La espectacular floración del Árbol de fuego luce su vistosidad y colorido a la orilla de las carreteras, parques y la campiña salvadoreña.
El biólogo salvadoreño Rubén Sorto explica que estos árboles son comunes en muchos lugares del país porque durante la época cafetalera fueron introducidos para ser utilizados como sombra para los cafetales y viveros de café.
El fruto del árbol servía en el pasado para alimentar el ganado, que al ser procesados en sus estómagos dispersan sus semillas ya escarificadas y cuando caen al suelo comienzan su proceso de germinación, agrega Sorto.
El árbol es originario de las selvas tropicales de Madagascar por lo que es considerada una especie exótica ornamental, pero se han naturalizado en América Central.
El especialista explica que el polen de las flores y las hojas del Árbol de fuego sirven de alimentos para algunas especies de insectos y aves.
Los árboles brindan refugio a las aves para que puedan perchar (descansar).
El nombre científico de la especie es: Delonix regia de la familia de las Fabaceas.
¿Sabías que?
La belleza de este árbol fue motivo de un poema escrito por ahuachapaneco Alfredo Espino, quien murió a los 28 años por suicidio.
Son tan vivos los rubores
de tus flores, raro amigo,
que yo a tus flores les digo:
“Corazones hechos flores”.
Y a pensar a veces llego:
Si este árbol labios se hiciera…
¡ah, cuánto beso naciera
de tantos labios de fuego…!
Amigo: qué lindos trajes
te ha regalado el Señor;
te prefirió con su amor
vistiendo de celajes…
Qué bueno el cielo contigo,
árbol de la tierra mía…
Con el alma te bendigo,
porque me das tu poesía…
Bajo un jardín de celajes,
al verte estuve creyendo
que ya el sol se estaba
hundiendo adentro de tus ramajes.