Cansancio, hastío. El buen amigo de la RAE pone esos como sinónimos de la palabra fatiga. Diré que no me terminan de convencer. Siempre he “sentido” que fatiga es algo más que cansancio: aunque cansado, logro hacer un esfuerzo adicional y termino la tarea, el trabajo. Hastío me remite también a una emoción de cansancio, sí, pero también de desagrado, de empacho. Me hastío de algo que se me presenta con gran frecuencia y, más que aburrir, hastía. Como sucede con la televisión en tiempos de campaña electoral ¡es tan difícil verla! Nos quieren convencer de votar por ellos, pero generan el efecto contrario: nos tupen, nos hastían, nos caen mal.
Me fatigo cuando he estado haciendo algo por mucho tiempo que me exige esfuerzo, que drena mis fuerzas, que me agota y fatiga pero no necesariamente me hace sentir esa cólerita que se siente frente la campaña electoral. Sobre todo, ésta que es tan insistente y por todos lados. Pareciera que alguien hubiera dicho “no se preocupen por los gastos” metan el mensaje por todos lados. Hasta que se lo crean. Y no es así de fácil. Pero pareciera que esta campaña es para tontos: sin argumentos, sin razonamiento, pura emoción purasfalacias. Sí así son todas, de acuerdo, pero ésta es especialmente… ¿cómo decirlo? ¿bajera? ¿rastrera? ¿monocorde? ¿monotemática? ¿aburrida? Lo dicho, para tontos. Ni siquiera musiquita bonita le han puesto. Repetir lo mismo, lo mismo, lo mismo, lo mismo.
La desprestigiada OMS ha nombrado “fatiga pandémica” a la situación que ya estamos viviendo. La preocupación principal de ellos apunta a la presunta tendencia de las personas a cansarse naturalmente de las reglas y las pautas que deben seguirse para evitar la propagación del COVID-19. Afortunadamente, en El Salvador lo hemos visto menos que en otras naciones. Pero ya lo oímos con mayor frecuencia: “estoy harto”, “estoy cansada”, “estoy desesperada de estar encerrada”, “de no ver gente”. Fatiga pandémica. “Aguante tantito más, que ahorita está feo allá afuera”. Si sale ¡cuídese! El bicho ése es insidioso, y no sabemos de dónde nos vienen los tiros.
Pero también es cierto que uno de los más desesperantes síntomas de la infección COVID-19 es la fatiga física que se siente ante el menor esfuerzo físico que se realiza y esto lo tenemos bastante bien aprendido ya todos. De lo que no muchos hablan es de la fatiga mental que sobreviene también a aquellos que han sido afectados por el virus: la capacidad deficiente o reducida que enfrentan los infectados para realizar una tarea mental o física como resultado de la disminución de los recursos físicos o mentales. Estar concentrado, ni siquiera por mucho tiempo, resulta agotador, no se diga emprender de la misma manera y con igual eficacia las tareas a las que estaba acostumbrada a realizar la persona antes de la infección. De esto no veo que se hable y es un punto importante para gerentes y supervisores, para padres y madres, para docentes y alumnos. De esto no veo que se ocupe el Ministerio de Salud y es importante. No veo que en Educación lo estén considerando y es importante. Se necesitará con urgencia un plan coordinado de Salud mental que nos ayude a volvernos productivos como antes lo éramos.
Estamos fatigados, pero tenemos que aguantar otro poco. Las elecciones pasarán pronto. Yo no tengo claro que los resultados vayan a ser los que parecen inminentes. De seguir la campaña como ha venido siendo, hueca, vacía, para tontos, puede llegar a hastiar hasta a los que va supuestamente dirigida. Y entonces tendremos una masa silente cansada, fatigada, hastiada que puede dar sorpresas.
Psicólogo/ psicastrillo@gmail.com