Después de “Saturno” -ilusionista sin tiempo ni gloria del legendario Circo Orión- advino otro descendiente de aquella dinastía de máscaras vivientes. Este fue “El Áspid Azul, Mensajero de las Estrellas”, como le llamaba la audiencia. Un carismático adivino y encantador de serpientes. Podía ver el pasado y el futuro en el oráculo y en palma de las manos de quienes querían saber el porvenir de sus sueños o -lo que es igual- los sueños por venir. Aunque él nunca quiso adivinar su propia suerte ni destino. Este otro “mascarada” coleccionó muchos rostros en su vida de actor adivino. Como la enigmática careta de piel de gacela que le dieran los aborígenes en uno de sus viajes a la selva. Aquel antifaz tribal le dio la magia de encantar a las serpientes y a los espectadores de su show. También fascinó con ella a su propio destino. Al final de su carrera encontraría la última máscara que quedaba: La de su propio y olvidado ser. Aquella careta imposible de quitar y de borrar. Como difícil hubiera sido arrancar de su faz toda la tristeza y la felicidad del mundo. Aunque fuera un mundo imaginado y solo. (XXVIII) <“La Máscara que Reía” de C. Balaguer>
"El Áspid Azul", el mensajero celeste

2021-03-23 6:53:43