Un informe publicado por el Observatorio Iberoamericano sobre Movilidad Humana, Migraciones y Desarrollo (OBIMID) señala cinco de las causas estructurales que influyen en la decisión de emigrar de muchos centroamericanos de la zona norte: la desigualdad social, la corrupción, la violencia delincuencial, las consecuencias del cambio climático y la atracción que ejerce Estados Unidos como país para asentarse.
Las detenciones de migrantes en la frontera de Estados Unidos y México alcanzaron el máximo histórico con más de 178,000 informó este martes la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza.
Como parte de su plan de gobierno, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, anunció que haría una inversión de 4,000 millones de dólares para combatir la corrupción y frenar la migración de centroamericanos hacia el norte.
Jahir Dabroy, director de investigaciones sociopolíticas de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (ASIES), señala las causas estructurales de la migración y la razón por la cual los programas de cooperación internacional no han sido eficientes.
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A grandes rasgos ¿Cuáles considera que son las causas del éxodo centroamericano?
La gente no tiene que comer, no hay que darle muchas vueltas al tema. Las personas se van porque en sus comunidades no hay oportunidades. Entre más nos alejamos de los centros urbanos, se encuentra una situación de pobreza y pobreza extrema elevada. El Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) planteaba que el 80 por ciento de las personas en Centroamérica son vulnerables a padecer una crisis por seguridad alimentaria nutricional, es decir que 8 de cada 10 personas están en riesgo de padecer una crisis alimentaria.
Centroamérica afronta una crisis económica, política y social además del cambio de gobierno en Estados Unidos, ¿qué efectos han tenido estos sucesos en la migración irregular?
El problema de la migración irregular es algo que podemos catalogar como una crisis humanitaria, una crisis humanitaria porque estamos viendo una diáspora de personas, especialmente del norte de Centroamérica, Guatemala, El Salvador y Honduras, que intentan llegar a los Estados Unidos dado que no encuentran oportunidades de mejora en sus condiciones mínimas de vida. Tan solo en el último mes se registraron más de 100,000 deportaciones en la frontera de Estados Unidos y México y un alto porcentaje de estas personas eran centroamericanas, sobre todo hombres solos, unidades familiares y niños no acompañados.
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Como parte de su plan de gobierno, el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden colocó a Kamala Harris como la cabeza de un proyecto para reducir la pobreza y corrupción en países del Triángulo Norte, ¿qué expectativas se tienen?
La vicepresidenta es una persona que conoce ampliamente el fenómeno migratorio porque fue fiscal general en California, el estado de las personas latinas migrantes por excelencia, por lo tanto, para ella no debería ser desconocido el tema. La región no ha sido ajena a los planes de ayuda y cooperación internacional.
En 2014, durante el gobierno de Barack Obama se lanzó el Plan Alianza para la Prosperidad para frenar la migración de personas del norte de Centroamérica, sin embargo, este no tuvo resultados. Lo que realmente me preocupa con este tipo de ayudas y programas es que son programas que se diseñan detrás de un escritorio y abarcan muy poco de la realidad y necesidad de las comunidades, si no se les toma en cuenta en estos programas, van a tener muy poco éxito.
Yo esperaría por parte de las autoridades estadounidenses— ya que es dinero de ellos—, que se haga un uso eficiente de los recursos y que no se gaste más en diagnósticos, ya todo sabemos porque la gente migra, aquí la gente migra en situaciones donde expone su vida porque no tiene que comer, no hay que buscarle mucha explicación al asunto, ciertamente hay factores externos, pero la realidad es que no hay oportunidades de desarrollo.
Tomando esto en cuenta, espero que la cooperación estadounidense que es bien valorada, esté mejor dirigida para generar resultados de impacto y que para que el dinero pase por la menor cantidad de espacios posibles—de carácter burocrático—, ya que se pierde mucho de ese dinero en el pago de salarios de funcionarios y en el pago de consultores y es muy poco lo que logra transformarse de manera genuina en cuanto a condiciones de vida de las personas en las comunidades de origen.
Cada comunidad tiene capacidades diferentes y necesidades diferentes, y por lo tanto hay oportunidades distintas para generar desarrollo, si no involucramos a las personas afectadas en el diseño de políticas públicas y programas de ayuda, se tendrá nulo o muy poco efecto.