Olga Zelaya, la salvadoreña radicada en Los Ángeles que no desampara a las familias de San Pablo Tacachico

Reside en Los Ángeles desde hace más de dos décadas. En 2014 creó su oficina de asesoría para inmigrantes que no logran cubrir los costosos procesos migratorios, y dos veces al año regresa a El Salvador con donaciones que entrega en diferentes comunidades junto al Comité Salvadoreño El Piche.

descripción de la imagen
Olga Zelaya junto a una de las beneficiadas con silla de ruedas en San Pablo Tacachico, La Libertado. Foto Cortesía

Por Xiomara Alfaro

2021-01-07 10:14:02

Olga Zelaya es una salvadoreña radicada en Los Ángeles desde los años 80, lugar desde el cual se ha convertido en una luz de esperanza para muchas personas de bajos recursos e inmigrantes indocumentados que buscan asesoría legal para mejorar su estatus en la nación norteamericana.

Después de más de dos décadas de su partida de El Salvador asegura que su corazón sigue estando con su pueblo y con la gente que la vio nacer. Olga es originaria de San Pablo Tacachico, en el departamento de La Libertad, lugar al que desde hace un tiempo regresa dos veces al año con ayuda para los más necesitados.

A finales de diciembre de 2020 entregó, junto al Comité Salvadoreño El Piche, un donativo de 14 cajas de ropa para la comunidad y uniformes deportivos, de 78 prendas cada una. Sillas de rueda, guantes para agricultura, medicinas y otros artículos de primera necesidad fueron entregados por esta salvadoreña que durante su estadía en el país visita casa por casa este municipio y otras zonas del país.

Olga es donante y voluntaria del Comité Salvadoreño El Piche, entidad que recorre los 14 departamentos del país con víveres, ropa y otros artículos de primera necesidad. Foto Cortesía

Te puede interesar: Expolicía salvadoreño establece su empresa de mantenimiento en Florida

Es Administradora de empresas, actualmente se especializa en temas legales y de derecho. Foto Cortesía

Olga es graduada en Administración de empresas de Los Ángeles Valley College, actualmente también trabaja como asistente legal en la firma de abogados Mfon Anthony Ikon. En 2009 creó su propia oficina de atención migratoria donde ofrece desde asesoría hasta trámites de peticiones de asilo, residencia y ciudadanía, entre otros.

Desde su oficina atiende a personas de bajos de bajos recursos que no logran cubrir el elevado costo de estos procesos.

Además: El reencuentro que deja huella en cantón El Brazo, San Miguel. Connacionales buscan dar tranquilidad a 262 niños de la comunidad

“Teniendo mi propia oficina, me ha dado la oportunidad de involucrarme en todas estas actividades de ayuda a la comunidad”, explica. Olga también es modelo profesional, en el 2011 fue contratada como imagen de  Hispanidad Marketing, una popular revistas de Los Ángeles para la que trabajó por varios años, parte de sus compromisos era participar en diferentes eventos sociales de la localidad.

En estas actividades fue donde empezó a conocer el trabajo que realiza Comité Salvadoreño El Piche en las comunidades de El Salvador, asegura que se enamoró de la labor hasta convertirse en una de sus más activas donantes.

Foto Cortesía

El entusiasmo de Olga por querer dar lo mejor de sí la llevó no solo a motivar a su familia para unirse a esta causa con donaciones monetarias si no que además, año con año se ofrece como voluntaria para visitar los cantones y caseríos del país y llevar directamente la ayuda.

“Soy la menor de seis hermanos, en mi familia crecimos con la creencia en Dios y Dios nos ha bendecido de una manera increíble. Siempre me ha gustado estar al servicio de los demás, creo que es mejor servir a ser servido”, añade mientras recuerda la experiencia vivida en cada hogar que ha visitado.

“En el país hay mucha necesidad y es muy gratificante ver la sonrisa de las personas, es gente que aunque sea poco lo que reciben siempre tiene una sonrisa de agradecimiento”, dice.

En 2014 cuando empezó a llevar ayuda en San Pablo Tacachico recuerda que la señora que trabaja en servicios domésticos con su madre era a quien le pedía ayuda para contactar equipos de fútbol para hacer las donaciones de uniformes.

“Ahora que ya conozco más El Salvador me puedo desenvolver y las personas me ayudan para ubicar a quienes necesitan”,  añade.

“Mis hermanos se preocuparon por darnos una vida mejor”

Olga llegó a Estados Unidos en 1983, cuando tenía 10 años, emigró junto a sus dos hermanas  Roxana y Ena;  fue durante la época del conflicto armado que sus hermanos mayores decidieron llevárselas “para darles una vida mejor”.

Es hija de doña Rosa Blanca Restrepo, de origen colombiano, su padre era salvadoreño. Su madre quedó viuda con seis hijos por lo que los mayores, cuando ya cursaban la universidad, decidieron emigrar y ayudar a su madre con los gastos del hogar.

Con una voz dulce y llena de agradecimiento por las bendiciones recibidas, cuenta que llegó en avión hasta México, luego tuvo que cruzar la frontera por tierra. Pese a que Roxana, su hermana mayor ya tenía 18 años, las tres llegaron a estudiar.

“Llegamos e  inmediatamente era el inicio de clases. Mis hermanos nos dieron esa oportunidad, ellos querían que nos preparamos para una mejor vida”, añade.

Olga cursaba la high school cuando inició clases de modelaje, luego empezó a trabajar como modelo y al mismo tiempo cursaba la universidad.

“Fue una bendición, Dios abrió las puertas para poder llegar allá, empezaba el tiempo de la guerra aquí en El Salvador y mi madre era una viuda con 6 hijos. Dios tiene un plan para cada uno de nosotros”, expresa.

Olga se describe como una persona muy espiritual, con muchas metas por cumplir, estudio 16 años teología y asegura que aún tiene mucho para dar, pues “Dios a penas ha iniciado” con ella.

Durante 2020 un promedio de mil personas fueron beneficiadas a través de la ayuda que entregó en diferentes municipios del país. En marzo, luego de que fue cerrado el Aeropuerto Internacional Óscar Arnulfo Romero, a raíz de la cuarentena por el COVID-19, se quedó varada en El Salvador. Por seis meses no pudo regresar a Los Ángeles, explica que al inicio fue difícil, no obstante aprovechó el tiempo para leer (otra de sus grandes pasiones) y visitar más comunidades.

Uno de los beneficiados en estas entregas fue Carlos Alfredo Ramírez, de 55 años, quien adolece de parálisis cerebral desde su nacimiento. Carlos Alfredo, residente en el municipio de Mejicanos, recibió una silla de ruedas. Otros beneficiados con las entregas que se realizaron este año fueron los agentes de la subdelegación de la PNC en el mismo municipio, a ellos y a sus hijos se les hizo entrega de uniformes deportivos.