José Campos nació en Santiago Nonualco, departamento de La Paz, El Salvador. Como muchos otros, tuvo que huir del país durante la escalada de violencia que trajo la guerra civil a fines de la década de los 80. Viajó ilegalmente a Estados Unidos por tierra, junto a su madre. Creció en San Francisco, California, siendo parte de una minoría queer, bajo la mirada de una administración estrictamente conservadora y con el estigma de ser extranjero indocumentado. Finalmente encontró refugio en el Reino Unido y se convirtió en ciudadano británico en 2007.
Esta experiencia de desarraigado y migración le ha servido como marco para generar su cuerpo de trabajo, ya que los temas de identidad, pertenencia y opresión son universales. Como miembro queer de la diáspora salvadoreña, su propuesta se centra en ideas que abordan la diferencia, el autoconocimiento y la visibilidad. Su obra incluye performance, video, fotografía, pintura y escultura. Sus creaciones a menudo nacen de los recuerdos personales y el activismo creativo.
Campos trabaja bajo el nombre “Studio Lenca”, para él la palabra ‘estudio’ hace alusión a un espacio de experimentación y un lugar en constante cambio. ‘Lenca’ se refiere a sus raíces con su natal El Salvador.
Para poner en contexto a nuestros lectores, ¿quién es José Campos?
Vengo de una familia muy pobre, mi mamá hacía limpieza en otras casa para ganar un poco de dinero y mantenernos, fue madre soltera. Así que en mi entorno, el arte no era una prioridad. Fue a través de las clases de arte que daban en mi escuela que yo tuve mi primera aproximación a este mundo. Por eso, para mí, es importante la educación artística, ya que puede generar cambios profundos en la comunidad, así como me ayudó a mí a salir de mi (nuestra) condición de pobreza. Incluso gracias al arte pude mudarme a Londres y tener mejores oportunidades para vivir.
Hablemos sobre tu proceso creativo, ¿cómo cambia cuando lo aplicas a diferentes formatos?
Para mí, el proceso creativo inicia desde la curiosidad. Siempre empiezo con una pregunta sobre el proceso, por ejemplo ¿cómo pinto una vasija? Pero también puedo tener preguntas que se responden con danza, por ejemplo ¿qué se siente moverse en un espacio vacío? Creo que uso una misma perspectiva, pero siempre voy cambiando de materiales y siempre trato de ser yo sin importar el formato en que me vaya a expresar. Es a través de la curiosidad y el cuestionamiento que voy dando respuesta a estas preguntas de forma creativa.
¿Qué cosas te inspiran para crear?
Me gusta exponer desigualdades. En este momento estoy trabajando una serie de pinturas sobre figuras masculinas, estoy tratando de representar mis recuerdos sobre El Salvador porque creo que es importante la representación dentro del arte. Ver a alguien parecido a ti en una obra de arte es algo que te llena de confianza y seguridad.
Si tuvieras que describirte usando tres adjetivos ¿cuáles utilizarías?
Intuitivo, apasionado, y aunque este último no es un adjetivo, diría que humano.
¿Qué obras son representativas de tu visión artística?
Con facilidad puedo decir que mi serie ‘Los historiantes’, que se basa en la danza folclórica salvadoreña que lleva el mismo nombre. Probablemente sea mi trabajo más identificable porque tiene cierta conexión con muchos salvadoreños. Me atrevo a decir que cualquier compatriota, sin importar donde se encuentren, puede reconocer esta estética y decir “esto es salvadoreño”.
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¿A qué responde que la mayoría de sujetos en tu trabajo sean figuras masculinas?
Trato de reflejar mi propia experiencia como hombre y qué hubiera sucedido si mi mamá me hubiera dejado en El Salvador. Trato de conocerme mejor como salvadoreño desde fuera del país. Para algunos puede sonar insensible pero me gustaría vivir en El Salvador, desearía estar ahí, porque siento que una parte de mí está perdida y estas pinturas reflejan diferentes aspectos de mi vida.
¿Consideras que creando imágenes se puede aportar a la construcción de una identidad salvadoreña?
Por supuesto, y esa es una de las razones de mi arte. Quiero representar la vida salvadoreña para los salvadoreños, pero también a la gente que no vive ahí. La representación de lo salvadoreño afuera de nuestro país es escasa, no estamos en muchas galerías, museos y otros espacios internacionales, así que mi misión es dar más visibilidad a nosotros y a lo que hacemos. A veces me escriben otros compatriotas para decirme “nunca creí que podría llegar a ser artista y al ver tu trabajo se que lo puedo lograr”.
