Doña Catalina es una de las tantas personas que bailan todas las tardes en el Parque Libertad de San Salvador. Muchos aseguran que esa ancianita de mirada tierna y de cuerpo menudo es la acérrima “enemiga” de Yajaira, la estrella de ese lugar. Y es que, en varias oportunidades se ha visto a la señora de 85 año peleando con “la bailarina del pueblo”. Pero la realidad es otra: ambas se conocen desde hace mucho tiempo y suelen bromear.
Lo que muchos a los mejor no saben es que doña Cata, como es conocida, fue una de las modelos del programa salvadoreño “Domingo para todos”.
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Fue en 2004 que Catalina Ramírez cautivó a la audiencia con su talento para el baile, su gracia y simpatía.
El paso de la famosa bailarina por la televisión fue producto de la casualidad. Ocurrió a principios de diciembre de ese año cuando llegó a las instalaciones de Canal 2 a regalar un juguete para la campaña navideña impulsada por el programa dominical que en ese momento era conducido por Max González.
Doña Cata, que en aquel momento estaba por cumplir los 71 años, nunca imaginó que aquella contribución sería el trampolín para convertirse en la nueva modelo de dicho programa.
“Di mis datos afuera del canal, en eso me vio el muchacho al que le dicen Chiqui y bailé con él, entonces me pusieron las cámaras y a la gente le gustó”, explicó la niña Cata en una entrevista con El Diario de Hoy en 2004.
En esa oportunidad, la simpática señora también contó que ese día “el señor gordito” (Max) la invitó a bailar y ella no lo dudó porque tenía ganas de tocarlo y abrazarlo.
“Desde que la vimos nos llamó la atención... sugerimos que se quedara y ahora ella sustituye a nuestras antiguas modelos”, comentó en una ocasión Max.
Durante dos meses la septuagenaria permaneció en calidad de modelo, al lado de Verónica Guerrero y joven.
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Antes de trabajar como modelo en Dpto2, Cata atendía a su compañero de vida (quien murió hace tres semanas) y pasaba el día haciendo los quehaceres del hogar.
Ella asegura que durante su juventud trabajó lavando y planchando ropa ajena. Asimismo, asevera que desde cipota le gustó bailar.
En la actualidad, la simpática octogenaria reside en San Ramón, al Poniente de San Salvador, y se gana la vida bailando en el Parque Libertad. Ella sobrevive con las monedas que le da el público que asiste a esa plaza a ver su show junto a otros asiduos bailarines del lugar. Su apariencia endeble y su mirada opaca también ha conmovido a algunos compatriotas en el extranjero, quienes en ocasiones le mandan “dinerito” para que compre sus “cositas”.