La inspiradora historia de Rafael, el colombiano que pasó de limpiar hojas para tamales a ser propietario de cadena de pizzerías

El camino fue difícil: debió hacer frente a la pérdida de su padre a temprana edad y, más recientemente, al temor de quebrar por la pandemia del COVID-19.

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El colombiano Rafael Mendoza pasó de limpiar hojas para tamales a ser el propietario de una prospera cadena de pizzerías, la cual cuenta con 14 locales distribuidos en 7 ciudades de aquel país sudamericano, el negocio es Zirus Pizza. Foto instagram, usuario zirusoficial

Por Agencias - Enrique Carranza

2021-02-18 4:29:31

El colombiano Rafael Mendoza pasó de limpiar hojas para tamales a ser el propietario de una próspera cadena de pizzerías, la cual cuenta con 14 locales distribuidos en 7 ciudades de aquel país sudamericano, el negocio es Zirus Pizza.

El camino fue difícil, debió hacer frente a:  la pérdida de su padre a temprana edad, a la violencia del narcotráfico, y temor a quebrar por la pandemia del Covid-19.

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Según recoge eltiempo.com, a Mendoza una vecina, Ernestina de Gómez,  le dio la oportunidad de ayudarle en su venta  de tamales,  el trabajo de él era limpiar la hoja para envolverlos, para ese entonces rozaba los 12 años de edad.

Tiempo después, ella le enseñó a cocinar y ese fue su primer acercamiento con su pasión.

Luego pasó a trabajar desde abajo en diferentes pizzerías de Bucaramanga, impulsado por la necesidad de trabajar para poder pagarse la universidad

“Antes la profesión de cocina no era valorada, entonces mi mamá me decía que no me dedicara a eso y yo no renunciaba a mi sueño, yo estudiaba entre semana y trabajaba en cocina los fines de semana. Yo llegaba untado de masa y lleno de harina a estudiar en la universidad”, cuenta Mendoza, quien al final se graduó como administrador de empresas.

El colombiano Rafael Mendoza pasó de limpiar hojas para tamales a ser el propietario de una prospera cadena de pizzerías, la cual cuenta con 14 locales distribuidos en 7 ciudades de aquel país sudamericano, el negocio es Zirus Pizza. Foto instagram, usuario zirusoficial

El inicio de la aventura

Cuando tenía unos 23 años era ayudante de una pizzería que se llamaba La Fragata, allí le enseñaron a preparar su primera pizza y tiempo después, uno de los clientes le ofreció irse a trabajar a una pizzería que iba a montar, pero él no aceptó.

Un par de meses más tarde, lo buscó el mismo cliente y le ofreció que le comprara su pizzería. Y aunque no tenía dinero, no lo pensó dos veces y le dijo que sí.

“Él ya tenía el negocio organizadito y apenas me dijo eso yo córrale para buscar la plata, saqué muchos préstamos (…), entonces me asocié con un conocido, presté plata y puse mi parte”, dice Rafael.

Ese primer Zirus estaba ubicado en  Bucaramanga, tenía 100 metros cuadrados y capacidad para 12 comensales.

“Comenzamos con los sabores tradicionales, hawaiana, pollo con champiñones, mariscos y teníamos una de tocineta con ciruela que a la gente le gustaba mucho. El negocio comenzó a dar como a los seis meses, pero justo ahí fui víctima de una guerra de carteles del narcotráfico”, relata Mendoza.

Dificultades por la violencia del narcotráfico

Era 1989 y la pequeña pizzería de Mendoza llevaba seis meses abierta. Ya se notaban las ganancias, aunque todas iban para los préstamos, cuyos intereses eran del 10 por ciento. En el país, por la guerra del narcotráfico, comenzaron a sonar bombas en varias ciudades.

“Yo me quedaba a dormir en mi pizzería porque me daba mucho miedo que llegaran a ponerle una bomba. Nosotros estábamos ubicados en el primer piso de la Cadena Radial Colombiana y por esos días estaban poniendo bombas en los medios de comunicación. Dormía con un ojo abierto”, cuenta.

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Solo dejó de dormir en la pizzería cuando se enteró que sus vecinos habían cambiado de dueño y pensó que ya no serían un blanco del narcotráfico, pero la madrugada de un domingo de mayo de 1989, Rafael lo perdió todo, su sueño, en el que había invertido sus ahorros y el dinero que no tenía se había esfumado entre las cenizas de una bomba.

“Me llamaron y me dijeron, vaya para el negocio porque le pusieron una bomba. Era un panorama desolador, el horno estaba torcido, era pura ceniza en todo lado, pudimos salvar algunas cositas, como dos sillas que aún tengo guardadas en la finca”,  dice.

Él siguió trabajando en otra pizzería, pero no se sacaba de la cabeza que tenía que volver a levantar a su Zirus. Con el tiempo consiguió otro local, les volvió pedir prestado a las misma personas a las que aún les debía y comenzó otra vez.

No era un local bonito ni adecuado, así que abrió en una carpa. En la pizzería trabajaba toda su familia. El que iba llegando lo iba poniendo a hacer cosas. “Los pobres novios de mis hermanas iban de fin de semana y terminaban trabajando. Había días que solo nos entraba un cliente, pero ahí siempre teníamos la ventica”, dice entre risas

A los seis meses de abrir ese Zirus- donde aún está el punto principal que ya tiene cuatro pisos-, tuvo una discusión con su socio inicial. “Yo quería invertir en un baño para el local y él quería comprarse una moto, entonces ahí comenzaron las discusiones y terminé gastando la plata del baño en comprarle la parte de él ”, dice.

La expansión, tras 10 años

Diez años después de la apertura de ese primer punto de Zirus abrió el segundo punto. “Para crecer nos tomó diez años, fuimos dándonos cuenta que necesitábamos estar en la zona sur de la ciudad, luego de ahí ya abrimos otros dos puntos y luego llegamos a Cúcuta y ahí arrancamos a crecer”, cuenta.

Pero con ese crecimiento también llegaron de nuevo los problemas, esta vez de seguridad. “Me tocó salir corriendo con mis hijos y mi esposa en el año 1999 porque me amenazaron con matarme al niño de cinco años. Nos fuimos para Costa Rica y allá me recibió en el aeropuerto Jacobo Alvarez, más conocido como Don Jacobo, quien también debió salir del país por seguridad”.

Mendoza, sus tres hijos y su esposa vivieron en Costa Rica hasta el año 2004 huyendo de la violencia del país, pero nunca descuidó sus negocios acá, “Trataba de viajar lo que más podía, estaba siempre entre Colombia y Costa Rica, pero no me quedé sin hacer pizzas, montamos un Zirus en Costa Rica”, relata.

En el 2004, vendieron el Zirus de Costa Rica y volvieron al país.

Con sus pizzerías Rafael pudo pagarles la universidad a sus cuatro hermanos, pagarse la de él, ayudarle a su mamá. “Todavía sigo ayudándole, ella fue una de las que me prestó plata cuando comenzamos y yo sigo pagando con intereses”, dice entre risas Rafael.

Les agradece a las personas que confiaron en él, pero dice que todo se lo debe a seguir al pie de la letra una frase de su mamá: ‘Sea honesto por virtud y por negocio’.

Durante décadas Rafael era el que preparaba pizzas, salsas y atendía su negocio que con los años fue creciendo tanto así que hoy son más de 250 empleados y su cadena de pizzerías factura al rededor de tres millones de dólares al año.

Aunque sigue involucrado en su negocio y va todos los días a verificar que todos los productos estén saliendo como deben ser y no pierdan el ‘toque Zirus’ -como él dice-, ahora Mendoza está enfocado en ayudar a las micro y medianas empresas.

“Siempre he dicho que Dios me deja ver las cosas que otros no ven. Así me ha pasado con muchas cosas en la vida, como abrir restaurantes en plena pandemia, pero eso ha sido lo que me ha impulsado a llegar donde estoy”, concluye Mendoza.

Con información de ElTiempo.com