Desde el sábado 8 de febrero, la mayoría de jefes militares de brigadas, destacamentos y unidades de apoyo ya sabían lo que el Gobierno de Nayib Bukele planeaba: asaltar la Asamblea Legislativa utilizando a la Fuerza Armada como elemento de fuerza.
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Para entonces, la excusa del mismo presidente de la República, Nayib Bukele, y replicada por toda la cúpula de la Fuerza Armada era que se debía apoyar al presidente en su afán de presionar a los diputados para que aprobaran el préstamo de 109 millones de dólares para continuar con la tercera fase del Plan Control Territorial.
De acuerdo con fuentes militares, la cúpula militar, compuesta por el Ministerio de Defensa, y el Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada (EMCFA) ordenaron poner en emergencia a toda la Fuerza Armada. El Diario de Hoy trató de entrevistar la ministro de la Defensa sobre los hechos pero no accedió.
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No había razones para hacerlo, según los informantes, pero todos los elementos militares que viernes en la noche o sábado en la mañana salieron con licencia de fin de semana fueron llamados a sus respectivas unidades militares.
A algunos solo les dieron la indicación de “estar pendientes”. En otros cuarteles, sin embargo, se dio la orden de que los tanques de combustible de todos los vehículos fueran llenados y tenerlos listos para trasladar tropas ante cualquier contingencia.
En la reunión en el Comando de Doctrina y Educación Militar (CODEM) horas antes de la toma de la Asamblea, en la cual estuvieron presentes aproximadamente 50 militares de los más altos rangos (entre generales y coroneles), comandantes de brigadas, destacamentos y unidades de apoyo institucional, sólo dos tuvieron la osadía de contradecir al Alto Mando (ministerio de Defensa y Estado Mayor Conjunto).
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Pero llegado el 9 de febrero, otro comandante de brigada decidió no enviar tropas de apoyo para el asalto a la Asamblea. Dos de ellos tuvieron consecuencias, fueron marginados de sus mandos.
Entre los que manifestaron su desacuerdo con el uso de la Fuerza Armada para el 9 febrero fueron los coroneles Luis Enrique Viera Santamaría, a la sazón comandante de la Tercer Brigada de Infantería, con sede en San Miguel. El otro coronel fue Rafael Antonio Urquilla Álvarez, comandante de la Brigada Especial de Seguridad Militar (BESM).
Este último fue quien comandó las tropas que ingresaron a la Asamblea; no obstante, según los informantes, durante la reunión en el CODEM manifestó que había que ser prudentes con el uso de la Fuerza Armada.
Las fuentes consideran que asignarle el mando fue más por involucrarlo, debido a sus comentarios.
Aunque en la reunión del CODEM no le dieron ninguna orden específica, horas después, de regreso en la BESM, convocó a reunión a todos los jefes y oficiales de esa guarnición militar en la cual les ordenó que concentraran a toda la tropa porque ya había recibido la orden de comandar las tropas que se emplearían en la Asamblea Legislativa.
A su vez, la BESM recibió el apoyo del Comando Zeus que destinó las tropas empeñadas en la Fuerza de Tarea Marte y la Fuerza de Tarea Centro Histórico. Estas fuerzas están bajo el mando directo del Estado Mayor Conjunto de la Fuerza Armada cuyo jefe, a esa fecha, era el general, Carlos Alberto Tejada Murcia.
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La misión del EMCFA es asesorar al Alto Mando en lo relacionado al empleo y administración de las institución armada, y conducir las ramas permanentes (Ejército, Fuerza Naval y Fuerza Aérea) y las unidades de apoyo institucional.
De acuerdo con los informantes, jefes militares, la BESM es una unidad de apoyo institucional. Es decir, que el EMCFA echó mano de las unidades que orgánicamente están a su disposición: la BESM y el Comando Zeus.
Así mismo, se echó mano del Comando de Fuerzas Especiales (CFE), que dispuso francotiradores en los edificios de más altura, y del Regimiento de Caballería que apoyó con vehículos blindados apostados en los alrededores del recinto legislativo.
Aunque no se tiene un estimado de cuántos militares uniformados fueron empleados para el 9F, las fuentes aseguran que obviamente fue un despliegue inusual.
De acuerdo con las fuentes, es normal que el Estado Mayor Presidencial (EMP) solicite apoyo de las unidades militares inmediatas a donde el presidente de la República se va a presentar; para cubrir dos anillos de seguridad, quedando un tercer anillo, el más inmediato, al funcionario, a cargo del Batallón Presidencial. Sin embargo, ese no fue el caso el 9F, aseguran las fuentes.
Aquel día fue tan anormal que incluso, el EMP, al mando del general Manuel Antonio Acevedo López, no envió a un teniente o a un capitán como jefe de la avanzada a la Asamblea Legislativa, sino que fue designado el teniente coronel Ramón Antonio Soriano Montiel, quien fue captado en vídeos y fotografías dando órdenes e indicaciones adentro de la Asamblea.