La expresión “mirar atrás” no solamente se refiere al hecho literal de volver la mirada hacia atrás. En el mayor número de ocasiones utilizamos esa frase para referirnos a las veces en que rememoramos eventos que sucedieron ayer, hace un año o durante nuestra infancia. A veces son eventos que nos “quitan la vida” o nos hace difícil el seguir viviendo.
En la historia de la humanidad podemos encontrar como la negación de este enunciado, es decir “No mirar atrás” no es solamente una sugerencia sino más bien un consejo y a veces hasta una orden. Se acompaña de ejemplos de lo desfavorable y hasta nefasto que puede volverse una situación de no cumplir con esta advertencia. De la historia universal podemos evaluar al menos dos eventos que son característicos de lo que sucede al “mirar atrás”.
El primer ejemplo lo obtenemos de la mitología griega, con la leyenda de Eurídice y Orfeo: la ninfa Eurídice, hija de Apolo y nacida en Tracia, se casa con Orfeo, conocido por la forma en que cantaba y tocaba la lira, considerado como un don del dios Apolo. El día de su boda Eurídice muere y Orfeo la sigue al inframundo en donde después de que el dios del inframundo Hades y su esposa Perséfone lo oyen cantar y tocar la lira, deciden devolverle a su esposa Eurídice con la condición de que en su camino del inframundo al mundo de los vivos Orfeo no debe volver la vista atrás. Como todos sabemos, cerca del mundo de los vivos Orfeo “mira atrás” y su amada Eurídice regresa al inframundo.
El segundo ejemplo procede de la Biblia, en los capítulos del Génesis en donde se nos cuenta la historia de Lot, en los días de Sodoma y Gomorra. Al ver Dios las acciones de los hombres y mujeres decidió actuar en consecuencia: “Y cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas” (Génesis 9, 17). Más adelante y quizá con el consejo de “no mirar atrás” aún resonando en forma clara en sus oídos, la esposa de Lot decide incumplir la orden divina. La consecuencia, como relata la Biblia y todos sabemos, es que se convirtió en estatua de sal.
Como si no fuera suficiente esta narrativa del Antiguo Testamento, más adelante, el evangelista Lucas nos recuerda: “Acordaos de la mujer de Lot” (Lucas 17, 32), en clara referencia al momento en que sucederá el nuevo regreso de Jesús: Muchos estarán haciendo lo que hacen cotidianamente, pero en el momento justo perderán la oportunidad de encontrarse con el Señor por volver su mirada hacia los bienes económicos. En una clara referencia a lo que pretendemos decir sobre nuestra fe en el día a día, pero que puede quedar opacado por la importancia a las posesiones materiales al final de nuestra vida terrenal.
Por supuesto, no todo lo que implica “mirar atrás” es negativo, malo o inmoral. Acá nos referimos a aquello que seguimos cargando y nos obliga vivir en el pasado, sin darnos la oportunidad de vivir el día a día en lo que es nuestra realidad actual. El mejor ejemplo de cómo tratar esta circunstancia viene del apóstol Pablo: “Sin embargo, olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, al premio a que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús”. (Filipenses 3, 13-14).
Doctor en Medicina y en Teología