José Miguel Vivanco, director de la División de las Américas de Human Rights Watch, dijo que el presidente Nayib Bukele ha aprovechado “de una manera descarada” la pandemia por COVID-19 para concentrar el poder, y al mismo tiempo para debilitar los controles, los frenos y los pesos que contiene la democracia salvadoreña para garantizar un ejercicio democrático del poder y evitar y prevenir abusos en materia de derechos humanos.
“Bukele ha hecho caso omiso, se ha reído de las sentencias reiteradas de la Corte Suprema que le exigen respeto por la Constitución del país, y le ha venido como un anillo al dedo la crisis de la pandemia para retroceder en materia de controles democráticos y libertades públicas en El Salvador”, sostiene Vivanco.
Opina que al presidente Nayib Bukele “se le va a acabar la fiesta cuando inicie la gestión de Joe Biden”, el 20 de enero, ya que durante el gobierno de Donald Trump, y con el silencio y en algunos casos los aplausos, del exembajador de Estados Unidos en El Salvador, Ronald Johnson, el mandatario sintió que tenía carta libre para “seguir haciendo y deshaciendo”.
El defensor de derechos humanos señala que con el control de los demócratas en la Cámara y el Senado será posible ponerle frenos eficaces al presidente Bukele, para que no siga arrasando con las instituciones democráticas como lo ha estado haciendo.
Vivanco hizo las declaraciones durante la presentación del informe global sobre derechos humanos de Human Rights Watch, donde hizo un resumen de la situación en la región de Latinoamérica.
En cuanto a las próximas elecciones en El Salvador, señala que espera se desarrollen con transparencia, libertad y credibilidad.
“Vamos a seguir observando muy de cerca la situación de El Salvador porque hay que impedir que El Salvador se convierta en una dictadura. Es una democracia, insisto, que cuenta con un caudillo como es Bukele, pero que hasta ahora ha dado muestras de una gran consistencia en sus instituciones democráticas en defensa de los valores que protegen la Constitución política”, dice Vivanco.
Opina que en El Salvador, a diferencia de Nicaragua, no hay una dictadura, a pesar de las acciones del presidente Bukele, “quien está haciendo esfuerzos extraordinarios en transformar al país en su dictadura personal”.
“La sorpresa de El Salvador es que a pesar de ser una democracia joven a demostrado que cuenta con un poder judicial independiente, con unos magistrados de la suprema corte que han tenido el coraje y la valentía y la integridad para defender a capa y espada la Constitución”, sostiene Vivanco.
Añade que también hay partidos políticos, autoridades como la Fiscalía que podría ser más fuerte y activa, pero que tiene grados de autonomía importantes.
“Yo quisiera que (la Fiscalía) fuera bastante más activa en la defensa, en la investigación de crímenes de abusos cometidos por el Estado, no solo de derechos humanos sino en ámbitos también como la corrupción”, indica el defensor de derechos humanos.
Expone que en El Salvador hay una sociedad muy fuerte y un sector privado que es activo y defiende los valores de una sociedad abierta y democrática.
“Creo que la pista se le ha puesto pesada al señor Bukele con la elección de Biden. Biden conoce muy bien Centroamérica y está muy bien asesorado con respecto a la fragilidad del sistema democrático y la necesidad de fortalecer las instituciones democráticas, especialmente en Centroamérica y en particular en El Salvador”, enfatiza Vivanco.
Región con falta de liderazgo en derechos humanos
“El año pasado ha sido probablemente uno de los peores años para los derechos humanos, yo me atrevería a decir en las últimas tres décadas, ha sido un año muy duro para la causa de los derechos humanos, por primera vez estamos en esta región sufriendo lo que me parece adecuado calificar como la consolidación de tres dictaduras, la de (Nicolás) Maduro (en Venezuela), la de (Daniel) Ortega (en Nicaragua) y la de Cuba”, manifestó.
Añade que el 2020 ha visto la consolidación de estas tres dictaduras, a pesar de las presión a nivel internacional y de las denuncias y la documentación que existe sobre crímenes realizados estos países.
Vivanco opina que en la región ha habido una ausencia de liderazgo por la causa de los derechos humanos, lo cual es notorio en países como Brasil y México que son dirigidos por líderes populistas y demagogos, ya que en ambos casos hay un desprecio profundo por los valores democráticos, por las libertades públicas, por los derechos humanos y el Estado de derecho.
Opina que esto se debe a que hay una falta de voces latinoamericanas capaces de mover y defender la causa de los derechos humanos, donde la falta de credibilidad de estos gobiernos no ayuda a un panorama de mejora del estado de los derechos humanos a nivel regional.
A esto se suma la gestión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien con su conducta déspota y populista contribuye al clima de desazón en materia de derechos humanos.
Señala que la pandemia por COVID-19 también ha venido a agravar una profunda desigualdad y condiciones donde el control de la pandemia se ha hecho recurriendo a fuerzas policiales que no están capacitadas, quienes actúan con impunidad y violencia, y en muchas ocasiones se corrompen con el abuso de poder.
En este contexto de la pandemia, la libertad de información y la libertad de prensa han sufrido grandes mermas, dice Vivanco, principalmente por gobiernos caudillos como el de El Salvador, con la presidencia de Nayib Bukele, donde se ha restringido la libertad de prensa y el acceso a la información.
Vivanco expuso el caso de México, donde es peligroso ejercer la profesión periodística, ya que han fallecido 23 periodistas por realizar investigaciones de corrupción o narcotráfico, donde dice que no se realizan esfuerzos serios para terminar con el fenómeno, y los casos además no son investigados.
En cuanto al papel de la Organización de Estados Americanos (OEA), Vivanco señala que el actual secretario ejecutivo, Luis Almagro, se ha centrado en las dictaduras de Venezuela, Nicaragua y Cuba, que necesitan atención internacional debido a que están consolidadas, pero ha sido demasiado selectivo cuando hay otras naciones que merecen fiscalización, denuncia y alerta permanente por retrocesos en temas de derechos humanos y un buen ejemplo de ello es el caso de Bukele en El Salvador.
“Pero no son las únicas, no son los únicos sitios donde se están produciendo retrocesos en materia de derechos humanos, de derechos fundamentales, libertades públicas y también el ejercicio de la democracia.”, sostiene.