Laura Ortiz, quien el próximo octubre se graduará de bachiller general, asegura que esta pandemia del COVID-19 despertó su interés de pintar y que a través de los dibujos y pinturas que hace, transmite su felicidad a los demás.
Es una joven con grandes expectativas en su vida. Vive con sus padres, su hermana menor Sara, de 11 años, y su mascota Flooppy.
Ella asegura que pinta para olvidar un poco la situación de la pandemia y que ese encierro le ayudó a descubrir cómo ser emprendedora y así vender sus obras de pintura.
Pero el arte de dibujar y pintar no es una casualidad en la vida de esta jovencita. Lo hace desde que tenía 12 años, a esa edad ya tomaba su libreta, colores, acuarelas, lápices para dibujar. Ahora, a sus 17 años, sigue pintando, pero con un solo objetivo: hacer feliz a quien las regala o a quien le compre sus obras.
“Me gusta dibujar y pintar lo que se me viene en mente, porque a través de lo que hago expreso mi felicidad con la gente. La mayoría de mis pinturas las regalo a mi familia, amigos y otras las he vendido, además mi mamá me ayuda a comercializar mi arte con sus amistades”, comenta Laura.
Pese a su corta edad, esta joven es una persona muy reflexiva y segura, lo expresa hasta en sus gestos cuando habla de su obra y responde a las preguntas.
Mira hacia la pared donde tiene una pintura de mariposas, la cual fue su primer obra de arte y por eso no la vende o regala a nadie. La guarda con mucho cariño.
De manera expresiva y pausada, afirma: “los jóvenes debemos de ser productivos, somos el futuro del país. Debemos de aprender a ser felices con nosotros mismos, la familia y mientras no tomemos decisiones firmes de nuestro futuro será imposible salir adelante; por eso dibujo y pinto, ahí encontré mi felicidad, lo cual me hace ser productiva dentro de la sociedad salvadoreña”.
Laura es bachiller, autodidacta y pronto entrará a la universidad, pero además habla inglés y francés, además del español.
En la entrada de su casa ha dibujado y pintado una Mandala, lo cual para ella y el budismo significa paz interior, una obra de arte, que para hacerla se tardó seis meses.
Para muchas personas, dibujar se ha convertido en una terapia y liberar el estrés. Además, tiene múltiples beneficios para la salud mental, genera armonía, paz y equilibrio interior.
Para el psicólogo suizo Carl Jung, “mandala” es una expresión psicológica de la totalidad del ser, es un instrumento para potenciar la creatividad y expandir la conciencia del ser humano. Es decir, armoniza, hace sentir paz y deja fluir la imaginación y creatividad.
El diseño de una mandala tiene el propio significado de quien la dibuja, diseña y pinta, lo cual es un recorrido de su propia vida, donde ocupa sus colores preferidos.
Parte de un círculo, lo cual se refiere al “Yo personal”, luego un equilibrio y estabilidad emocional. Así es Laura, una joven muy activa, creativa, reflexiva y con emociones muy estables frente a lo que ella vive todos los días, lo refleja en sus pinturas, pero también le gusta escuchar música pop y de Alejandro Sanz; pero detesta la música reguetón y la música de Ricardo Arjona.
Disfruta de obras de teatro, la comida mexicana y no toma café, pero sus amigas le dicen que aprenderá a tomarlo cuando ya esté estudiando en la universidad.
Laura asegura que sus planes de vida los tiene bien claros, más ahora que ya está a unos meses de entrar a la universidad: quiere estudiar Relaciones Internacionales como primera opción; como segunda está el diseño gráfico y de esa forma seguir perfeccionando su estilo en dibujar, pintar y diseñar.
Como futura universitaria, tiene una aspiración: ganar una beca y especializarse en cualquiera de las opciones de estudio en las que sea aceptada en la universidad.
Laura dice que se considera una joven callada, seria y alegre cuando debe de hacerlo y en la situación que se encuentre. No le gustan las personas que tienen doble cara y a pesar de que puede perdonar, no confía en una segunda vez.
Hasta el momento ha dibujado y pintado unas 50 obras; las imágenes de sus pinturas las coloca en las redes sociales para venderlas.
Aparte de la pintura tiene dotes para la música, ya que aprendió a tocar guitarra, piano y flauta. Y con la pandemia hizo que despertara su talento que tenía dormido: dibujar y pintar.
“Soy autodidacta, todo lo he aprendido desde la internet y sin ir a escuelas de arte y música”, asegura.
Ella recuerda que sus dotes de dibujar y pintar los ha venido descubriendo desde sus 12 años de edad, pero ya a sus 17 los puso en práctica en su totalidad.
Todo eso comenzó un 20 de mayo del 2020, en medio de la pandemia. Ese día, despertó inspirada y le dijo a su mamá que le comprara algunas pinturas, pinceles, canvas y un caballete, porque estaba decidida a seguir con su arte de pintar. Y no ha parado desde entonces.