La honestidad en el policía

“En todo policía tiene que haber una vocación que lo incentive a desenvolverse con empeño y con amor. Y al ingresar al servicio debe despojarse de toda pasión e ideología, para enfrentarse con una mentalidad cristalina, su alma limpia y el espíritu alegre. A los quehaceres que le exige su profesión, que es tan delicada como riesgosa”.

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Los brazaletes son entregados para tener más control sobre el número de inmigrantes que transitan a diario por tierras mexicanas. Foto de referencia / AFP

Por Carlos Alberto Saz

2021-03-24 9:47:28

El viernes 2 de enero de 1998, hace 23 años, este gran Diario me publicó el artículo con el titular que inicio esta nota, en la secuencia de valores humanos que escribí en esa época.
Viene al caso el tema, porque últimamente -según los medios escritos y televisivos- últimamente se han dado casos de agentes de la PNC que han matado a sus esposas y se han suicidado; y en otros, las han matado, aun frente a los hijos de ambos, y se han dado a la fuga. Uno de estos agentes desquiciados anda huyendo y hay orden de captura para él. Estos casos son sumamente vergonzosos para la Policía Nacional Civil.
Trabajé durante veinte años en la Academia Nacional de Seguridad Pública, recién fundada en ese tiempo, e impartí la asignatura de Deontología Profesional, que trata, precisamente, sobre cómo debe comportarse el policía con los detenidos y con la comunidad en general, demostrando en su conducta valores humanos que lo dignifiquen, principalmente el respeto y la comprensión hacia el capturado.
Pero, ya graduados los agentes, y con el uniforme que los identifican, muchos de ellos se olvidan de la Deontología, y se vuelven prepotentes, orgullosos, engreídos, petulantes.
Por ejemplo, hace seis años, en la acera de la calle central de Soyapango, encontré a una exalumna ya graduada, y me saludó con estos términos: ¡Hola, Saz, usted nos impartió Deontología! Entonces yo le espeté diciéndole que jamás había sido su compañero de aula y que me guardara el respeto merecido como catedrático que fui de ella. Y esta engreída y maleducada mujer policía sólo se puso a reír.
Asimismo, se han dado casos de agentes policiales deshonestos que piden una coima (“mordida”) para dejar ir al que ha cometido una infracción. También los medios han informado de estos ejemplos vergonzosos.
El Diccionario esencial de la lengua española, de la Real Academia Española define así el término honestidad:
“Término femenino. Sinónimos son recato, pudor, decencia, castidad, vergüenza, pudicia, pudibundez, honra, limpieza, honradez, modestia, compostura, virtud, educación, cortesía, urbanidad, honradez, lealtad”.
Y antónimos: “impudicia, inmoralidad, desvergüenza, descortesía, deslealtad, maldad”.
De un boletín informativo de la Policía Federal de Argentina he tomado las siguientes apreciaciones:
“En todo policía tiene que haber una vocación que lo incentive a desenvolverse con empeño y con amor. Y al ingresar al servicio debe despojarse de toda pasión e ideología, para enfrentarse con una mentalidad cristalina, su alma limpia y el espíritu alegre. A los quehaceres que le exige su profesión, que es tan delicada como riesgosa”.
“Debe recordar el policía que sus funciones son esencialmente sociales, y que la sociedad necesita que sus instituciones y las leyes sean debidamente respetadas, que se asegure el orden público, que no se corrompan la moral y las buenas costumbres, y que se garantice el ejercicio de libertad individual dentro de los justos límites”.

Maestro, sicólogo, gramático.