Intentos de golpe de Estado: el 9F y el 6E

Las imágenes del Congreso de Estados Unidos invadido por una turba me hicieron recordar cuando el Salón Azul de la Asamblea Legislativa (AL) fue tomado por militares y policías dirigidos por el Presidente; ver a un tipejo con un gorro con cuernos dirigiendo la invasión al Congreso, me hizo recordar al Presidente disfrazado de “cool”  llegando a la AL; ver sentado en la silla del presidente del Senado al impresentable sujeto que se disfrazó de vikingo o de bisonte, me hizo recordar el espectáculo del Presidente en el delirio de hablar directamente con Dios.

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Además del policía, cuya identidad aún no ha sido revelada, perdieron la vida otros cuatro manifestantes durante el asalto al Capitolio. Foto AFP

Por Enrique Anaya

2021-01-07 7:38:52

PUESIESQUE…hay que ser francos: si el 2020 estuvo “refeyo”, el 2021 no se mira muy bonito que digamos, sobre todo por la conducta de políticos: mientras científicos y personal sanitarios luchan, día a día, para combatir la pandemia, parece que algunos políticos anormales están decididos a tirar por un precipicio las conquistas que el constitucionalismo y la democracia han logrado en el último siglo.

Confieso que inicialmente pensé que al menos en El Salvador, el cambio de año no representaría nada relevante y que se verían casi los mismos hechos de inicios de cada año electoral, solo que en este 2021 serían ahora más vulgares, como son: la Presidencia de la República (CAPRES) gastando millones de dólares en propaganda, potenciando al partido político del coyuntural inquilino de Casa Presidencial (ahora el cinismo es peor); candidatos a alcaldes ocupando fondos públicos para intentar mejorar su imagen; candidatos a alcaldes violando flagrantemente la ley sobre el período para la propaganda electoral (al fin y al cabo, no hay sanciones serias para quien vulnera esa ley); imágenes retocadas en las fotos de casi todos los candidatos (a algunos ni los reconozco).

Así, pues, aunque es patético, cosas como esas son las que lamentablemente hemos aceptado en el país como normalidad y, por supuesto, no existe político valiente que proponga la desaparición de todas esas prácticas vergonzosas.

Pero resulta que este 2021 en su primera semana ya asusta, sobre todo por la condenable asalto violento al Congreso de los Estados Unidos de América, llevado a cabo el 6 de enero (6E), que nos ha dejado imágenes que nos recuerdan el ignominioso 9 de febrero de 2020 (9F), cuando en el país, el Presidente intentó un frustrado golpe de Estado.

En efecto, ver las imágenes del Congreso de Estados Unidos invadido por una turba me hizo recordar cuando el Salón Azul de la Asamblea Legislativa (AL) fue tomado por militares y policías dirigidos por el Presidente; ver a un tipejo con un gorro con cuernos dirigiendo la invasión al Congreso, me hizo recordar al Presidente disfrazado de “cool”  llegando a la AL; ver sentado en la silla del presidente del Senado al impresentable sujeto que se disfrazó de vikingo o de bisonte, me hizo recordar el espectáculo del Presidente en el delirio de hablar directamente con Dios.

Ahora bien, una gran diferencia entre tan condenables hechos son las reacciones: mientras en Estados Unidos, prácticamente la totalidad de políticos (tanto demócratas como republicanos) y, en general, el pueblo, han condenado la invasión al Congreso (al grado que, ante el asco, renunciaron varios funcionarios de la Casa Blanca y hasta se pensó invocar la norma constitucional sobre la cesación del presidente por incapacidad para ejercer el cargo); en el país, algunos políticos y hasta licenciados en derecho corrieron a defender el intento de golpe de Estado por parte del Presidente (así nos enteramos que en El Salvador hay algunos asesores de CAPRES son especialistas en derecho golpista).

Seamos francos: lo sucedido esta semana en Washington nos confirma que los intentos de golpe de Estado no son casuales, sino que son siempre parte de un plan. Así, en el país, lo acontecido el 9F/2020 es únicamente una muestra, no de lo caprichoso del carácter del Presidente como piensan algunos ingenuos o ilusos, sino que se trata de un proyecto para dinamitar la incipiente democracia salvadoreña e instaurar un gobierno dictatorial y cleptómano.

P.D.: dicen por ahí que algunos de los impresentables licenciados especialistas en derecho golpista y en justificar violaciones a derechos humanos intentarán ser magistrados de la Corte Suprema de Justicia.