrido, dicen, porque no escucharon a Oso, el perro de la anciana, hacer el ruido que siempre hacía cuando ella regresaba a casa.
Sin embargo, una nieta de María dijo que como a las 7:00 a.m. del domingo, cuando entró a la casa, la cocina estaba encendida y se percibía fuerte olor a gas propano.
“Todo esto es bien raro porque no escuchamos al Oso ladrarle si es que ella regresó”, dijo la nieta. También descartan que alguien desconocido haya ingresado a la casa, pues el perro es muy bravo y no dejaba que nadie, incluso personas conocidas, se le aproximaran a María.
En la tarde del mismo domingo, familiares y vecinos comenzaron a buscarla, alertaron a la Policía y difundieron su foto en redes sociales.
Una mujer muy activa y lucida
El cadáver de María fue hallado a 5.6 kilómetros de su casa, según explicó el jefe policial de Berlín.
Tanto a policías como a familiares y vecinos de María les parece poco probable que la anciana haya recorrido a pie ese tramo; además no tenía ningún motivo aparente para ir en esa dirección, dijo su nieta.
Según vecinos y familiares, a pesar de tener 82 años, María era enérgica y lucida. Recuerdan que este año iba a sembrar maíz pero desistió por ruegos de sus familiares.
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Dentro de la casa construida con láminas viejas, María guardaba varios sacos de maíz, según parientes, de la cosecha del año pasado.
“Ahí la mirábamos salir a las 5:00 de la mañana solo con el Oso y regresaba ya como a las 6:00 de la tarde”, comentó un vecino, quien considera que la muerte de María debe ser investigada porque “hay muchas cosas raras” en el caso.
El primer caso
María es la segunda anciana que en menos de un mes es hallada muerta tras ser reportada como desaparecida en Berlín, municipio con bajos índices de muertes violentas. El año pasado solo se registró un caso, según el jefe policial local.
El primer caso fue el de Graciela Carranza, 87 años, quien desapareció el 30 de abril y encontrada muerta el 17 de mayo en una zona boscosa de ese mismo municipio.
Pero en este caso, sus familiares y la Policía del lugar se decantan por creer que Graciela se perdió, pues padecía de alzhéimer y al no tomar su medicina a tiempo, ya no pudo regresar a su hogar, sin embargo, afirman parientes y policías, serán los peritajes forenses los que confirmarán o no si Graciela murió de forma accidental o de inanición, pues su cadáver estaba en tal estado de putrefacción que mientras los exámenes genéticos no estén listos y comprueben que son de Graciela, los restos de ella no serán entregados a su familia.
Según Carmen Campos, hija de Graciela, les han dicho que tardarán cuatro o cinco meses en entregarles los restos. Mientras una vela, flores, imágenes y una foto de Graciela conforman un altar en la casa donde vivió.