Es un lunes diferente. Desde hace una semana, cuando la Selecta de Playa se consagró campeona de Concacaf y alcanzó el boleto al quinto Mundial, la isla San Sebastián, en Usulután, sabe que parte del logro tiene nombre propio, en uno de sus hijos: Exon Perdomo. El isleño que los hace sentir orgullosos de ese pedacito de tierra en el país.
“La gente, el pueblo salvadoreño, nos recibió muy bien. Fue una gran alegría para nuestra comunidad, que estuvo siempre apoyándonos”, manifiesta. Exon camina así despacio, con el calor propio de la localidad, entre las calles empolvadas, el olor a estero y las motocicletas de los lugareños. El medio de transporte utilizado por todos.
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Un saludo por aquí, otro por allá, silenciosos o entre voces fuertes. Exon, de 26 años, es el conocido de esa parte de San Sebastián. No pasa desapercibido, ahora menos tras el éxito de la Playera, cuando recorre la orilla de la isla, entre las barcas, y recalca: “Más tarde comienza a subir la marea”.
Sin embargo, para Perdomo, no hay fama en su vida. Ni nada que cambiara la esencia de su ser. “Mi mamá siempre me dice que siga con la humildad, con los pies en la arena (tierra). Los consejos de una madre hay que seguirlos”, asegura, y hace énfasis: “Yo sigo siendo el mismo. No tengo las grandes cosas, no soy un don como dicen, porque me acuerdo de mi pasado, es un espejo, siempre lo tengo presente”.
FOTOS: Exon Perdomo, seleccionado de fútbol playa: “Siempre humilde y con los pies en la arena”
“Las personas piensan que por el nombre uno ya viene solo aquí a darse brisa en una hamaca, no. Uno siempre viene a reiniciar de lo que vive: la pesca”
Lo que le da tranquilidad a este goleador es que ya tiene una casa propia, que ahora lo están ayudando a construir, con agua y energía eléctrica, servicios básicos importantes que consiguió hace poco tiempo. “Pero me escribieron mal el nombre enfrente”, dice entre risas, al ver que en la fachada de la pared pintaron erróneamente su apellido: “Pedomo”.
Vive ahí con su esposa, Lesly López, una hija que está en camino -espera no nazca cuando esté el Mundial en Rusia-, y otra de cinco años, Ashly Karina Perdomo, de una relación anterior. Y es feliz, en ese mundo.
Su vecino es su propio hermano, pero su mamá, Miriam Batres Mejía, habita en otra parte de la isla, aunque relativamente cerca. Esa misma impulsora de la carrera del pívot, quien está operada y bajo la protección de su playero. “Yo vendo tostadas y fruta, aquí, afuera. Es de lo poco que gano. Ahora, él (Exon) tiene que aprovechar para hacerse de sus cositas, porque después del fútbol no queda nada. Y es para su futuro”, cuenta acostada en un catre, mientras el seleccionado la atiende. La cuida. La mima.
“La gente piensa que (los jugadores) tienen dinero, pero no. Yo siempre le dije a mis hijos, con estas manos de trabajo, que humildemente salgan adelante”, reiteró Miriam.
Sacrificio en la isla
Cuando tenía 16 años, que inició en la modalidad, el azul playero no se imaginó hasta dónde llegaría. Y los sueños que aún tiene por cumplir. Cinco años después de ya es parte del grupo de los 12, bajo las órdenes del técnico Rudis Gallo, ha logrado participaciones internacionales y dos premios MVP: uno en Puerto Vallarta y otro en el eliminatorio a los Juegos Mundiales de Playa en El Salvador, ambos en 2019.
Sin embargo, cuando el mundo deja de girar alrededor de la selección, la vida de Exon vuelve a la normalidad, como la del resto de jugadores. ¿Y qué es su vida? Una de la que él está muy satisfecho y con la que sobrevive, días buenos y otros no.
“Soy curilero y soy pescador. Con la pesca, cuando Dios lo bendice a uno, si hay camarón se pueden hacer entre $40 a $50, en un día; si es malo, tal vez solo para los gastos, que serían entre $30 o $25 diarios”, se sincera y señala que “hay que sobrevivir con ese poquito los siguientes días, hasta que se puede ir a pescar algo”.
Pero el pescador, quien es primo hermano de Rubén “Cañón” Batres, con quien “hay cariño y respeto mutuo, amor verdadero de familia” entre ellos, no deja de lado mencionar que también tiene en su esposa un apoyo. “Porque ella también tiene su trabajo por días. Y si digamos yo no tengo nada (de ingreso) y ella sí, con eso nos sostenemos; y si no, es al revés, y es con lo que consigo”, resume.
“Hay que hacer un buen papel en el Mundial. Superar ese cuarto puesto, poner otra historia, sino va a ser como un no se pudo, pero será el plan de Dios”
El panorama puede quedarse corto si dentro del agua no consigue nada. Porque eso lo lleva a la rebusca por llevar ingreso a casa, en otro rubro, cuando no está con la Selección. Sobre qué hace, se apresura a contar: “La chapoda. Es en lo que me he ganado la vida, siempre hay algo que buscar y esa es otra cosa que también hago. Pero en la casa siempre hay cosas como los quehaceres del hogar”.
Es por eso que el consejo de su madre sigue acertado, en su deseo de seguir dando lo mejor a la Selecta: “Cuidar lo poco que uno tiene, porque la carrera de un atleta es corta. (...) Espero seguir estando entre los 12 del profe (Gallo), que Dios me dé fuerzas, energía, para seguir. Dios sabe lo mejor siempre”, comentó.
Sueños rusos en grande
La experiencia de ser parte del equipo que logró clasificar a la Copa del Mundo es única. Sumada al extra de ser monarca del área, hacen este momento de su vida importante. Por eso, el de la isla San Sebastián tiene claro lo que viene.
“Primero, quedar entre los 12, trabajar fuerte, para poder ir al Mundial. Después, sabemos que está aquel cuarto lugar que está escrito, que nadie va a quitar. Superar ese cuarto puesto, para poner otra nueva historia y que el pueblo siga teniendo alegría”, dijo el pívot.
Para este ariete, quien entrena duro para aportarle goles a la Azul, reconoce que la Playera le cambió la vida. “Me dio responsabilidad en Selección, con mi hija, con mi familia, y en dar alegría, que se sientan orgullosos de mí. Me ayudó a crecer”.
“Todavía hay para dar más. Me siento con mi capacidad de rendimiento, la modalidad la hemos aprendido, solo hay que trabajar. Dar lo más de mí, el cien siempre. Soy dichoso por lo que he logrado”, repite.
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Su mamá lo escucha y completa: “Uno propone, pero Dios siempre tiene el propósito para cada quien. Yo espero seguirlo viendo jugar. Yo me emociono siempre que juega”. Y se sincera: “Sí, soy su fan número uno (risas)”.
“No tengo luz, no tengo tele, pero cuando juegan me voy a verlo a otra casa. Con la niña (Ashly), nos vamos a veces a verlo, y siempre dice: ‘Ahí, está mi papá’, o se pone afligida si ve que lo golpean, como en el Premundial. (...) Para el Mundial, espero verlo jugar. Es un orgullo para mí, como madre”, cierra.
Exon sabe del sueño y las ilusiones del país. Y del entusiasmo de los isleños. Esos que lo admiran, en silencio o de frente. Los mismos que lo consideran un orgullo de San Sebastián, y que esperan lo mejor de él para el Mundial.