De camino a un partido de básquet, un grupo de jóvenes bailarines atrajo la atención de Ernesto Cortez, quien no dudó en acercarse para verificar quiénes eran. Desde ese día hasta hoy, han transcurrido unos 20 años y ahora Cortez es el director del grupo de danza folclórica de la Comunidad Quiñónez de San Salvador. Se denomina “Tierra de fuego” y han logrado encender la llama del arte en ese rincón capitalino.
Él nació y creció en esta zona de la colonia La Chacra y al descubrir su pasión por la danza, tuvo la oportunidad de ser alumno de reconocidos maestros del género, como Carlos Mena, Byron Hernández, Evelyn Martínez y Roberto Navarrete.
De pequeño, aprendió junto a su padre el oficio de comerciante. “Yo vendía desde el tercer ciclo en el comercio informal y le ayudaba a mi papá a ganar dinero para mis zapatos, ropa y útiles escolares”.
Su afición por la danza creció tanto que se puso de meta llegar a ser parte del Ballet Folclórico Nacional, pero la pobreza en que vivía le dificultó las cosas; algunas veces caminaba hasta el lugar de los ensayos. No faltaron esos compañeros de baile que solidarizan con el más necesitado y le ofrecían trabajos “iguanas”, como pintar alguna casa o reparar un techo. De esa forma, le ayudaban a tener un ingreso, y él con todo gusto los hacía.
Lamentablemente, su deseo de ser un bailarín profesional no se materializó. “Yo no he vivido del arte, he tratado de vivir por el arte”, expresa.
Decidido a compartir sus conocimientos de danza con los jóvenes y ayudarles a que ellos sí pudieran lograr sus sueños, creó “Tierra de Fuego”.
El nombre del grupo se desprende del nombre del pueblo unionense Yucuaiquín, en donde Ernesto tuvo la oportunidad de impartir talleres de danza para jóvenes locales. Yuku significa en potón “fuego” y aykin “tierra” o “pueblo”.
EL jueves 4 de enero de 2018, él reunió en la Quiñónez a unos amigos y a sus hijas y les propuso formar un grupo de danza, motivándolos con la atractiva posibilidad de poder viajar al extranjero gracias a su propuesta folclórica.
El grupo se comenzó a reunir en la casa comunal, ensayando bailes típicos básicos como “Las Cortadoras” y “Los Izalqueños”. Las invitaciones del extranjero no tardaron mucho en llegar.
Festivales internacionales de arte en Argentina y Ecuador les ofrecieron estadía, alimentación y los insumos necesarios para sumarse a tales eventos, pero el grupo debía solventar el costo de los pasajes aéreos. Pero un boleto a Argentina cuesta más de 1,000 dólares por persona, por lo que tuvieron rebuscarse con la ayuda de un patrocinador.
Ernesto logró que en la alcaldía de San Salvador los apoyaran con cinco pasajes para Argentina y dos para Ecuador.
EL FUEGO ARDE
Marvin Acevedo es uno de los integrantes del grupo. Comenta que desde muy pequeño le gusta bailar, pero fue hasta hace unos que pudo entrar en un grupo formal. “Hace 15 años se quiso crear acá un grupo de baile, pero en la zona había hasta dos asesinatos por día y se abandonó la idea”, reveló el artista.
En ese entonces, un amigo de Marvin le comentó que la comunidad debería llamarse Caracolito y no Quiñónez, ya que las personas salían y entraban “rapidito” a sus viviendas. No era recomendable andar mucho tiempo en los pasajes.
Cuando se fundó “Tierra de Fuego”, algunos jóvenes comenzaron a unirse y poco a poco los habitantes comenzaron a salir a la calle con la curiosidad de saber que ocurría en la casa comunal. Los tambores, la marimba, el caracol, el pito y el teponaxtle eran como un llamado a acercarse.
En un inicio eran 10 los integrantes, pero en el 2020 se creó un grupo de 20 niños que comenzaron a presentarse en diversas partes de El Salvador.
El año pasado, el grupo de mayor experiencia tenía planes para viajar de nuevo a Ecuador, pero llegó el coronavirus y tuvieron que presentarse en dicho festival por internet.
Ahora la comunidad ya no solo llega por curiosidad a ver los ensayos. Varios vecinos se han involucrado en las actividades del grupo. Por ejemplo, algunas vecinas ayudan de gratis cosiendo los trajes típicos para los bailarines.
Cada integrante tiene su propia historia, pero a todos los une la convicción de que el proyecto puede ayudar a prevenir la violencia social que impera en el país, potencializando el talento de cada niño, y demostrando que con trabajo y disciplina se logran cosas maravillosas.
“Lo que muchos no saben es que de esta comunidad han salido futbolistas de Primera División, y acá vive la campeona centroamericana de taekwondo”, exclamó Marvin. “El nombre de ‘Tierra de Fuego’ le queda perfecto a La Quiñónez, porque es un lugar donde el fuego de la cultura está renaciendo”.