Los nuevos Frankenstein

Tal como ocurrió con el monstruoso personaje en la novela de Mary Shelley, las creaciones políticas del FMLN acabaron volteándose contra ellos

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Brian Nichols, secretario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental. Foto EDH / Archivo

Por Max Mojica

2021-02-02 7:38:59

Se dice que Mary Shelley escribió la novela “Frankenstein” en una sola noche en cumplimiento de una apuesta hecha con sus amigos, respecto a quien escribiría la mejor novela de horror durante esa agradable velada. El resultado fue la creación de uno de los clásicos de literatura que ha sido llevado al cine en innumerables ocasiones para de deleite de varias generaciones de fanáticos.
El eje central de la historia de Shelley se basa en el hecho de que lo creado, eventualmente, se voltea contra el creador, convirtiéndose en su peor pesadilla. Algo parecido a lo sucedido con el partido FMLN y el surgimiento del movimiento político gestado en sus propias entrañas: Nuevas Ideas. Pero para tener en claro toda la trama, tenemos que regresar un poco en el tiempo. Regresemos hasta 2009.
Por pura ambición política, el Frente permitió postularse a una persona que no provenía de sus filas: Mauricio Funes. “Brillante” y agudo presentador de televisión, quien, no obstante carecer de educación formal superior, era el “niño bonito” de las élites académicas de izquierda, lo cual complementaba con su capacidad de expresión en los medios. Con él, el Frente cometió su primer error.
Mauricio Funes, ya en el poder, fue un macho sin dueño respecto al control político institucional del Frente, comportándose con una actitud arrogante y prepotente en el ejercicio del poder. El expresidente crispó por cinco años a la sociedad salvadoreña, inyectando en la política nacional constantes mensajes de división y odio.
¿Quién no se acuerda los mensajes agresivos e intimidantes que transmitía en sus alocuciones semanales por radio? ¿O su altanero “les guste o no les guste” que espetaba al momento de anunciar alguna de sus iniciativas?
Mauricio Funes dejó a El Salvador crispado, contaminado con un veneno político que no era otra cosa más que la negra semilla que estaba germinando para producir algo aún peor.
Muchos respiramos aliviados cuando terminó el primer quinquenio presidencial del Frente, pensando que íbamos a recuperar la razonabilidad en el ejercicio del poder político y que unidos otra vez, íbamos a poner manos a la obra en la reconstrucción económica y social del país; pero contra todo pronóstico, el FMLN volvió a cometer el mismo error.
A juzgar por las encuestas, Nayib Bukele es aún más popular que el anterior presentador de televisión y, aparentemente, el Frente (como también le sucede a GANA), no puede resistir la tentación de llevar como candidato a alguien altamente popular dejando de lado las señales de peligro que rodeaban a esos personajes.
Desde que fue electo como Alcalde de Nuevo Cuscatlán, el Frente sabía que era un divorcio político anunciado, ya que nunca utilizó sus distintivos y colores, y nunca asoció su imagen con el liderazgo histórico del partido. Aún así, inexplicablemente, el Frente lo continuaba apoyando.
Lo ocurrido en la Asamblea el 9 de febrero de 2020 tiene como antecedente directo “tarimazo” que el Alcalde, esta vez, de San Salvador, convocó frente a la sede de la Fiscalía General de la República, como un acto entre berrinche y bravuconada política. Paradójicamente, muchos de los cuadros históricos y líderes políticos del Frente lo acompañaron -felices de la vida- en ese acto de desobediencia y prepotencia ciudadana.
Pero tal como ocurrió con el monstruoso personaje en la novela de Mary Shelley, las creaciones políticas del FMLN acabaron volteándose contra ellos. Supongo que para ese instituto político se sintió muy cómodo cuando los discursos de odio se dirigían contra sus oponentes… solo para darse cuenta, quizás demasiado tarde, de que ahora ese mismo discurso se dirige contra ellos, habiendo llegado al extremo de haber provocado un hecho de sangre en perjuicio de uno de sus simpatizantes.
Es increíble cómo la dirigencia del Frente nunca se dio cuenta de que los discursos de odio que ellos mismos alentaban o, al menos, toleraban por parte de sus funcionarios, gestaron una ola de intolerancia y fanatismo dentro de la sociedad salvadoreña que acabó volteándose contra ellos mismos.
Supongo que el FMLN nunca pensó que ese mismo odio, eventualmente, los iba a convertir en su propia víctima, de la misma triste forma que pasó con el terrible monstruo Frankenstein.

Abogado, Master en leyes

@MaxMojica