El hambre de piel es un síndrome neurológico relacionado a la falta de contacto físico entre las personas, un tema que ha tomado relevancia hoy en día y preocupa a las entidades sanitarias debido a su incidencia en la salud a raíz de la pandemia del COVID-19.
La ciencia lo define como “privación de afecto” y es capaz de generar una serie de daños a la salud a nivel psicológico y físico. El distanciamiento con las personas, una de las principales medidas para evitar el contagio del coronovirus, está provocando momentos difíciles a los seres humanos debido a la falta de muestras de afecto como los abrazos, los besos y los apretones de manos, entre otros, señalan expertos.
El hombre por naturaleza es un ente social, desde el nacimiento, el recién nacido es llevado al pecho de la madre para tener el primer contacto piel a piel que le llena de tranquilidad después del impacto del alumbramiento. Diferentes investigaciones han demostrado que este tipo de estímulo está relacionado a una mejor calidad de vida y una mejor longevidad.
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Tiffany Field, investigadora del Instituto para la Investigación del Tacto (TRI) de la Universidad de Miami explica que cuando se toca la piel con piel se estimulan los sensores de presión subcutáneos, que envían mensajes al nervio vago del cerebro.
“A medida que aumenta la actividad del nervio vago, el sistema nervioso se desacelera, bajan el ritmo cardíaco y la presión sanguínea y las ondas cerebrales muestran relajación. También bajan los niveles de las hormonas del estrés, como el cortisol”, añade la experta. La oxitocina, conocida como la hormona del amor, también eleva sus niveles a través del contacto de la piel.
Ignacio Morgado, catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencias de la Universidad Autonoma de Barcelona, dijo a la Vanguardia, que el tacto físico juega un papel muy importante para la vida humana.
“Entre otras cosas, genera encefalinas y endorfinas, unas sustancias que producen placer. Pero además, lo que más ha estudiado la ciencia sobre el contacto es que con la proximidad afectivo-material, con los besos y abrazos, se libera oxitocina, que es una hormona prosocial, es decir, que aporta un plus a nuestra relación, que potencia los sentimientos que tengamos”, explica el experto.
Es a través de los abrazos, los besos con los padres, los abuelos, los hermanos, los hijos y todos los seres queridos que se potencia el sentimiento del amor y el afecto. Para los expertos la falta de estos ha venido a incrementar el malestar psicológico y salud mental de las personas que ya venían siendo afectados por la crisis económica y cultural generada por la pandemia. Mayor estrés, estados de ansiedad, entre otros podrían estarse desencadenando a raíz de este síndrome.
El aislamiento, las cuarentenas y todas las restricciones en torno a la pandemia vuelven más recurrentes el uso de la tecnología para que las personas se comuniquen entre sí.
“Es difícil aventurar hipótesis de cómo revertir sus consecuencias y de la influencia que tendrá en nuestra salud física y mental en el futuro”, agrega por su parte la psicologa María Fernández de la Riva en entrevista con 20minutos.
La experta recomienda algunas medidas que se puede adoptar para tratar de reducir sus efectos como: .
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1. Expresar con palabras los sentimientos y muestras de cariño.
2. Dígale a su ser querido el deseo de abrazarlo o darle un beso, aunque no pueda hacerlo.
3. Usa la mirada para manifestar mediante gestos lo que está sintiendo por tu ser querido
4. Refuerce el contacto físico con las personas con las que vive
5. Sonría
6. Use otras formas de comunicación como la escritura y la música.