Dramatismo, intensidad, muy buenas individuales, un duelo final de ida y vuelta, resultado. Una final de altos quilates se vivió ayer en el estadio Cuscatlán. Con más partidos así, el nivel del fútbol nacional se elevaría considerablemente.
Alianza, el candidato natural por presupuesto y plantel, le cedió esta vez el cetro al FAS, que vuelve a lo más alto del fútbol salvadoreño después de 11 largos, larguísimos, años. Y una definición tan vibrante que eleva a la categoría de grande a Kevin Carabantes, el portero que fue decisivo, no solo ayer, sino en las series de cuartos de final y semifinales. Una especie de Sergio Goicochea fasista, un ídolo que nadie esperaba.
¿CUÁL COVID-19? Miles de aficionados se congregaron para festejar el título de FAS
¿Qué pensarán ahora aquellos aficionados fasistas que le tiraban de todo al Zarco Rodríguez, en una conferencia de prensa de cara a la afición? El fútbol vuelve a dar revancha y un “viejo capitán” como el multicampeón Zarco (tercer equipo con el que da la vuelta olímpica) lo sabe como ningún otro.
Apenas un par de meses pasaron de aquella conferencia -pésimamente gestionada por la gente de FAS tras una flojísima presentación- y con dirigentes decididamente en contra, hoy el mismo entrenador es el que hace festejar a todos.
La final fue tan intensa como la serie de penales a la que el Zarco y FAS decidieron apostar definitivamente en el tiempo extra. Con Alianza volcado al ataque, con un Michell Mercado endemoniado e imparable, los santanecos retrasados y queriendo el empate final para decidirlo desde los 12 pasos.
El cambio de algunos jugadores, el acierto de la llegada de Roberto Chen y Tomás Granitto, el golpe marketinero del Gullit Peña, los goles que aportó Luis Peralta, las decisiones de jugársela con algunos jugadores con poco renombre en puestos clave tras la salida de referentes, algunos aciertos del Zarco que explican este final feliz. Gran espectáculo y merecido campeón.