Dar a luz en tiempos de pandemia en El Salvador

Miedo, estrés e incertidumbre afectan a las embarazadas que pasarán por su proceso de parto en medio de una pandemia. Los datos de 2013 a 2019 reflejan una disminución de 19.5 % de partos en el país, con un uso de cesáreas de alrededor del 30 %. Estos datos podrían cambiar como parte de los efectos de COVID-19.

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Toma en cuenta estos consejos por el bien de tu salud. / Foto Por Shutterstock

Por focusdata

2021-04-17 4:01:09

Dar a luz en tiempos de pandemia en El Salvador

Miedo, estrés e incertidumbre afectan a las embarazadas que pasarán por su proceso de parto en medio de una pandemia. Los datos de 2013 a 2019 reflejan una disminución de 19.5 % de partos en el país, con un uso de cesáreas de alrededor del 30 %. Estos datos podrían cambiar como parte de los efectos de COVID-19.

Ruth explicó que decidió tener a su hijo en casa por miedo a contagiarse de COVID-19 en el hospital. Foto EDH/ Yessica Hompanera

El temor de infectarse con el nuevo coronavirus llevó a Ruth Clotilde Aguilar a tomar la decisión de dar a luz en su hogar durante la madrugada del domingo 17 de mayo.

Con la asistencia de socorristas de Comando de Salvamento, Jefferson Abrahám nació en su vivienda después de que su madre rogara que no la llevaran a un hospital y que le permitieran tenerlo ahí.

Ella describe ese temor como algo que se le metió en la cabeza y no la dejaba tranquila. Las últimas semanas de su embarazo fueron difíciles. Solo tenía las recomendaciones de higiene que le dieron durante su último control, pero nada más para paliar la ansiedad. Aunque Jefferson es su cuarto bebé, las circunstancias le han llevado a sentir que está aprendiendo de nuevo.

No sabe cómo deberán ser los chequeos del bebé o cómo será la consulta para que le pongan la vacuna. Conseguir los pañales y todos los insumos necesarios para atender a un recién nacido ha sido difícil, todo se acaba rápido, el dinero escasea y no pueden salir cualquier día.

Laura de Martínez también pensó en la posibilidad de tener a su bebé en casa. En medio de todas las preocupaciones, un día se le ocurrió la posibilidad, indagó en internet e incluso encontró un lugar donde daban esa opción, pero ya no se atrevió a preguntar porque faltaba poco para su parto.

“Realmente creo que estamos en una gran incertidumbre. Creo que hemos sido un poco olvidados, tanto la parte materna como la pediátrica, aunque estamos dando atenciones continuamente, no se pueden posponer los nacimientos, estamos atendiendo a las mujeres sin saber si son positivas asintomáticas”, señala Ramírez.

Para los médicos las condiciones de su labor también han cambiado.

Ante las pocas posibilidades de realizarle una prueba rápida a todas las pacientes embarazadas que llegan, deben actuar como si se tratara de posibles casos y usar todo el equipo de protección posible. De igual forma piden a las pacientes que usen mascarilla en todo momento. Esta disposición también está establecida en los lineamientos técnicos para la atención durante el embarazo, parto, puerperio y del recién nacido por la emergencia por COVID-19, publicados por el Ministerio de Salud.

“Claro que en la práctica una paciente en la escala del dolor de 9 a 10, lo que menos va a querer en su cara es una mascarilla. Pero son momentos donde hay muchos gritos, puede ser en áreas donde haya otras pacientes en trabajo de parto, con más personal de enfermería y médicos. Lo ideal es que tenga mascarillas”, explica Rivera Fortín-Magaña.

Para ellos, en el caso de hospitales privados, no disponen de pruebas de COVID-19 y pedirlas a Salud podría implicar una espera de varios días, tiempo que no es posible tener para atender a una paciente en trabajo de parto.

“A veces no quieren aceptar a las embarazas en los hospitales”

Una trabajadora de un Hogar de Espera Materna, diseñado para albergar a mujeres que viven en zonas rurales muy alejadas y poder trasladarlas a un hospital sin riesgos, cuenta cómo ha cambiado la dinámica en estas semanas.

El centro en el que ella labora tiene capacidad para tener a 10 mujeres, pero para mantener el distanciamiento físico la capacidad se ha reducido a cinco.

El estrés entre las pacientes y trabajadores ha aumentado por igual. En sus noches de turno pasa consolando a las mujeres, en su mayoría jóvenes e incluso adolescentes, que pasan con insomnio o llorando al no poder ver a su familia. Anteriormente las familias podían llegar a visitarlas a estos hogares.

El hogar en el que ella labora es de la zona de La Libertad y reciben mujeres de distintos cantones y municipios del departamento. El Hospital San Rafael era el centro que les correspondía, pero como ahora es un hospital dedicado al COVID-19, deben maniobrar para lograr espacios en otros hospitales, como el Zacamil o el Hospital Nacional de la Mujer.

“A veces no las quieren aceptar. Nos cuestan que nos las agarren. Es difícil porque enfrente de las señoras nos dicen no las podemos agarrar y nos tenemos que mover a otro hospital. O cuando llamamos por teléfono y así estamos llamando, llamando y llamando, ellas se dan cuenta de todo”, explica.

En estas zonas alejadas de la ciudad el temor ante el virus también es palpable. Ella comenta que se han dado cuenta de casos en zonas donde no hay ni promotores de salud, donde los médicos directores han tenido que llegar a buscar a las pacientes a sus casas hasta con policías para accedan ir a un hospital para tener su parto.

En otros casos, las embarazadas han pedido que las lleven a un hogar de espera materna desde días antes de la fecha que les toca.
COVID podría influir en las tendencias de partos en el país

Durante la última gestión hubo un impulso por el parto institucional, es decir que todos los partos se dieran en un hospital, como parte de las estrategias para reducir las muertas maternas y fetales.

De hecho se dejó de reconocer el papel de las parteras para que ellas dejaran de asistir partos y su labor fuera más enfocada en la de hacer promoción de la salud.

Los datos de partos atendidos por el sistema de salud entre el año 2013 al 2019 muestran una reducción del 19.5 %

El Minsal atendió un total de 484,398 partos entre enero de 2013 y julio de 2019. De estos el 29 % fueron por medio de cesáreas. En el ISSS, en el mismo período, se atendieron 127,072 partos, de estos el 33 % fue por medio de cesáreas.

Aunque hay menos partos, en general, el uso de cesáreas no ha disminuido. Además, en el ISSS se atienden menos partos que en el Minsal, pero el uso de cesáreas es un poco mayor.

A escala mundial se recomienda un porcentaje de cesáreas de alrededor del 10 al 15 % de todos los partos.

Los especialistas explican que esto se recomienda debido al nivel de riesgos y costos extra que puede tener una cesárea.

Sin embargo, debido al tipo de pacientes que se atienden en algunos hospitales, como en la Primero de Mayo y el Hospital Nacional de la Mujer, las complicaciones que presentan lleva a que haya un mayor uso de cesáreas.

Rivera Fortín-Magaña dice que hay ciertos mitos entre la sociedad, como el creer que una paciente puede exigir que le hagan una cesárea por “comodidad”.

“Uno nunca hará una cesárea si no hay una indicación obstétrica”, expone.

Según rangos de edades, sobre todo en el caso del Seguro Social, las cesáreas aumentan con la edad.

En cambio, el menor porcentaje de cesáreas se da en el rango más bajo, en pacientes de 10 a 15 años.

Mientras que la mayoría de partos atendidos en el ISSS son de pacientes de 21 a 30 años. En el Minsal la mayoría de atenciones ha sido en jóvenes de 16 a 25 años.

La información sobre los efectos del nuevo coronavirus va cambiando día con día. Los expertos dicen que hay estudios que plantean la posibilidad de hacer cesáreas para evitar la transmisión del virus de madre a bebé, pero es un punto que se mantiene en discusión.

No obstante, el temor entre la población, la posibilidad que dejen de asistir a controles o prefieran no ir a los hospitales para el momento del parto, así como los efectos de la cuarentena, podría dejar cambios en las tendencias que se han mantenido alrededor de los partos en El Salvador.

Créditos

Periodistas: Xenia González Oliva

Editora: Lilian Martínez

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