Prohibido olvidar: El abuelo de Iván defendió a los maestros durante el conflicto

Iván compartió parte de la historia de su abuelo, José Alvarenga, en redes sociales y bajo el hashtag #ProhibidoOlvidarSV. El joven considera que llamar “farsa” a la guerra y los acuerdos es minimizar la labor de quienes lucharon por sus ideales.

José Mario Lopez Alvarenga fue maestro de matemáticas durante el Conflicto Armado en El Salvador. Fue asesinado un año después de logrado los Acuerdos de Paz. Ivan asegura que a través del hashtag #ProhibidoOlvidarSV pudo dar a conocer el legado que su abuelo dejó en la educación del país.

Por Jonathan Tobías

2021-01-16 10:41:39

El conflicto armado es parte importante de la memoria histórica de El Salvador, así lo consideran miles de usuarios que, en redes sociales, volcaron historias y memorias de sus familias durante los años de la guerra y la importancia que, para ellos, tuvo la firma de los Acuerdos de Paz.

Iván López Almira, de 21 años de edad, fue uno de esos jóvenes que decidieron compartir las vivencias de su familia. Él, en particular, relató en redes sociales los recuerdos que ha compilado sobre la vida y lucha de su abuelo, José Mario López Alvarenga, quien fue parte de los esfuerzos por mejorar los sistemas educativos en El Salvador.

Para hacerlo, David se unió al movimiento #ProhibidoOlvidarSv que, durante varios días fue tendencia en la red social Twitter y en donde miles de usuarios, dentro y fuera de las fronteras salvadoreñas, expresaron su pensar y sentir en respuesta a las recientes declaraciones, de funcionarios del gobierno del presidente Nayib Bukele, que restaban importancia y legitimidad al proceso de paz, tras las décadas de conflicto armado en El Salvador.

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Con mensajes de inconformidad y descontento, los salvadoreños que vivieron el conflicto, y quienes se interesan por preservar la memoria histórica, detallaron mensajes, reflexiones y centenares de historias sobre la guerra y la importancia de la firma de los Acuerdos de Paz.

Iván considera que acciones masivas como esta son el primer paso para legitimar esos procesos históricos y dar fuerza a la voz de quienes vivieron el conflicto o fueron afectados directa o indirectamente por la guerra.

“Nos están haciendo creer que la guerra no sirvió para nada. No se puede olvidar la sangre que se derramó”, señala Iván y expresa sentirse indignado, luego que el propio presidente, Nayib Bukele, afirmara que los hechos, detrás de la construcción de la democracia salvadoreña, se trataron de una “farsa”.

Esa indignación aumenta al considerar que con ese mensaje, también se le resta importancia al trabajo por el que su abuelo arriesgó tantas veces su vida y el legado que quedó de su labor.

Iván López Almira, de 21 años de edad, fue uno de esos jóvenes que decidieron compartir las vivencias de su familia. Foto EDH

Una lucha por los maestros

Desde niño, José Alvarenga, abuelo de David, era conocido por su habilidad y gusto por los números. Esa fue una de las razones que lo llevó a tomar la decisión de convertirse en maestro de matemáticas en el año de 1952. “Mi abuelo buscaba reivindicar la profesión de la enseñanza”, relata Iván.

Lo que el joven conoce de su abuelo es fruto de largas pláticas con sus padres y con quienes lo conocieron desde joven, además de una extensa investigación en libros y hemerotecas, que lo han llevado a localizar documentos y hasta publicaciones periodísticas en donde se destaca el trabajo de su abuelo por dignificar la labor docente en las décadas del conflicto y que revelan la vida a la que José Alvarenga se vio empujado por alzar su voz disruptiva y en favor de los derechos de los maestros.

Iván recuerda que sus padres le narraban que ser maestro en tiempos del conflicto no fue fácil para su abuelo. “Durante la guerra te asesinaban sólo por ser profesor”, expresa el joven y asegura que es a causa de esas historias que ha conseguido comprender que, gracias a los Acuerdos de Paz, en el país se lograron establecer muchos de los derechos de los cuales el gremio docente carecía y que ahora son la base de otros esfuerzos y luchas por mejorar la profesión en El Salvador.

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Iván relata con orgullo que su abuelo, José Alvarenga, alzaba la voz en medio de protestas para exigir al gobierno en turno más oportunidades para los maestros y el trabajo docente: prestaciones de ley, escalafón, aumentos salariales y otros beneficios que, en esos años, eran derechos a los que los educadores no tenían acceso. “Mi abuelo quería un sistema educativo a favor de todos”, asegura Iván.

Otra de las luchas del abuelo de David, durante los años del conflicto armado en El Salvador, fue dejar en evidencia que la educación debía convertirse en un derecho gratuito y de oportunidad para todos, sin importar procedencia, ubicación geográfica u otros factores de diferencia o exclusión. “La intención de mi abuelo era buscar soluciones para todos los que estaban sufriendo durante el conflicto armado”, señala Iván.

Huir para vivir

La pasión por la labor docente era algo que José Alvarenga llevaba en la sangre. Su madre, Teresa Alvarenga, fue profesora de educación primaria. Él nació el 03 de Marzo de 1938 en el cantón El Zapotal, jurisdicción de Las Vueltas en Chalatenango.

Su formación universitaria la llevó a cabo en la facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de El Salvador y su tesis de graduación abordó la temática de una reforma educativa salvadoreña.

Trabajó como docente en casi todos los niveles educativos, desde educación básica hasta superior. Fue miembro del tribunal de la carrera docente y parte de organizaciones en favor de la investigación y realce de la actividad educativa en El Salvador y el extranjero. Además de ser uno de los líderes sindicales más reconocidos del magisterio salvadoreño, quien, frente a la situación que el país estaba viviendo durante los años del conflicto armado, optó por defender sus ideales, incluso siendo parte de los enfrentamientos armados. “Él se rehusaba a estar armado pero era una situación de vida o muerte”, relata Iván.

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José Alvarenga fue fundador, en Ciudad Delgado, de la Unión de Maestros Salvadoreños (UMS), que luego formaría parte de la asociación gremial Andes 21 de Junio. Su trabajo sindical lo llevó a acercarse a movimientos como el Frente de Acción Popular (FAPU) o al Movimiento de Liberación Popular (MLP) y a luego ser miembro activo del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en donde fue parte en actividades políticas y de negociación.

Su residencia, en San Salvador, fue el escenario de múltiples hechos de violencia. Los padres de Iván le relataron que el Ejército llegaba sorpresivamente y “ametrallaban” las paredes de la vivienda y lanzaban granadas en el techo, una situación que los mantenía con temor constante por sus vidas.

Ante la persecución política que Alvarenga enfrentó durante el conflicto armado, su nieto narra que al abuelos no le quedó otra opción que buscar refugio fuera del país. Incluso debió hacer uso de identidades y documentos falsos para dejar el país y emigrar en busca de aliados y protectores en el extranjero que le ayudan a mantenerse a salvo y seguir con sus denuncias y luchas en favor del magisterio. “Decir su nombre era peligroso. Mi abuelo tuvo que pasar mucho tiempo en el exilio antes de regresar”, dice Iván.

El joven, estudiante de la carrera de relaciones exteriores en la Universidad de El Salvador, anhela mantener vivo el recuerdo y la labor de su abuelo. Reconoce que la lucha de José Alvarenga, durante el conflicto armado salvadoreño, fue uno de los principales motivos que lo inspiró a estudiar la profesión que escogió. “Toda su vida peleó por su familia y para lograr un cambio en la sociedad”, señala con orgullo.

Asesinado después de los Acuerdos de Paz

“Mi abuelo sabía que podía morir, pero creo que nunca pensó que sucedería de esa forma”, supone Iván, a casi tres décadas del asesinato de su abuelo y a 29 años de la firma de la paz en El Salvador: dos hechos que han marcado buena parte de su identidad y la de su familia.

El 09 de diciembre de 1993, luego de concluido el conflicto armado y con la firma de los Acuerdos de Paz aún reciente, José Alvarenga se transportaba en su vehículo por el barrio San Miguelito, en San Salvador, cuando presenció un robo. Se detuvo para socorrer a la víctima y, entonces, tras una larga ráfaga de disparos, Alvarenga terminó tendido en el suelo, asesinado por al menos seis impactos de balas que dispararon sujetos de quienes nunca se supo su identidad exacta.

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La familia de José Alvarenga concluye que la hipótesis de mayor fuerza es que su muerte fue a causa de interrumpir el asalto armado. Sin embargo, las investigaciones del caso y otros datos que consiguieron recabar, también brinda fuerza a la posibilidad que el hecho se haya tratado de una “emboscada” por parte de grupos armados que veían en José una amenaza por su lucha en defensa de los derechos de maestros y trabajadores. Iván destaca que su abuelo siempre vivió en constante peligro por su forma de pensar y por atreverse a alzar la voz en momentos críticos y de tensiones políticas y sociales.

“La historia de mi abuelo es la historia de cientos de personas que sufrieron para dejar un mejor país”, dice Iván e invita a los jóvenes, como él, a mantener viva la memoria histórica de sus familias. “Creo que mi abuelo murió contento. Aún hay mucho que lograr en el tema de educación, pero gracias a los Acuerdos de Paz, se logró un mejor El Salvador”, concluye.