En los círculos conservadores y de derecha estadounidense, el nombre Rush Limbaugh resuena fuertemente. Este locutor, productor de programas de radio y generador de opinión se convirtió, en las últimas décadas, en una de las principales voces de este bando político en el país norteamericano.
Este miércoles, a sus 70 años, esta súper estrella de diversos medios políticos murió tras meses de sufrir complicaciones por un cáncer de pulmón.
Durante sus últimos años, Rush Limbaugh se convirtió en uno de los “influenciadores” de las políticas de Donald Trump, un outsider político cuyo éxito presagió antes de la contienda presidencial de 2016 y a quien le endosó su apoyo y, por ende, el de su amplia base de seguidores que llegó a superar las 15 millones de personas.
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Además, transformó la otrora aburrida y deslucida industria de los programas políticos de radio y los convirtió en un verdadero campo de batalla, donde en ocasiones se rozaba la línea de las noticias falsas, teorías de conspiración y desinformación. Todas estas plataformas sirvieron después para que Donald Trump consolidara su cerco comunicacional, con el que pretendió deslegitimar a los medios tradicionales y usualmente críticos a su gestión.
Recientemente, fue de los principales replicadores de la infundada teoría de Donald Trump de que hubo un masivo fraude en las elecciones del 3 de noviembre, en las cuales no logró la reelección, pues su rival Joe Biden alcanzó la victoria.
En palabras del New York Times, “en política, no solo fue un aliado de Donald Trump, pero un precursor, combinando su fama mediática, tácticas de generación de miedo de la derecha y una generación constante de espectáculo. Con esto, construyó una enorme red de fans y montó ataques contra la verdad y los hechos”.
Por todo su apoyo político y su férrea defensa de la derecha estadounidense, un día después de anunciar que estaba enfrentando una etapa avanzada de cáncer, Donald Trump le otorgó en febrero de 2020 la medalla presidencial de honor.
El anuncio de su fallecimiento fue dado por su esposa, Kathryn, al inicio de su transmisión usual esta mañana. “Sé que no soy la Limbaugh que esperaban escuchar hoy”, dijo, antes de dar cuenta de la muerte de su esposo.
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Despectivo hacia sus oponentes Rush Limbaugh llegó a concentrar enormes cantidades de fieles seguidores, quienes seguían de cerca su estilo divisivo de comunicaciones y disfrutaban, día con día, sus expresiones despectivas hacia los demócratas, los ambientalistas y los grupos feministas. Otras teorías de conspiración que manejó fueron sembrar la duda sobre la nacionalidad de Barack Obama o la teoría de que la iniciativa de ley sanitaria de Obama iba a empoderar “paneles de la muerte” para practicar la eutanasia de ancianos. Desde 1995, el entonces presidente Bill Clinton se refirió a Limbaugh y otros locutores de la derecha como “promotores de la paranoia”.