Banda salvadoreña KAB’RAKAN fusiona en su música la potencia maya con el death metal

El grupo está promocionando su más reciente material, el cual se dio como resultado durante una introspección musical que nació en tiempos de pandemia.

descripción de la imagen
La banda de death metal es una de las más reconocidas a nivel regional. / Foto Por EDH / cortesía KAB'RAKAN

Por Elis Silva

2021-01-30 11:04:52

KAB’RAKAN es solo una de las bandas metaleras salvadoreñas que ha luchado hasta el cansancio por hacer lo que le apasiona: tocar música.

En el país los músicos saben que la “industria” no es como la de otros países, acá los artistas además de genios creativos la hacen de productores, mánagers, relacionistas públicos, vendedores y otros roles que deben hacer con tal de dar a conocer su propuesta.

Lee también: El artista salvadoreño Rafael Alfaro se ha transformado en un ovni que sobrevuela el universo del rock progresivo

En una entrevista con El Diario de Hoy, Carlos Álvarez, uno de los fundadores y miembros activos de la KAB’RAKAN -además de ser un músico profesional con una amplia trayectoria en la escena rock y metal-, habló de su experiencia, de la falta de una industria como tal en El Salvador, de su labor como maestro de música y sobre el último trabajo de la banda: “Sesión de poder”.

¿Cómo surgió KAB’RAKAN?
La banda surge por la necesidad artística de hacer death metal. Nos sentimos identificados con la poderosa energía que transmite esta expresión. Fue a partir de algunas ideas musicales que venía trabajando y fueron evolucionando, cada quien hizo sus aportes hasta tener el resultado sonoro con el cual nos sentimos cómodos (…) Venimos de otros proyectos musicales: Aborígenes, Santería, Araña, Kabala, Tabú, Kabak, Fleshless Entity, Ultra Ortodox Fuck, Ipsofacto, Discordia, Witchgöat, entre otros… Llevamos más de 20 años en esto.

¿De dónde surgió su nombre?
Cuando buscaba un nombre para el proyecto artístico recordé un sueño que relacioné con la entidad que los antiguos mayas enlazaban con las fuerzas telúricas y llamaban KAB’RAKAN. En el sueño esa entidad se manifestó cuando estábamos tocando, el señor creador de volcanes, montañas, ríos, lagos, quebradas, terremotos, etc. De ahí el nombre de la banda… es un tributo a los antiguos mayas, nuestra música también les rinde tributo a estos antiguos señores y señoras de gran conocimiento.

Carlos Álvarez, al igual que el resto de integrantes de la banda, posee una amplia trayectoria en la escena. Foto EDH / cortesía KAB’RAKAN

¿Cuál ha sido su objetivo principal como agrupación?
La banda es un proyecto de vida, aspiramos a la calidad artística. Estamos claros que nuestra música no es comercial, es para un público selecto. A partir de eso, quedan descartadas las aspiraciones banales. Tampoco se puede ver o entender como un trabajo (…) esto es magia, son actos de poder, tocamos o nos morimos de aburrimiento. Esto es una lucha de todos los días, sobre todo en un país donde ninguna expresión artística es rentable, en términos económicos. Por eso vemos a la banda como nuestra lucha personal, esto requiere constancia, carácter, compromisos, mucho tiempo…

Te puede interesar: Sí se puede vivir de la música en El Salvador, así lo afirma el músico y empresario Oswaldo González

¿En su exploración de géneros, qué rumbo decidieron tomar como banda?
Desde el principio teníamos claro que queríamos hacer Metal de la muerte, mejor conocido como death metal. Es el género que más nos gusta y con el cual todos nos sentimos identificados. En las líricas se abordan elementos como la muerte, raíces y tradiciones ancestrales, misticismo o posibilidades perceptuales, brusquedad de la conducta humana… entre otros aspectos.

¿Cuál ha sido su mejor experiencia como conjunto musical?
Pues creo que el aprendizaje que obtenemos en cada ritual, es compartir con la gente que disfruta nuestra música y con algunos colegas de otras bandas. Los momentos compartidos en cada gira, el trabajo en estudio, el proceso creativo, etc. Es un conglomerado de experiencias. No puedo mencionar solo una.

Eduardo Narváez realiza un poderoso desempeño en la batería. Foto EDH / cortesía KAB’RAKAN

¿Cuál es el obstáculo más grande al que se han enfrentado?
No voy a hablar mucho de eso porque siempre soy mal interpretado, solo diré que no vemos obstáculos. Son cosas que debemos cambiar en la manera de hacer… Por eso mencionaba anteriormente que funcionamos bajo nuestros propios procedimientos artísticos, no seguimos tendencias y pues, como te decía, no vemos obstáculos… de hecho siempre agradecemos el apoyo de amistades, de la gente que disfruta de nuestra música y nos compra las producciones. Agradecemos a los medios de comunicación como el tuyo, también medios alternativos “under” de la región centroamericana y a los pocos espacios que existen para los rituales en vivo. No puedo decir que hemos encontrado obstáculos o que no hemos encontrado apoyo, por el contrario… sin embargo hay muchas cosas que mejorar y aprender.

Inti Chávez también es de los fundadores de la agrupación. Foto EDH / cortesía KAB’RAKAN

Háblame sobre su más reciente material, musical y audiovisual.
La pandemia vino a retrasar todo. Creo que nadie salió librado de esto. Como banda tuvimos un receso, obligado, de siete meses. Nos agarró en medio del proceso de producción del disco y a media gira centroamericana. Como banda, relativamente nueva, esto nos afectó bastante (…) Queríamos dejar un producto que se le acercara lo más posible a un ritual en vivo, queríamos capturar esa energía. De ahí surgió la idea de hacerlo en un escenario. No veíamos otra posibilidad… la invitación al “Bone Breaker on Line Festival” de Costa Rica coincidió con nuestras expectativas y pues nos embarcamos en esa experiencia. Nunca habíamos hecho algo similar (…) El resultado es la “Sesión de poder”, consta de siete temas grabados totalmente en vivo.

Ya estamos en etapa de preproducción de nuestro próximo audiovisual. La postproducción de audio la realizamos nosotros. Soy bastante autocrítico. Sé que hay muchas cosas qué mejorar. Entonces, si has visto el video podés ver algunos detalles de la producción de video que posiblemente pudieron quedar mejor. Pero al final se logró el objetivo. En cuanto a la difusión, en el festival en línea se transmitieron cinco temas. A la fecha, en nuestro canal de YouTube hemos liberado tres temas de la sesión, en los próximos días compartiremos los demás. Por eso invitamos a tus lectores a que se suscriban a nuestro canal de YouTube. Eventualmente esta producción estará disponible en formato de “Bootleg” oficial.

Como músico, ¿cómo ves el rubro musical en El Salvador?
No puedo pensar en hablar del rubro musical en general… ¿cómo te puedo decir? son tantas variables las que existen, sería muy irresponsable de mi parte emitir un juicio. Para eso tendríamos que entender qué significa la música para otros músicos, para los propietarios de las productoras de eventos y de los locales. Existe la idea de que el artista cobra y se va, pero hay más que eso (…) Si se entendiera el impacto que genera el rubro musical en la economía, las cosas fueran distintas (…) Pero hablemos de lo importante que es el metal, eso es lo único importante para mí, lo demás es harina de otro costal. Estamos claros que hay muchas cosas que mejorar. Hay muchas cosas que se están haciendo bien (…) En mi caso, también doy clases de música, de manera independiente. Puedo decirte que son pocas las oportunidades de trabajo y es muy poca la gente interesada en su formación (…) Prácticamente tenés que encontrar la manera de cubrir tus gastos y mantener a flote tus ideales artísticos. Se trata de mantener un equilibrio.

Erlin De la O ha destacado en otras bandas, como Fleshless Entity. Foto EDH / cortesía KAB’RAKAN

¿Qué tan importante piensas que debe ser una educación formal musical para ser intérprete de rock y metal?
Sí, es importante. Es decir, al ser autodidacta incorporás técnicas que probablemente estén equivocadas, pero eso es digno de valorar porque tenés el coraje de expresarte. Hay autodidactas que son realmente excepcionales, te roban el sentimiento con su virtuosismo o con la disposición que hacen de las notas musicales. Del mismo modo, hay músicos estudiados que son virtuosos, transmiten de manera arrolladora su discurso musical (…) Realicé estudios formales de artes musicales en el Centro Nacional de Artes, entre otros procesos formativos fuera del país, permitiéndome tener una base formativa muy ligada a la música académica, pero siempre he estado dentro del metal (…) Todo músico que se valore a sí mismo y valore su arte debería dedicar tiempo al estudio de los elementos básicos del lenguaje musical. Sin embargo, debe prevalecer el sentimiento.

No te pierdas: Streamers salvadoreños se unen para promover la música y el arte

Cuéntame un poco de tu proyecto Taller para bajistas.
Esta idea nació a partir de que en los últimos años he estado trabajando dando clases de iniciación musical (teoría, solfeo rítmico, juegos musicales) para niños y niñas, con distintas organizaciones. A veces, doy clases privadas de violonchelo (…) Esto me dejó la inquietud de poder compartir mi experiencia y conocimientos adquiridos en el bajo eléctrico, pero dentro de la escena metal (…) Surgió la idea de diseñar un taller en donde se abordaran elementos teóricos fundamentales de la música, como teoría, solfeo, armonía. El taller consta de 18 horas de trabajo, divididos en tres sesiones de seis horas cada una. Es un taller bastante exigente. Estoy claro que 18 horas no son suficientes para conocer el instrumento.

Como músico ¿cuál es tu mayor anhelo sobre una industria musical en el país?
Está difícil hablar de “industria” en el país… entendamos la industria como el conjunto de personas que se dedican a crear contenido musical, lo promueven o contratan, editan, producen, distribuyen, comercializan para el consumo y generan ganancias económicas de la propiedad intelectual de estos contenidos. Hay que ser directos y decir claramente que algunos de esos elementos no existen en el país. Quizás te voy a hablar de algunos aspectos que corresponden a la parte de los creadores de contenido. De eso sí hay. Considero que hay poca información sobre los aspectos legales. Conozco bandas (no solo de rock y metal) con muchos años de trayectoria y no tienen registrado, ni quiera su nombre. Ni hablar del registro de los temas (…) Lo ideal sería la apertura de marcas, medios tradicionales y no tradicionales a las producciones salvadoreñas, sin importar el género. Que los propietarios o administradores de locales en donde se pueden hacer eventos den prioridad a la música original y no destinen, los días “muertos” para estos eventos (…) más allá de la industria, lo que debe prevalecer son los ideales artísticos. Si hay que trabajar de lo que sea y ahorrar un año para sacar un disco con buena calidad de producción, pues hay que hacerlo. Aquí en Centroamérica está bien difícil que exista una industria.